Para la segunda sesión
del grupo de trabajo intergubernamental de composición abierta sobre una
Declaración de las Naciones Unidas sobre los derechos de los campesinos
y otras personas que trabajan en zonas rurales.
Somos representantes de
hombres y mujeres campesinas, pueblos indígenas, pastores trashumantes,
pescadores y trabajadores rurales de todo el mundo, es decir millones de
personas que vivimos y trabajamos en las zonas rurales, acompañadas,
por FIAN Internacional y CETIM y otras organizaciones de derechos
humanos. Venimos participando de una forma constructiva en el proceso de
la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los
campesinos y campesinas y de otras personas que trabajan en zonas
rurales desde hace muchos años, desde nuestros campos, nuestros pastos y
nuestros lugares de trabajo en todo el mundo, y también desde Ginebra.
Nos agrada ver el proceso que está en marcha y las aportaciones
constructivas de tantos Estados y organizaciones de la sociedad civil.
La Resolución 26/26 del
Consejo de Derechos de las Naciones Unidas entregó, en 2014, el mandato a
este grupo de trabajo intergubernamental para negociar, finalizar y
presentar ante el Consejo un proyecto de declaración de las Naciones
Unidas sobre los derechos de las campesinas y campesinos y de otras
personas que trabajan en zonas rurales. Dicho mandato pide que se
aclaren y consoliden los derechos humanos existentes con el objetivo de
promover y proteger los derechos humanos de las campesinas y campesinos y
de otras personas que trabajan en zonas rurales.
Compartimos la opinión
que la Declaración debería extender los derechos universales al
campesinado en general y a todos las personas que trabajan en zonas
rurales, y así colmar las brechas legales existentes en la protección.
Debería también ser progresista, para tratar las brechas emergentes y,
por ende, acabar con las prácticas discriminatorias que afectan a
campesinas y campesinos y a otras personas que trabajan en zonas
rurales.
Nosotras y nosotros,
como representantes de mujeres y hombres campesinos, pueblos indígenas,
pastores trashumantes, pescadores y trabajadores rurales, debemos ser
reconocidos como parte legítima de la cooperación internacional en
relación a la alimentación y al desarrollo rural, puesto que somos el
principal grupo de la población que se enfrenta al hambre y a la
malnutrición, a la vez que contribuimos sobremanera a la alimentación
del mundo. Los dos mil millones de campesinos y campesinas y otras
personas que trabajan en zonas rurales poseen un gran conocimiento y
experiencia, así como también nuestras propias perspectivas. Entendemos
los desafíos actuales a los que se enfrenta el sistema alimentario
mundial, y tenemos ideas para una solución. Podemos contribuir al
proceso del desarrollo de manera valiosa.
Hacemos un llamado a los
Estados a que se unan para reconocer y garantizar en mayor medida la
realización de los derechos de los campesinos y campesinas y de otras
personas que trabajan en zonas rurales. Los Estados y las
organizaciones de las Naciones Unidas deben seguir trabajando para
encontrar la mejor manera de promover y proteger la subsistencia y los
productores de alimentos a pequeña escala y de las poblaciones rurales.
Esta tarea incluye un impulso fuerte para la adopción de medidas
antidiscriminatorias, como ya se mencionó en el proyecto de declaración
sobre los derechos de las mujeres, pueblos indígenas, pastores
trashumantes, pescadores y trabajadores rurales, hombres y mujeres.
Opinamos que, con estas medidas, los campesinos y campesinas y otras
personas que trabajan en zonas rurales tendrán una mayor seguridad y
podrán trabajar arduamente en producir alimentos adecuados y nutritivos
para la humanidad.
Para nosotras y
nosotros, la relación con la Madre Tierra, sus territorios y aguas
constituye la base física, cultural y espiritual de nuestra existencia.
Debemos mantener esta relación con la Madre Tierra para la supervivencia
de las generaciones futuras, y asumimos con mucho gusto nuestro papel
de guardianes y guardianas de la misma.
Más allá de las fuentes
ya mencionadas en el preámbulo, desearíamos enfatizar la relevancia de
incluir la Declaración sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas,
adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el día 13 de
setiembre de 2007 y las convenciones relevantes de la OIT, así como el
trabajo realizado por el Comité sobre la Seguridad Alimentaria y el
derecho a la alimentación.
Los Estados, la sociedad civil y las agencias de las
Naciones Unidas han hecho un arduo trabajo a lo largo de esta semana
para hacer aportes y desarrollar una Declaración de las Naciones Unidas
sobre los derechos de los campesinos y campesinas y de otras personas
que trabajan en zonas rurales. Encomiamos la naturaleza inclusiva del
proceso, especialmente el lugar brindado a las organizaciones de la
sociedad civil, para participar plenamente en él. Ha llegado el momento
de aunar fuerzas y trabajar por el bien de nuestra identidad, integridad
y derechos.
Como organizaciones que
representan a campesinas y campesinos y a otras personas que trabajan en
zonas rurales, estamos listas para cumplir con nuestra parte y asumir
nuestras responsabilidades. Instamos a los Estados y al sistema de las
Naciones Unidas a cumplir con sus obligaciones y a que sigan
participando de buena fe y de una manera proactiva para garantizar una
discusión democrática en consonancia con la Carta de las Naciones
Unidas.
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