Jim Benham, del estado de Indiana, forma parte de un grupo
reducido pero creciente de agricultores estadounidenses que se han
alejado de las semillas biotecnológicas en reacción a la caída de los
precios de los granos. Los cultivos no modificados cotizan a mayores
precios.
William DeShazer for The Wall Street Journal
El año pasado, por primera vez en dos
décadas, Jim Benham sembró sus campos totalmente con semillas de soya
que no habían sido genéticamente modificadas para resistir los
herbicidas.
No fue que el agricultor de
63 años de Indiana de repente se unió al movimiento antitransgénicos,
sino que se vio atraído por la prima de casi 14% por bushel que ofrecía
una terminal de granos por soya no modificada y que luego la vendía a
procesadores de pienso en Asia.
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