Abasolo, Tamaulipas.- Silenciosamente llegó a su fin la era de la agricultura orgánica y los granos “saludables”.
Aunque
ya no se reportan cosechas raquíticas, los agricultores conviven con
problemas nuevos, como la “intolerancia” y la “incomprensión” de
mercados insensibles, que entre regateos apenas aceptan pagar a mitad de
precio el grano de carácter transgénico que cosechan agricultores
tamaulipecos.
La biotecnología agrícola, no resulta novedosa para
los campesinos del estado. Siendo gobernador, en 1996, Manuel Cavazos
Lerma abrió puertas a las marcas trasnacionales de la semilla
especializada en producir algodón GM y convirtió al campo tamaulipeco en
un enorme laboratorio donde los investigadores transmutaron genes,
modificaron la constitución genética de la especie y además de gramíneas
como el sorgo y el maíz y al final, terminaron por convertir a la
agricultura en un monstruo que en un principio despertó repulsa mundial.
Los transgénicos consumaron el prodigioso milagro: cambiaron el rostro del campo agrícola.
De
1996 a 2006, se dejaron de aplicar 454 mil 145 litros de insecticida;
se disminuyeron notoriamente las labores manuales y aplicaciones
tempranas de herbicidas y plaguicidas con equipo especial
Los
mercados globalizados reaccionaron y cerraron bodegas al producto
transgénico acusándolo -sin pruebas- de multiplicar células cancerígenas
y provocar otros daños no menores, a la salud humana.
Hoy, los
agricultores del centro y sur del estado, siembran sin pudor alguno
variedades transgénicas de sorgo y de maíz. Sin embargo, no puede
acusárseles de llevar a la agricultura por el camino incorrecto.
En
su oportunidad, los productores hablaron de “olvido gubernamental”, se
quejaron de crédito insuficiente y falta de apoyos. Denunciaron
distritos hidráulicos destrozados, dijeron que el parque de maquinaria
agrícola, que incluye tractores y equipos, fue a caer por inservible al
“fierro viejo”. Se dolieron en fin, de que los habían dejado…para que
se murieran solos.
Los campesinos hablaron, pero la verdad es que nadie los escuchó.
Por esta razón, los cultivos transgénicos dominan el campo tamaulipeco.
Nadie
los escuchó cuando se quejaron que los estaban dejando solos y hoy que
se encuentran en la ruina, adoptan la agricultura de transgénicos, pero
sienten, que en busca de la salvación, le vendieron el alma al diablo.
SIEMBRAN TRANSGÉNICOS: COSECHAN TEMPESTADES
Más
pobres que ayer, trazando surcos prácticamente con las uñas, campesinos
del norte y del centro del estado, corren en la agricultura lo que para
cada uno puede ser la “última aventura”: Los productores saben que su
permanencia en la agricultura depende de una sola opción: el uso de
variedades transgénicas de sorgo y de maíz.
El cielo cargado de
barruntos, el viento helado que viene del norte, parece decir a los
agricultores que esta es la única opción que tienen para seguir
sembrando y es que, con tristeza y resignación marcada en el rostro
terminaron por caer en razón que nadie les escuchó la ocasión que
salieron a decir que les urgían soluciones porque “el campo no puede
esperar”.
Los productores del distrito agrícola 086 se
despertaron sorprendidos en el centro de una “guerra de semillas” que
presenta variedades genéticamente modificadas y tiene como protagonistas
a tres poderosas trasnacionales llamadas Asgrow, Dekalb y Pionner,
que ya cuentan entre sus víctimas a empresas nacionales como lo fue
Pronase, además de Jebla, consorcio regional tamaulipeco, declarado
orgullo profesional del agrónomo Enrique Cárdenas del Avellano.
El camino no es fácil y los agricultores han tenido que pagar factura.
Los compradores llamados “coyotes”, sacan la mejor tajada
Y
es que por el hecho de ser variedades transgénicas, buscan pagarlas a
mitad de precio. El sorgo que llegó a pagarse a 3 mil 800 pesos, hoy se
vende a mil 900 pesos y el maíz, de los 4 mil pesos que se vendía la
tonelada, hoy quieren pagarla a 2 mil pesos.
Igual que la mayor
parte de las guerras, la que se vive en el campo agrícola tamaulipeco
está desatada por un sentimiento perverso: La ambición.
Por el momento, la disputa se centra en el mercado de la semilla. Mañana, que esté lista la cosecha, la guerra será total.
