domingo, 19 de mayo de 2013

El laberinto oculto de los transgénicos

El Gobierno elude localizar las parcelas donde actualmente se experimenta con cultivos genéticamente modificados; en León se vienen solicitando una media de cinco permisos al año .

marco romero | león 19/05/2013

El campo ya tiene un nuevo debate encima de la mesa. El futuro es de los transgénicos. O sí o no. Es una discusión en la que no hay medias tintas. Monsanto, la controvertida multinacional que lidera y monopoliza el sector de las semillas modificadas genéticamente, ve un enorme potencial en la provincia de León para aplicar sus tecnologías. Los agricultores están divididos, al igual que sus representantes sindicales, entre los que defienden el uso de esta alternativa para producir más o mejor, caso de Asaja, y los que no se definen con tanta rotundidad, que son el resto. En las antípodas de pasar por un campo transgénico están los grupos conservacionistas y los agricultores ecológicos, quienes sostienen que los cultivos transgénicos son invasores e incompatibles con los tradicionales. El Gobierno ya ha pronunciado públicamente su postura favorable al cultivo y consumo de transgénicos. Entretanto, elude localizar las parcelas donde actualmente se experimenta con productos transformados genéticamente. Se desconoce, por tanto, el destino de los permisos que cada año se vienen solicitando en la provincia de León y que, mayoritariamente, no se ejecutan porque o no son autorizados o porque la propia industria renuncia a ellos. Hasta el año 2011, fecha en la que el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente difundió por última vez sus estadísticas, en León se venían solicitando entre cuatro y cinco permisos cada año para experimentar con semillas transgénicas, principalmente de remolacha y maíz. Se trata de fincas de unos mil metros cuadrados, de las que ya no quedaría ni rastro. Pero la ausencia de datos sólo acrecienta la incertidumbre en torno a estas explotaciones.


La organización Amigos de la Tierra, primera en el territorio nacional que obligó al ministerio a difundir las localizaciones de cultivos transgénicos, acaba de solicitar, por segundo año, todos los permisos que han sido autorizados en España y la localización exacta de la parcela, no sólo del municipio donde se encuentra. «Es información de interés general. El derecho de la población a conocer la localización exacta de los campos de cultivo experimental con transgénicos ha sido ratificado por el Tribunal Europeo de Justicia», recuerda Blanca Ruibal, responsable del área de Agricultura y Alimentación de la citada organización.

¿Por qué es tan importante conocer el lugar exacto donde se cultiva un transgénico? En su opinión es esencial para que los agricultores del entorno puedan protegerse de la contaminación que se atribuye a este tipo de cultivos. Al tratarse de ensayos y desconocerse los riesgos, también consideran que es de interés para las poblaciones habitadas del entorno.

Los experimentos son autorizados por el Consejo Interministerial de Organismos Modificados Genéticamente, previo dictamen de la Comisión Nacional de Bioseguridad. La CNB tiene 46 miembros, sólo siete de ellos son representantes científicos y muchos públicamente defensores de los transgénicos. Una somera lectura de los informes de evaluación de riesgos que emite esta comisión desvela algunas de las medidas de seguridad requeridas para estos cultivos, como marcar ciertas distancias respecto a cultivos tradicionales. También incluye, por ejemplo, el método para eliminar los restos vegetales después del ensayo. Pero no mucho más.

Los principales grupos conservacionistas, entre los que también se encuentran Greenpeace y Ecologistas en Acción, creen necesario «terminar con este oscurantismo» y exigen al ministerio que difunda estos datos en su portal de Internet.

En esta web, la información sobre los organismos genéticamente modificados es profusa y poco práctica. Los últimos datos son relativamente actuales, del 2012. En lo que respecta a los cultivos experimentales, el ministerio publica lo que denomina notificaciones de liberaciones voluntarias, que son los ensayos realizados por grandes industrias. Pero los llevados a cabo con anterioridad, bien en el 2010 o en el 2011. Desde entonces, no aparece información alguna. A tenor de esta documentación, en León se han realizado cinco experimentos. Uno sobre maíz modificado genéticamente y localizado en Laguna de Negrillos, y los que se desarrollaron en Laguna Dalga (2), Valdefuentes del Páramo y Urdiales del Páramo durante el año 2010 con remolacha H7-1. De Corbillos y Valdevimbre, donde también se había solicitado, no queda constancia.

Monsanto ha renunciado este año a realizar experimento alguno en León. «Este tipo de ensayos se destinan a evaluar las tecnologías incoporadas en estos cultivos modificados genéticamente. Una vez realizadas esas evaluaciones, no es necesario continuar con las mimas», indican fuentes de esta multinacional norteamericana, que recibe apoyos incondicionales de gobiernos de la misma manera que levanta enconadas críticas por su situación de supremacía en el sector a nivel planetario.

Pero esta compañía, a tenor de sus investigaciones, sostiene que la provincia leonesa es un «territorio apto» para cultivos transgénicos, en cuanto que en León existen problemas en la agricultura, como el control de las malas hierbas que compiten con los cultivos de remolacha y maíz. «Los cultivos modificados genéticamente tolerantes a herbicidas —explica la persona autorizada por la compañía— son una eficaz y sostenible solución para estos problemas».

La lógica, en opinión de esta empresa, sería que los agricultores pudieran hacer uso de sus tecnologías para poner en marcha una agricultura más competitiva y sostenible. «Pero, desafortunadamente, están perdiendo esas oportunidades, que sí tienen otros agricultores fuera de Europa. Esto queda demostrado por el hecho de que el retraso acumulado en los plazos que deberían cumplirse en las aprobaciones asciende ya a 49 años». Lo que quiere decir es que, si se cuentan los años de retraso en cada proyecto presentado en Europa, suma casi medio siglo, pero lo cierto es que cada ensayo individualmente lleva entre dos y cuatro años en tramitación ante las autoridades europeas. Según los datos recabados por Amigos de la Tierra, en España hay 116.000 hectáreas de cultivos transgénicos desarrollados a gran escala comercial. España acoge el 42% de los ensayos experimentales al aire libre con cultivos modificados genéticamente, según la información publicada por el Centro Común de Investigación de la Comisión Europea. Esa superficie se incrementó un 12% durante el año pasado, lo que ya marca una tendencia. Como el goteo de normas que poco a poco va imponiendo la Comisión Europea, de ideas ‘protransgénicas’, y que sindicatos como Ugal-UPA interprentan como la llegada de un nuevo futuro.
En virtud del libre acceso a la información ambiental, la organización ecologista Amigos de la Tierra ha solicitado al ministerio hace aproximadamente un mes los datos actualizados de los campos experimentales en España. De momento no hay respuesta.


http://www.diariodeleon.es/noticias/afondo/el-laberinto-oculto-de-los-transgenicos_796907.html


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