Las
promesas en torno a los cultivos transgénicos, las estrategias de los
productores y las políticas de Estado. Un análisis a partir de la
lectura del suplemento rural del diario La Nación del sábado 22 de
febrero de 2014
El
contexto económico, ambiental, social y político en el cual se
desarrollan las actividades agrarias en la Argentina se presenta
dinámico y complejo. El cambio climático, la presión impositiva, el alza
en los precios de los insumos agrícolas, la constante elevación del
precio de los alimentos va moldeando la posición y opinión de los
actores participantes del campo de acciones de la producción,
distribución y consumo de productos agrícolas; los consumidores, las
empresas proveedoras de insumos, los productores, el estado nacional y
los provinciales. Cada uno según su posición y dotación de capital
tomará sus estrategias para alcanzar sus objetivos.
Uno
de los temas en debate es el de la liberación y adopción de cultivos
modificados genéticamente – transgénicos- que desde el año 1996 se
expanden en el país con la promesa de incrementar los rendimientos,
mejorar la lucha contra insectos y plantas silvestres reduciendo el
consumo de plaguicidas. Promesas, que la realidad de las estadísticas y
las afirmaciones de los productores, quienes deben permanentemente
cambiar sus estrategias, muestras sus contradicciones y falacias.
Las
empresas transformacionales, y las asociaciones que las agrupan, junto
con las instituciones oficiales son los actores que más han actuado para
permitir la investigación, transferencia y adopción de los cultivos
transgénicos mostrándolos como eficaces, seguros y sin impacto ambiental
y en la salud de los seres humanos.
En
este contexto cobra importancia el reporte del Servicio Internacional
para las adquisición de aplicaciones agrobiotecnológicas (Isaaa) que
bajo el título “La superficie con cultivos transgénicos creció un 3%”
fue publicado en el suplemento rural del diario la Nación el pasado
sábado: “La superficie sembrada a nivel mundial con cultivos
genéticamente modificados se incrementó un 3 % en 2013 respecto a 2012 y
alcanzó los 180 millones de hectáreas”. Según esa misma institución,”
la Argentina se ubica en el tercer lugar entre los países que utilizan
esta tecnología con 24,4 millones de hectáreas sembradas”. El presidente
de Isaaa, James Clive, afirma “los países en desarrollo continúan
avanzando en la investigación, desarrollo y la comercialización de
biotecnología y han demostrado la voluntad política de aprobar nuevos
cultivos”. El Isaaa destacó que la adopción de cultivos
genéticamente modificados, desde 1996, permitió reducir los costos de
producción y de aplicación de productos fitosanitarios, así como la
reducción de las emisiones de dióxido de carbono (diario La Nación,
suplemento rural, 22 de febrero de 2014, Página 9).
De
este párrafo surgen tres afirmaciones que muestran contradicciones con
aquello que acontece en la realidad; la reducción de costos de
producción, la cantidad de agrotóxicos utilizados y la reducción de las
emisiones de Dióxido de carbono uno de los gases de efecto invernadero
responsable del cambio climático. Cambio climático del cual la
agricultura es causa a partir del uso de combustibles, de fertilizantes
nitrogenados y de la creciente deforestación y claro está recibe sus
consecuencias como el incremento en las temperaturas, las sequías, las
lluvias intensas y los huracanes.
La
expansión de los cultivos transgénicos, más aún en un contexto de
cambio climático, no ha determinado una reducción de aplicación de
plaguicidas, muy por el contrario entre el año 1993 y el año 2012 se
pasó de utilizar 30 millones de litros de plaguicidas a cerca de 400
millones litros, esta elevación se explica solo parcialmente por el
incremento de la superficie sembrada con cultivos. La expansión de los
monocultivos, la aparición de tolerancia y resistencia en insectos y
plantas silvestres a las dosis “recomendadas” de los plaguicidas, la
desaparición de insectos predatores y parásitos, la alimentación
inadecuada de los suelos y el ya mencionado cambio climático explican
este notable incremento. Este acrecentamiento en el uso de agrotóxicos
tiene su correlato, como se expresará más adelante, con el incremento en
los costos de producción.