En juego está un tentador botín representado por una cosecha que puede alcanzar los 2 millones de toneladas de granos.
COSECHA DE FRACASOS
En
el antiguo “Palo Alto”, comunidad del municipio de Abasolo, habitada
por familias profundamente creyentes, los campesinos y sus mujeres
sacaron a pasear entre las calles del pueblo la imagen de San Isidro,
santo patrono de la agricultura y sus plegarias, en esta ocasión, no
rogaron porque las lluvias lleguen abundantes, sino porque el santo
patrono traiga mejores precios.
Lo que ellos necesitan son mejores compradores para la cosecha.
Desde
la creación del distrito agrícola número 086, los agricultores no han
visto una. En vez de una portentosa región agrícola, el gobierno creó
una zona de siembras donde el único producto que es posible cosechar se
llama fracaso.
El posicionamiento de los transgénicos en el campo
tamaulipeco no es casual. Es la respuesta silenciosa de los campesinos
que ya están cansados de ir de fracaso en fracaso.
Para muestra un ramillete de botones:
En
1985 el Banco de Crédito Rural extravió aquí su función social y hasta
ahora, no le ha sido posible recuperar el capital que invirtió.
CAMPO DESMANTELADO
La
aseguradora agrícola ANAGSA, fue conducida a la quiebra y ni con todo
el presupuesto pudo indemnizar a los campesinos que perdieron sus
cosechas.
Por si fuera poco, la entonces Secretaría de
Agricultura y Recursos Hidráulicos despidió a su equipo de inspectores y
dejó a los campesinos sin asesoramiento para producir.
Al final,
se observa un fenómeno generalizado en el estado, huérfanos de crédito y
faltos de asesoría, los campesinos pusieron en venta lo único que les
quedaba: las parcelas.
Hoy trabajan como peones, en terrenos que fueron de su propiedad.
EL RECUENTO DE LOS DAÑOS
Para
dar una idea de la dimensión que alcanza el desastre agrícola baste
decir que sin mercado para los profesionistas, la Universidad Autónoma
de Tamaulipas cerró la Facultad de Agronomía y echó a la calle los
proyectos de investigación, junto con los investigadores.
Los
únicos ingenieros agrónomos que sobreviven al desastre son Humberto
Filizola Haces, que pertenece a la Sociedad de Agrónomos Desempleados, y
sólo se ve cuando sale en busca trabajo como secretario de Educación en
Tamaulipas. Enrique Cárdenas del Avellano, luce en la sala de su
despacho un título de ingeniero agrónomo, aunque jamás se ha desempeñado
como tal: trabaja en la Cámara de Diputados como legislador federal.
LOS TRANSGENICOS
Son
algunas variedades de especies vivas, plantas, animales o
microorganismos cuyo genoma ha sido modificado para adquirir cierta
información genética de otra especie, la que les confiere
características o funciones que no poseían a fin de mejorar su
desempeño.
En el caso de la biotecnología agrícola, se utilizan
técnicas de ingeniería genética para mejorar la semilla a fin de agregar
a la planta nuevas propiedades agronómicas como tolerancia a
herbicidas, la resistencia a plagas, la tolerancia a sequía, entre
otras. A estas semillas mejoradas genéticamente se les conoce también
como semillas transgénicas o biotecnologías.
LA VARIEDAD ANTIPAJARO
Las variedades transgénicas, colocan al productor con ventajas a las que resulta difícil renunciar.
Para muestra un catálogo de lo que este año ofrece la trasnacional semillera Dekalb a los agricultores tamaulipecos:
A.- Alto rendimiento (cosechas que alcanzan regularmente cifras superiores a las 6 toneladas)
B.-
Variedades híbridas que a través de sus raíces desprenden enzimas
capaces de inhibir el desarrollo de otras plantas. (No requerirán
herbicidas).
C.- Plantas y granos resistentes al ataque de araña roja y mosca midge (No requieren insecticidas).
D.- Tallos vigorosos, que soportan panojas con abundante grano.
Para
Dekalb, la “joya de la corona” se llama PR-70, y es una variedad
“antipájaro”, lo cual resulta fundamental para los agricultores de la
región de Abasolo, porque ahí se encuentra la zona de anidación de la
paloma ala blanca.
La empresa de semillas, asegura a los
agricultores que con la variedad “antipájaro” van a dejar de preocuparse
de los daños que es capaz de provocar la paloma ala blanca.
De:
http://www.gaceta.mx/noticia.aspx?idnota=60418
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