Monsanto inventó el herbicida
glifosato y lo llevó al mercado bajo el nombre comercial de Roundup en
1974, tras la prohibición del DDT. Pero no fue hasta finales de los 90
en que el uso de Roundup se disparó gracias a una ingeniosa estrategia
de marketing de Monsanto. ¿La estrategia? Semillas genéticamente
modificadas para cultivos alimenticios que podían tolerar altas dosis de
Roundup. Con la introducción de estas semillas genéticamente
modificadas, los granjeros ahora podían controlar fácilmente las malas
yerbas en sus cultivos de maíz, soja, algodón, colza, remolachas de
azucar, alfalfa; cultivos que se desarrollaban bien mientras las malas
hierbas a su alrededor eran erradicadas por el Roundup.
Ansioso por vender su emblemático
herbicida, Monsanto también animó a los granjeros a usar Roundup como
desecante, para secar todos sus cultivos y así hacer la cosecha más
rápidamente. De manera que Roundup es rociado rutinaria y directamente
en gran cantidad de cultivos de organismos no modificados genéticamente
que incluyen trigo, cebada, avena, colza, lino, guisantes, lentejas,
soja, judías y remolacha de azúcar.
Entre 1996 y 2011, el muy difundido uso
de cultivos de Organismos Genéticamente Modificados (OGM) Roundup Ready
aumentó el uso de herbicidas en Estados Unidos en 527 millones de libras
– aunque Monsanto aseguró que los cultivos de OGM reducirían el uso de
pesticidas y herbicidas.
Monsanto falsificó datos sobre la
seguridad del Roundup, y lo comercializó a departamentos municipales de
parques y jardines y a consumidores como biodegradable y acorde con el
medio ambiente para promover su uso en cunetas, parques infantiles,
campos de golf, patios de escuela, céspedes y jardines privados. Un
tribunal francés sentenció que ese marketing equivalía a publicidad
engañosa.
En los casi 20 años de intensa
exposición, los científicos han documentado las consecuencias para la
salud que tiene el Roundup y el glisofato en nuestra comida, en el agua
que bebemos, en el aire que respiramos y en los lugares que juegan
nuestros niños.
Han encontrado que la gente que está enferma tiene mayores niveles de glifosato en su cuerpo que la gente sana.
También han encontrado los siguientes problemas de salud que ellos atribuyen a la exposición al Roundup y/o al glisofato:
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