Como ya hemos indicado en otras ocasiones, el número de Estados norteamericanos que se suman a la solicitud del etiquetado modificado genéticamente
no deja de crecer, uno de los países por excelencia en lo que respecta a
la producción de este tipo de alimentos, se enfrenta a una creciente
demanda por parte de asociaciones y consumidores. No se habla de
prohibir o vetar, se deja aparcado a un lado lo que se pueda pensar, que
son alimentos perjudiciales o beneficiosos, simplemente se solicita
transparencia e información clara sobre los alimentos que se
comercializan en el país, en definitiva, una legislación transparente e
informativa sobre los alimentos transgénicos. A la cruzada se suma ahora
el Estado de Pensilvania,
pide una nueva reglamentación alimentaria y que se identifiquen los
alimentos procesados que contienen materias primas transgénicas.
El Estado de Pensilvania pide el etiquetado de los alimentos transgénicos,
concretamente lo solicita una coalición formada por organizaciones
medioambientalistas, ecologistas, consumidores y organizaciones
empresariales. Hoy han anunciado el lanzamiento de una campaña cuya
finalidad es la aprobación de una legislación que regule este tipo de
alimentos mediante un etiquetado en el que sean identificados. A esta
coalición también se han sumado senadores que han sido muy activos a la
hora de impulsar esta campaña. Según explican, ha crecido de forma
significativa el número de alimentos que se pueden encontrar en los
supermercados y que contienen ingredientes modificados genéticamente, un
crecimiento imparable al que no se le ha puesto ninguna barrera, pero
esto no quiere decir que no se deban identificar como tales, dándole al
consumidor la posibilidad de saber qué es lo que adquiere y lo que va
consumir. Es una tónica que día a día crece en Estados Unidos,
reivindicar el derecho a saber y elegir qué comer, la industria no debe
vetar este derecho, aunque como sabemos lo hace.
Cada vez deben acometer más frentes el sector industrial de la alimentación que no quiere identificar los alimentos modificados genéticamente, se puede deducir que las campañas contra este tipo de información van a proliferar tanto como las campañas que exigen una legislación alimentaria transparente. Como ya sabemos, la industria no acepta el etiquetado identificativo amparándose en el principio de equivalencia sustancial, un alimento transgénico es seguro cuando es equivalente a un alimento tradicional en composición, características organolépticas y nutricionales. La negativa lo único que hace es aumentar las sospechas de los consumidores de que no son productos iguales o tan saludables como manifiestan, a esto sería interesante sumar las declaraciones de Mairead McGuinness, miembro del Parlamento Europeo, declaraba que la falta de información pública ha provocado que se socave la fe en la ciencia, en cierto modo reconocía que el exceso de mutismo, la falta de información y la poca transparencia en la trayectoria de los alimentos modificados genéticamente, son las principales causas de la creciente desconfianza, de ello hablábamos en el post La industria alimentaria tiene que promover los alimentos transgénicos.
Cada vez deben acometer más frentes el sector industrial de la alimentación que no quiere identificar los alimentos modificados genéticamente, se puede deducir que las campañas contra este tipo de información van a proliferar tanto como las campañas que exigen una legislación alimentaria transparente. Como ya sabemos, la industria no acepta el etiquetado identificativo amparándose en el principio de equivalencia sustancial, un alimento transgénico es seguro cuando es equivalente a un alimento tradicional en composición, características organolépticas y nutricionales. La negativa lo único que hace es aumentar las sospechas de los consumidores de que no son productos iguales o tan saludables como manifiestan, a esto sería interesante sumar las declaraciones de Mairead McGuinness, miembro del Parlamento Europeo, declaraba que la falta de información pública ha provocado que se socave la fe en la ciencia, en cierto modo reconocía que el exceso de mutismo, la falta de información y la poca transparencia en la trayectoria de los alimentos modificados genéticamente, son las principales causas de la creciente desconfianza, de ello hablábamos en el post La industria alimentaria tiene que promover los alimentos transgénicos.
No es de extrañar que se haya producido un
creciente movimiento en todo el país en el que se solicita el
etiquetado de alimentos transgénicos, ya hemos conocido varios casos,
algunos han fracasado y otros están pendientes de resolución, Vermont, Oregón, Illinois, Nuevo México, Washington y California, posiblemente en las próximas semanas se sigan sumando nuevos Estados del país solicitando lo mismo.
Pensilvania pide mediante un proyecto de ley etiquetar los alimentos modificados genéticamente
y aclara que en ningún caso busca prohibirlos, simplemente quiere que
los consumidores puedan ejercer su derecho a la elección y que sepan qué
es lo que adquieren, creemos que es una reivindicación justa y
coherente, las piedras que pone en el camino la industria no hace más
que enrarecer el ambiente y levantar continuamente sospechas, como ya
hemos indicado, si tan inocuos son, porque se niegan, ¿no sería mejor
adoptar una política transparente en el que se informara debidamente?,
dejar que se realizaran todas las pruebas de seguridad necesarias por
parte de cualquier organismo independiente, dar las explicaciones y
respuestas oportunas a todas las cuestiones…. pero no, la política es la
de mutismo total y veto a un derecho.
Para algunos senadores de Pensilvania no
tiene sentido que se pueda dar información sobre el contenido de grasas,
azúcares o sales, además de otro tipo de ingredientes o compuestos
químicos, y que en cambio, exista tal oposición a identificar los
ingredientes modificados genéticamente. Por ello deducen que quizá son
ingredientes que son perjudiciales para la salud y el bienestar, la
verdad es que se puede llegar perfectamente a esta conclusión. La
tecnología alimentaria avanza a pasos agigantados y del mismo modo debe
avanzar la liberación de información, si se tiene el derecho de saber el
contenido de grasas de un alimento, también se debe poder saber el
contenido de OMG.
Algunas empresas como la cadena
estadounidense de supermercados Whole Foods Market ha anunciado su
propósito de que los alimentos que comercialice estén etiquetados tal y
como solicitan estos movimientos sobre el derecho a saber, pero indica
que no lo llevará a cabo hasta el año 2018, bueno, es un comienzo. Cada
campaña que se anuncia toma como ejemplo la actuación de la Unión
Europea ante los alimentos modificados genéticamente y se solicita lo
mismo, también se recuerda que las encuestas realizadas en el país
muestran que una gran mayoría de consumidores están de acuerdo con esta
demanda. Nos gustaría citar lo ocurrido en California y cómo la Proposición 37, proyecto de etiquetado de alimentos transgénicos, fue desestimada en las urnas, ¿hasta qué punto estas encuestas son fiables?
A través de Nwspf
podemos saber que para estas organizaciones, el consumidor ha
despertado durante los últimos años de su letargo, algo de lo que se han
estado aprovechando las empresas alimentarias, pero ahora se dibuja un
nuevo panorama y no se puede obviar el derecho fundamental a saber que
hay en los alimentos y permitir que se elija libremente. No tardaremos
mucho en conocer noticias sobre la propuesta de etiquetado transgénico en Pensilvania y cuál será el desenlace final, recordemos que de momento ya se contabilizan dos derrotas y no hay un dos sin tres.
Fuente:
http://www.gastronomiaycia.com/2013/03/13/el-estado-de-pensilvania-pide-el-etiquetado-de-los-alimentos-transgenicos/
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