Los
diferentes gobiernos que desde 1996 en adelante se sucedieron en
Argentina también se constituyen en actores fundamentales en la
expansión de los cultivos modificados y su paquete tecnológico asociado.
Desde la abrupta liberación de la soja resistente al herbicida
glifosato realizada durante el gobierno de Menen hasta la actualidad no
se ha detenido la aprobación y liberación de nuevos OGM. Hoy nos
encontramos frente a la amenaza de la liberación de nuevos OGM
resistentes a herbicidas e insecticidas. Es en este contexto en el cual
cobran relevancia las palabras del Ministro de agricultura de
Argentina, Carlos Casamiquela, quien ratificó el apoyo del gobierno a la
promoción de la biotecnología agrícola. Durante una reunión que mantuvo
con integrantes de la Cámara Argentina de Biotecnología, el ministro
expresó “seguimos trabajando en la necesidad de acercar la
biotecnología a todos los productores que la requieran y que buena parte
de comercio exterior Argentino está sustentado en los eventos
biotecnológicos , por lo que es necesario seguir fortaleciendo la
institucionalidad en esa área” Por otra parte , el presidente de la
Cámara , Hugo Sigman expresó su satisfacción por las palabras de
Casamiquela y destacó la colaboración entre el sector público y el
privado. Durante el encuentro se analizaron los diferentes avances en
biotecnología como los cultivos de maíz, trigo y soja resistentes a
sequía y la vacuna contra la brucelosis.(Diario La Nación, suplemento
rural, 22 de febrero, Página 10).
La
lectura de notas que expresan la mirada de productores y asesores desde
los predios y territorios nos permiten ahondar las contradicciones
entre teoría y realidad. Es así que en la página 7 del ya mencionado
suplemento rural del diario la Nación en una nota llamada “Las empresas
de la región enfrentan un escenario difícil” podemos leer; “ mayores
costos incidencia en los fletes, presión impositiva y encarecimiento de
la financiación luego de la devaluación... las empresas agrarias
enfrentan un escenario difícil en el cual, según el productor Marcelo
Zucal,“Para lograr resultados económicos positivos debemos tener
rendimientos agronómicos muy por encima de los promedios históricos.
Sabemos que los insumos sufrieron una suba de precios y, por otro lado
la cantidad de insumos por hectárea está aumentando año tras año debido a
la presencia cada vez mayor de malezas tolerantes o resistentes a
glifosato que obligan a incrementar tanto la frecuencia de aplicación
como a incorporar herbicidas con otros modos de acción que encarecen
considerablemente los costos del productor” (Diario La Nación, suplemento rural, 22 de febrero, Página 7).
En
el mismo suplemento podemos leer la nota: “El norte mejor campaña, pero
con las cuentas complicadas” la cual permite analizar que los cultivos
transgénicos no son tan resistentes o tolerantes como se quiere
presentar. “En términos climáticos, mejor, pero con las cuentas
complicadas. Daniel Rossi, Coordinador de los grupos CREA del NOA,
brindó un panorama más general que abarca no sólo a Salta , sino a
Jujuy, Tucumán, el oeste de Santiago del Estero y el este de Catamarca.
