Antonio Turrent Fernández*
En 2014, más de 93 por
ciento de 37 millones de hectáreas (Mha) de maíz y 34 Mha de soya fue
sembrado con semilla transgénica en Estados Unidos (EU). Es, sin duda,
un gran éxito de los consorcios multinacionales de semillas transgénicas
(Cmnst) que, encabezadas por Monsanto, controlan el mercado de esas
semillas y también el de sus versiones no transgénicas. Ambos granos se
consumen en ese país como forrajes, insumos industriales, son base de
alimentos procesados y también, productos clave de exportación.
La transgenización de estos cultivos en este país se aceleró por el
evento transgénico de tolerancia al herbicida Roundup® (que contiene
glifosato como ingrediente activo, más coadyuvantes) en la soya, y con
eventos apilados de tolerancia a ese herbicida y de resistencia a
algunas plagas, en el maíz. Además, por ser el glifosato eficiente como
desecante del follaje de los cultivos, se asperja ampliamente antes de
las cosechas motorizadas. El uso del glifosato, como parte de la
tecnología transgénica, ha sido uno de los motores del éxito de
Monsanto, también dueña de su patente. El glifosato ha sido promocionado
por Monsanto como inofensivo para la salud humana y para la ecología.
Más:
http://www.jornada.unam.mx/2015/02/11/opinion/020a1pol
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