En el modelo argentino es muy claro el rumbo, alcanza con revisar el Plan Estratégico Agroalimentario 2020. El programa detallado de metas gestado por el gobierno nacional, las provincias, empresas y académicos fija como objetivo, entre otros puntos, aumentar un 60% la producción granaria: pasar de las 100 millones de toneladas, la mitad es soja, a 160 millones para el año 2020. Para lograr ese crecimiento productivo se debe usar cada vez más tecnología: organismos modificados genéticamente, herbicidas, insecticidas, agrotóxicos. Y, además, correr la frontera agropecuaria, avanzar sobre nuevos territorios.
En la provincia de Mendoza se está construyendo una planta para extraer
cloruro de potasio, destinado casi en su totalidad a su uso como
fertilizante.
El proyecto se encuentra en suspenso por exigencias de la minera
brasilera Vale referidas a privilegios impositivos. Según ambientalistas
la planta va a contaminar y a consumir grandes cantidades de energía.
Será un paso más en la profundización del monocultivo sojero.
“El megaemprendimiento más grande del mundo en materia de potasio”, así
definió la presidenta Cristina Fernández de Kirchner al ambicioso
proyecto minero Potasio Río Colorado en julio de 2012. Con bombos y
platillos anunció la inversión de la empresa brasilera luego de la firma
del acuerdo entre Vale, el Estado nacional y las provincias
involucradas como Mendoza, Río Negro, Neuquén y Buenos Aires.
Sin embargo, hacia finales de ese mismo año, se frenó la obra y comenzó
una etapa de incertidumbre hasta una reciente reunión entre el
viceministro de Economía, Axel Kicillof, el titular de Planificación,
Julio De Vido, y el gobernador de Mendoza, Francisco “Paco” Pérez, con
Sergio Leite, presidente de Vale en la Argentina.
En el encuentro acordaron esperar hasta el 28 de febrero sin ninguna
modificación, y ese día la empresa comunicará los pasos a seguir. Pero
la espera deberá alargarse aún más, más precisamente hasta el jueves 7
de marzo, cuando la presidenta Dilma Rousseff se encuentre con su par
Cristina Fernández en El Calafate.
La minera, la segunda mayor a nivel mundial, considera que la cotización
recibida por los dólares que ingresa está desfasada, en la medida en
que el valor oficial de la divisa norteamericana sigue comprimido
mientras la inflación avanza, lo que genera un aumento en los costos
(algunos dicen que del 40%). Según un despacho de la agencia Reuters,
Vale demandaría también a la Casa Rosada algunas facilidades fiscales,
básicamente, que se la exima del IVA.
En medio de estas discusiones, el gobernador mendocino aseveró que “hay
muchos interesados” privados que podrían financiar la monumental
inversión de unos 5 mil millones de dólares comprometida por Vale. Y no
descartó, a su vez, interés de capitales chinos, de la mano del
recientemente ingresado Banco Industrial y Comercial de China, a través
de la compra de Standard Bank.
Al sur de la provincia de Mendoza, en el departamento de Malargüe, se ubica el emprendimiento minero Potasio Río Colorado.
“Se trata de un emprendimiento integral que comprende todas las fases de
producción, industrialización y distribución del cloruro de potasio”,
según describe el sitio web de la megaminera brasilera. El proyecto que
estaría funcionando en 2014 cuenta con una inversión de casi 30 mil
millones de pesos, según informaron los representantes de la minera,
para la concreción de una planta para extraer y procesar el potasio y
para la construcción de infraestructura ferroviaria para su transporte.
Para la empresa esta actividad posicionará al país como uno de los principales productores de fertilizantes
del mundo. El objetivo es llegar a producir 2,4 millones de toneladas
por año y 4,3 millones para 2020 y, de esta manera, convertirse en el
tercer exportador mundial y quinto en producción.
El potasio es uno de los tres elementos básicos de los fertilizantes
que se aplican en los cultivos. El nitrógeno desarrolla los cultivos,
el fósforo se usa para la resistencia y el potasio para un buen
rendimiento. Este fertilizante se utiliza principalmente en la soja.
Casi la totalidad de la producción será destinada a Brasil, uno de los
países que más consume este producto junto con China, Estados Unidos e
India, y como lo anunció la presidenta también va a “equilibrar el saldo
comercial” con el país vecino.
Para la extracción se utilizará una nueva tecnología, la minería
por disolución, que consiste en perforar pozos hasta encontrar el
potasio, que luego se disuelve mediante el uso de agua caliente a una
profundidad promedio de 1.200 metros. Una vez extraída la salmuera, se
separa del sodio que quedará depositado en piletones y el fertilizante
será transportado hasta el puerto de Ingeniero White en Bahía Blanca.
Para llevar a cabo este proceso se necesitan grandes cantidades de agua,
gas y energía eléctrica.
La resistencia
Apenas comenzó a circular la información de un proyecto de
características sólo comparables con el la Barrick Gold en Pascua-Lama,
las voces empezaron a escucharse. Las principales críticas fueron
dirigidas al desmedido consumo de agua y energía y a la posibilidad de
contaminación del Río Colorado.
Para su funcionamiento la empresa Vale fue autorizada, con previa
aprobación de la Declaración de Impacto Ambiental, a utilizar un metro
cúbico de agua por segundo del río. Esto se traduce a más de 86 millones
de litros de agua por día, lo que equivale al consumo de una población
de 320 mil habitantes.
