Circula una fotografía extraordinaria en la que Javier Mascherano,
vestido con la camiseta oficial de la selección argentina, sostiene con
la delicadeza que lo caracteriza un papel en el que se lee “Las semillas
son argentinas/ Monsanto contamina”.
La transnacional Monsanto produce principalmente herbicidas
(glifosato) y semillas genéticamente modificadas. En sus comienzos,
proveyó de edulcorantes a Coca-Cola, orgullosa auspiciante de la
camiseta argentina.
La protesta de la cual el retrato de Mascherano se hace eco (de
manera directa o digitalmente intervenido) se refiere a la posible
promulgación de una ley que proteja las regalías correspondientes a la
propiedad intelectual sobre las semillas, por la que Monsanto viene
peleando desde hace quince años en nuestro país.
Durante su gestión, el ex ministro de Agricultura Norberto Yauhar
anunció que Argentina había decidido avanzar con un proyecto de ley de
semillas que protegiera la propiedad intelectual de los productores de
material genético modificado (la última Ley de Semillas fue promulgada
por Lanusse: 20247/73).
El proyecto de ley de semillas que, desde entonces, impulsa el
gobierno nacional se propone “proteger la propiedad intelectual de las
creaciones fitogenéticas” (art. 1º), definido como “el material vegetal
obtenido por descubrimiento o por aplicación de conocimientos
científicos al mejoramiento heredable de los vegetales” (art. 2º),
limita la posibilidad de “guardar semilla”, prohíbe cualquier
intercambio de semillas no inscriptas en un banco y crea la figura del
“agricultor exceptuado” (de pagar el Derecho del Obtentor fijado en el
artículo 33), aquel que se inscriba en el Registro Nacional de
Agricultura Familiar dependiente de la Secretaría de Desarrollo Rural y
Agricultura Familiar (Renaf). La inclusión, eliminación y permanencia
del agricultor en el listado será resuelta por un instituto creado con
ese propósito. Los infractores a la ley (es decir: quienes intercambien o
guarden semillas fuera de su regulación) serán perseguidos civil y
penalmente.
México y Perú ya aprobaron leyes de bioseguridad de organismos
genéticamente modificados. Salvo en España y Rumania, Monsanto no opera
en la Unión Europea por la resistencia a los cultivos transgénicos y a
la aprobación de leyes que protejan el patentamiento. En 2012, la señora
Cristina Fernández ya promocionaba los proyectos de “la gente de
Monsanto”. Mascherano el Grande, no.
De:
http://www.perfil.com/columnistas/Salvemos-las-semillas-20140718-0051.html
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