"Que el alimento sea tu mejor
medicina y tu mejor medicina sea tu alimento" HIPÓCRATES DE COS (460-370
A.C.) MÉDICO GRIEGO
Ir al supermercado aparentemente es una
actividad común, dónde sólo arrojamos comida dentro del carrito y nos
regresamos a casa para prepararla. Pero desde hace unos 20 años, esta
cotidiana visita puede representar riesgos para la salud; pues estamos
comprando alimentos transgénicos, muchas veces sin saberlo, ni ser
advertidos.
No quiere decir que todos los alimentos sean
transgénicos u organismos genéticamente modificados (OGM`s) como también
los llaman. Pero es una realidad que cada vez se “fabrican” en un
laboratorio más verduras, frutas, lácteos o semillas a las que se les
altera la información genética y se les mezcla con la de otras especies
para producir mayor cantidad, en un tiempo más corto.
Así,
seguramente hemos consumido tomates con genes de cacahuate, papas con
células de pescado o carne de vacas que fueron alimentadas con maíz
alterado para engordarlas más rápido y no con plantas, que es la base de
su alimentación herbívora.
Bueno y a todo esto ¿qué tiene de
malo comer unas manzanas o fresas exageradamente grandes y coloridas,
muy diferentes a las que se cosechan de manera natural? Ese es
precisamente el debate mundial respecto a los alimentos transgénicos:
¿quién sale beneficiado de todo esto?
Los que defienden esta
práctica, aseguran que modificando genéticamente a los animales y a las
plantas, aumentarían su resistencia al frío y a las enfermedades, esto
ayudaría a los campesinos a tener mejores ganancias. Pero sus
detractores piensan diferente, comenzando por el hecho de que aun se
desconocen los efectos negativos que pueda traer al organismo consumir
productos que no fueron creados por la naturaleza, sino por el hombre.
Además,
esta tecnología sólo favorece a las grandes empresas extranjeras que
los producen y no a los campesinos mexicanos, pues actualmente nuestro
país importa el 43% de los alimentos según datos de la Organización de
las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus
siglas en inglés). Con lo cual, se están desperdiciando nuestro campo y
fuerza de trabajo, invirtiendo 15 mil millones de dólares en compras al
exterior para completar la canasta básica; cifra muy cercana a los
ingresos petroleros, lo que nos coloca en una posición vulnerable
¿Cómo
saber que estamos comprando un alimento alterado genéticamente? En
México es difícil reconocer entre uno y otro, pues no hay una regulación
para advertir a los consumidores; como sucede en la Unión Europea,
donde desde el 2004 existe una ley de etiquetado de organismos
genéticamente modificados, pero en nuestro país no existe, así que es
responsabilidad de cada quién conocer lo que estamos consumiendo y
decidir qué productos queremos tener en nuestra mesa.
MÉXICO, PAÍS DEL MAÍZConstantemente,
grupos ambientalistas se manifiestan en contra de la entrada de maíz
transgénico a nuestro país, argumentando que se pondría en riesgo la
soberanía alimentaria de México.
Esto sucede porque tres empresas
transnacionales ya presentaron solicitudes formales al gobierno de
México para cultivar con transgénicos en Sinaloa, Tamaulipas, Coahuila,
Durango y Chihuahua.
Pero ¿cuál sería el problema de que se
alterara nuestro símbolo de identidad y parte fundamental en la dieta de
los mexicanos? Lo que argumentan estas organizaciones es que al
mezclarse pueden contaminar los granos nativos, incluso por vías
indirectas como la presencia de insectos o vientos, lo que generaría
serios riesgos para los cultivos y para la salud humana.
Otro
asunto es que en el caso de que se lleguen a detectar granos
transgénicos en cultivos de autoconsumo o pequeños productores; éstos
tendrían que pagarle regalías a las grandes transnacionales, como ya
ocurre en Estados Unidos.
Si bien estas empresas aseguran que con
el maíz transgénico contribuirán a reducir el hambre, lo cierto es que
durante milenios, esta planta ha sido suficiente para alimentar a todo
un pueblo; el problema recae en un tema de distribución, más que de
composición genética.
En el caso de que estas empresas
extranjeras lograran entrar a cultivar maíz transgénico a México,
estaríamos hablando de un cambio en la historia alimenticia,
agropecuaria y cultural de nuestro país. Dejaría de ser el alimento de
nuestro pueblo al 100% y en adelante, las tierras de cultivo serán
modificadas por siempre, las tortillas, tamales, atole o pozoles
contendrán agentes de mutación genética y biológica que modifiquen la
estabilidad de los alimentos actuales, de los cuales no podemos saber a
ciencia cierta, los efectos que podrían tener en nuestra salud a largo
plazo.
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