La empresa requiere de un millón de metros cúbicos de gas por día, según
el Informe General Proyecto Potasio Río Colorado de la Fundación
Ecosur. Esto es equivalente a todo el consumo de la provincia de Mendoza
y a un tercio de la importación desde Bolivia.
Ante esta situación firmó un acuerdo con YPF para la extracción de gas
no convencional por medio de la fractura hidráulica o fracking,
modalidad resistida a lo largo y ancho del mundo.
Para cubrir los requerimientos eléctricos se construirán líneas de alta
tensión y en un futuro se creará una planta generadora de energía
propia.
Otra de las preocupaciones fue la posible salinización del agua del Río
Colorado por los depósitos de cloruro de sodio como residuo del proceso
de extracción del fertilizante. Millones de toneladas de sal residual
podrían salinizar el curso del agua y de las napas que abastecen a las
poblaciones cercanas, la alteración del suelo y el esparcimiento por
voladuras.
Además, se invertirá en ramales ferroviarios para transportar la
producción. Esta no será la primera empresa en asegurarse su propio
transporte, ya que Minera Alumbrera cuenta con trenes privados con los
que transporta toda su producción hasta el muelle ubicado en Puerto
General San Martín.
Por su parte, Vale utilizará antiguas vías férreas y construirá unos 400
kilómetros nuevos para llegar hasta el puerto en Bahía Blanca. Estos
trenes del saqueo son fuertemente cuestionados por el uso de
infraestructura pública y por la posible contaminación durante los
viajes.
Neuquén, de la mano de Bunge
La extracción del cloruro de potasio es el centro de atención de las empresas ligadas a los agronegocios y a la minería por su solicitado consumo. Bunge Argentina es una de las empresas más grandes del agro y una de las principales exportadoras de soja del país. Dentro de sus variados proyectos, todos relacionados a los agroalimentos, se encuentra el de los fertilizantes.
Después de las exploraciones en distintas localidades de Neuquén, Bunge en sociedad con el grupo nacional Servicio de Minería
S.A., comenzó con el proyecto Potasio de Neuquén, en el departamento de
Pehuenche. Una vez concretado este proyecto ayudará a lograr las
aspiraciones de la presidenta y de los empresarios ligados al agro para
lanzar al país como uno de los principales productores del fertilizante
en el mundo.
El boom del potasio, el boom de la soja
No son casualidad todas las exploraciones, los anuncios y las
inversiones para la extracción de cloruro de potasio utilizado como
fertilizante. El crecimiento de la producción de soja en el continente y en el mundo es imparable de la mano de los transgénicos y de los agrotóxicos.
En el modelo argentino es muy claro el
rumbo, alcanza con revisar el Plan Estratégico Agroalimentario 2020. El
programa detallado de metas gestado por el gobierno nacional, las
provincias, empresas y académicos fija como objetivo, entre otros
puntos, aumentar un 60% la producción granaria: pasar de las 100
millones de toneladas, la mitad es soja,
a 160 millones para el año 2020. Para lograr ese crecimiento productivo
se debe usar cada vez más tecnología: organismos modificados
genéticamente, herbicidas, insecticidas, agrotóxicos. Y, además, correr
la frontera agropecuaria, avanzar sobre nuevos territorios.
Uno de los
problemas que debe enfrentar el modelo del monocultivo de la soja es el
deterioro de la tierra por la escasez de rotación. Asimismo, debido a la
falta de ganadería, se convierte en un recurso necesario para los
productores agregar fertilizantes a la tierra para mejorar los rendimientos y recomponer los suelos cultivables.
El proyecto
de Potasio Río Colorado va a generar el fertilizante destinado a los
agronegocios brasileros que aportará aún más en la deforestación del
Amazonas. La ecuación es perversa: se construye una megaplanta que
consume cantidades de agua y energía abismales, que puede tener
consecuencias ambientales muy graves, para producir un fertilizante que
será utilizado para seguir profundizando el monocultivo sojero que
desaloja campesinos y pueblos originarios, contamina con sus
agrotóxicos, provoca desmontes, deteriora el suelo y concentra cada vez
más la producción.
Por otro lado, si el gobierno cede a los pedidos de extensiones
impositivas y privilegios fiscales que exige la empresa, estará
reconociendo lo que en los papeles y en los medios niega constantemente:
una inflación dibujada por una falsa cotización del dólar contenida
artificialmente. Eximir del IVA a una minera multinacional mientras
mantiene el impuesto a los artículos de primera necesidad consumidos por
las grandes mayorías argentinas tampoco parece una medida muy popular
ni un costo político fácil de pagar.
En Argentina
ya se conoce, por la experiencia y por los privilegios creados a los
saqueadores, lo poco que pagan en regalías estas empresas mineras
gigantes y el deterioro ambiental que dejan.
Los fertilizantes, tanto como los agrotóxicos, son necesarios para sostener el modelo extractivista en Argentina o en Brasil.
Es momento de pensar para qué y para quiénes se hacen estas inversiones que algunos celebran como triunfos populares.
Es la lucha por los recursos naturales, por la soberanía y por la vida lo que está en juego.
Ecoportal.net
Sursuelo
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