Destacó que la situación en general es buena a regular y que se pudieron
cumplir los planes de siembra. No obstante acechan amenazas “Es un
año en donde la lucha contra las malezas se hizo difícil y de altos
costos. Las plagas en general se controlaron bien en soja, pero en
algunos lotes de maíz fueron necesario aplicar insecticidas a pesar de
contar con eventos genéticos tolerantes a esas plagas “ (Diario La Nación, suplemento rural, 22 de febrero, Página 5)
También
la lectura nos permite analizar como los monocultivos, en un contexto
de cambio climático, requieren de la aplicación de una mayor cantidad de
plaguicidas, es así como en la nota llamada “Escasa actividad en la
región pampeana a pocos días de la cosecha gruesa” se manifiesta “En el
sur de Santa Fe, sur de Córdoba y oeste de Buenos Aires las sojas
tempranas de grupo III o IV corto no rendirán casi nada porque sufrieron
la sequía durante la mayor parte de su ciclo. Según un productor de
Vicuña Mackena, en el sur de la provincia de Córdoba “en las mejores
partes de los lotes rendirán 20 quintales por hectárea y en las peores,
10 quintales. Muchas plantas son palitos con sólo cinco o seis chauchas y
hay mucha ansiedad por saber si el promedio de esos lotes alcanzará a
los quince quintales por hectárea”. La nota continúa enunciando que
en muchos campos hubo que controlar feroces ataques de isoca medidora y
falsa medidora, asociados con bolillera. “había peligro que los aviones chocaran en el aire por tantos tratamientos simultáneos” exagera
el titular de una empresa de fumigaciones que se quedó sin stock de
Clorpirifos y otros oruguicidas fuertemente demandados. (Diario La
Nación, suplemento rural, 22 de febrero, Página 2)
Dice Joan Manuel Serrat; “nunca es triste la verdad lo que no tiene es remedio”...con
la amenaza de aprobación de nuevos cultivos transgénicos para el
cultivo por parte del gobierno Argentino, que no ha abandonado las
políticas tecnológicas basadas en semillas modificadas genéticamente y
en el uso de plaguicidas iniciadas en los años `90, las empresas
semilleras y fabricantes de plaguicidas se aprestan a realizar nuevos
negocios, en un contexto político donde a su vez presionan por la
sanción de una nueva ley de semillas que a partir de reducir la
posibilidad de conservación de semillas por parte de los productores y
el cobro de regalías, implique mayores beneficios económicos.
Por
su parte los productores, especialmente los empresarios, seguramente
apostaran a incorporar nuevos cultivos transgénicos con la renovada
esperanza de que esta vez sí se reduzca la necesidad de aplicar
plaguicidas, se incrementen los rindes y con ello sus beneficios
económicos. Expectativa que los hechos de la realidad muestran
incumplidos. Está probado que la adopción de cultivos transgénicos y el
uso de las mismas formulaciones de plaguicidas generan tolerancia y
resistencia en las plantas silvestres y a los insectos. En este caso
basta que unos pocos organismos a partir de su constitución genética
“resistan” para pasar estas características a la descendencia. En este
marco, y como fue expresado párrafos arriba, los productores aplican
mayores dosis de plaguicidas, usan productos altamente tóxicos o
incrementan las aplicaciones, a la vez de demandar nuevos OGM. Así se
refuerza el ciclo con dependencia e impacto ambiental. Lamentablemente
no se piensa en modificar estrategias y de prácticas agrícolas.
En
un contexto de cambio climático, de incertidumbre económica, de alta
presión impositiva, de expansión en la resistencia de insectos y plantas
silvestres a los plaguicidas se requiere cambiar de camino, no se puede
obtener resultados diferentes aplicando los mismos métodos. Se debe
planificar a largo plazo la utilización y preservación de los bienes
naturales y en las actividades agrarias conceptualizar, diseñar y llevar
a la práctica agroecosistemas. En la cual se integren subsistemas, se
recicle la energía, se minimice la utilización de insumos externos al
predio y no se contamine el ambiente. En este sistema se debe priorizar
la inclusión e integración de organismos diversos, incluso las plantas
silvestres, y una adecuada nutrición de los suelos.
La
propuesta agroecológica no implica soluciones mágicas sino la necesidad
de integrarnos a la naturaleza de la cual somos parte respetando sus
ciclos, flujos y relaciones, tratando de satisfacer nuestras
necesidades, respetando nuestros derechos y los de las generaciones
futuras, a las cuales no conoceremos pero que padecerán nuestras
acciones y omisiones.
Marcos Paz, 25 de febrero de 2014
Ing. Agr. Ms. Sc. Javier Souza Casadinho
Coordinador regional de la Red de Acción en plaguicidas y sus Alternativas de América Latina -RAPAL-
De:
http://www.alainet.org/active/71624&lang=es
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