El
gobierno de Estados Unidos, por medio de su embajadora Mari Carmen
Aponte, sigue presionando y chantajeando al gobierno de El Salvador para
que se incluyan las demandas de la derecha salvadoreña en la ley de
asocio público y privado, y para que se compren semillas genéticamente
modificadas a “Monsanto El Salvador”, que antes se llamaba “ Semillas
Cristiani Burkard”.
Monsanto
es proveedora de productos químicos para la agricultura, entre otros el
herbicida Roundup, cuyo uso podría estar vinculado a una fatal
enfermedad renal crónica que se ha detectado en países de Centroamérica.
La
negativa a las pretensiones de EE.UU. se traduciría en la suspensión de
la «ayuda» de Fomilenio II, que significa 277 millones de dólares
provenientes de la Corporación Reto del Milenio.
Lo
que hace Monsanto con las semillas es introducir un gen tóxico en una
célula vegetal, y por eso se arrogan el derecho intelectual de las
semillas, como si la naturaleza puede ser propiedad de individuos o de
compañías. No, pero es una actitud que rima muy bien con las
pretensiones hegemónicas del imperio. Luego los agricultores se verían
obligados a pagar regalías y depender de la compra de estas semillas,
sin poder usar las suyas. Esta actitud de Monsanto termina por generar
altas deudas en los agricultores, y los priva de ganarse la vida
justamente, usando sus semillas y vendiéndolas a otros agricultores.
Pero
además, la actitud de Monsanto que la embajadora quiere imponernos con
sus presiones es la que en la India llevó al suicidio a muchos
agricultores. Según el artículo. “Semillas de suicidio” de Vandana Shiva
publicado en “Rebelión”, el Banco Mundial, obligó al Gobierno de la
India a desregular el sector de las simientes, y « Cinco cosas cambiaron
con la entrada de Monsanto: en primer lugar, las empresas indias
quedaron encadenadas en joint-ventures y acuerdos de concesión de
licencias y aumentó la concentración en el sector de las semillas. En
segundo lugar, las semillas que habían constituido el recurso común de
los agricultores se convirtieron en "propiedad intelectual" de Monsanto,
que comenzó a cobrar regalías por ellas haciendo que aumentara su
costo. En tercer lugar, las semillas de algodón de polinización abierta
fueron desplazadas por las semillas híbridas, incluidas las híbridas
transgénicas. De esa manera, un recurso renovable se convirtió en un
producto patentado no-renovable. En cuarto lugar, el algodón, que hasta
entonces se había cultivado en combinación con otros cultivos
alimentarios, ahora debía ser cultivado en régimen de monocultivo, lo
que implicaba mayor vulnerabilidad ante plagas, enfermedades, sequías y
malas cosechas. En quinto lugar, Monsanto comenzó a subvertir los
procesos de regulación de la India y, de hecho, comenzó a utilizar
recursos públicos para impulsar sus híbridos no renovables y sus
transgénicos a través de las llamadas asociaciones público-privadas
(PPP/Public-Private Partnerships). »
Es
muy claro que la finalidad de Monsanto es impedir que los agricultores
guarden semillas y que las utilicen como les parezca. Cuál es el interés
del gobierno estadounidense para ejercer estas presiones, usando como
pretexto una suma de dinero que más parece una limosna, si tomamos en
cuenta que durante la guerra invirtieron alrededor de dos millones de
dólares diarios para apoyar al ejército que defendía los intereses de la
misma derecha que ahora trata de hacer ingobernable el país. Los 277
millones prometidos regresarían a Monsanto en un par de años, además del
daño incalculable que aceptar esas leoninas condiciones significarían
para los agricultores y para la patria, sobre todo en materia de salud.
Pero
además, ¿cuándo a los Estados Unidos les ha interesado apoyar las
aspiraciones de la población salvadoreña que todos los días sale a
trabajar para regresar con el sustento de la familia? Todo lo que
podemos recordar de los Estados Unidos en nuestra patria está ligado a
crímenes atroces y sangre del pueblo. Está ligado a los escuadrones de
la muerte que ellos entrenaron y asesoraron, a los crímenes cometidos
por los Batallones de Infantería de Reacción Inmediata (BIRI), que ellos
formaron, dirigieron y financiaron.
Controlar
la producción de semillas y su venta significa controlar la vida de un
país, ocuparlo sin necesidad de usar tropas, porque las semillas son el
origen de la alimentación, y la alimentación es la existencia de los
seres vivos. Imponer condiciones para la vida y que un país quiera
imponer su voluntad a un pueblo, es un acto de guerra, es igual que una
ocupación silenciosa. Es decir, que detrás de estas presiones hay la
intención malvada de la ocupación silenciosa de la patria, ahora que las
pretensiones hegemónicas, los valores morales y la economía del imperio
se encuentran en caída libre.
Los
Estados Unidos necesita los recursos naturales de todo el continente,
pero como saben que entrar con las botas militares a nuestras tierras
puede significarles la derrota definitiva que los haga pasar al basurero
de la historia, ahora lo tratan de hacer a través de las derechas
locales y los organismos no gubernamentales como USAID, es decir ahora
la ocupación de América Latina tratan de hacerla de manera silenciosa.
El
chantaje al que ahora someten a nuestro gobierno es innoble, y se
convierte en una provocación, mientras blanden la espada de la traición a
través de funcionarios de derecha que todavía sobreviven dentro del
aparato del Estado. Verbigracia: el peligro de un golpe de Estado
similar al que ellos tramaron contra Zelaya en Honduras y contra Lugo en
Paraguay, para el que podrían usar a los cuatro magistrados de la Sala
de lo Constitucional, a quienes la embajadora Aponte ya ha rendido
visita, como lo dijimos en las páginas de este periódico “El
Independiente”. Al respecto, según “Verdad Digital”, la magistrada
suplente del Tribunal Supremo Electoral (TSE), Silvia Cartagena,
advirtió que la Sala Constitucional podría tratar de anular la elección
presidencial.
Jueves 3 de julio de 2014
Periódico "El Independiente"
http://www.alainet.org/active/75092&lang=es
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