La instalación de la planta en la localidad de Malvinas
Argentinas, a 16 kilómetrosde Córdoba, está paralizada por la oposición
de sus vecinos y por diferentes fallos judiciales que se han pronunciado
en diverso sentido.
IRINA SANTESTEBAN
La empresa que lidera el
mercado internacional en materia de producción de semillas transgénicas
de soja y maíz, la firma Monsanto, no puede todavía finalizar su
instalación en Córdoba. Eso a pesar de haber comenzado las obras civiles
de la planta en Malvinas Argentinas, que es similar a la que posee en
Rojas, provincia de Buenos Aires, pero de mucha mayor capacidad, al
punto que, si prospera, sería la planta más grande de Monsanto a nivel
mundial.
Los cordobeses, haciendo honor a su fama de "díscolos", le
están complicando las cosas a la multinacional con sede en Saint Louis,
Estados Unidos. Además de la oposición de los vecinos organizados en la
"Asamblea Malvinas Lucha por la Vida", y apoyados por un amplio arco de
organizaciones sociales, políticas, gremiales, de derechos humanos y
defensoras del medio ambiente, la semana pasada se denunció los efectos
nocivos para la salud de las personas, que provocará la instalación de
dicha planta productora de semillas de maíz.
Denuncia.
El
martes 13, en el Gremio de los Judiciales de Córdoba, tuvo lugar una
conferencia de prensa, simultánea con otras que se realizaban en
diferentes ciudades del país, para informar sobre los resultados de
análisis de sangre efectuados a diez pobladores de Malvinas Argentinas,
seis mayores y cuatro menores.
Esos análisis mostraron un dato muy
preocupante: en siete de esos diez se encontró presencia de plaguicidas
en la sangre, que son muy persistentes, y entre ellos se encuentran
algunos como Aldrin, Dieldrin, DDT y Beta HCH.
La conferencia de
prensa en Córdoba fue presidida por Raúl Montenegro, titular de la
Fundación por la Defensa del Ambiente (Funam) y premio Nobel alternativo
2004, junto a integrantes de la Asamblea Malvinas Lucha por la Vida,
entre ellos su abogado, Federico Macciocchi. Montenegro, que es biólogo y
titular de la cátedra de Biología Evolutiva de la Facultad de Ciencias
Químicas de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), y quien se
encuentra asesorando a los vecinos de Malvinas Argentinas, advirtió que
"incluso bajas dosis de estos plaguicidas pueden alterar el sistema
hormonal y reducir las defensas del organismo".
Contaminación en sangre.
El
biólogo expresó que estos plaguicidas están prohibidos pero "persisten
en el ambiente y en las personas. Los transfieren a sus hijas e hijos
las madres embarazadas a través de la placenta primero -embriones y
fetos-, y durante la lactancia después, e ingresan durante toda la vida
de un individuo por inhalación de partículas de suelo y la ingesta de
agua y alimentos contaminados".
Los análisis de sangre fueron
encargados por la Asamblea Malvinas a la Universidad de Buenos Aires,
porque ni la municipalidad de esa localidad ni el gobierno de José
Manuel de la Sota, accedieron a costear esos estudios en la población.
Ahora,
con los resultados en la mano y la comprobación de que Malvinas
Argentinas es una población en riesgo por la gran proporción de vecinos
con contaminación en su sangre, la Asamblea y la Funam exigen la
realización de "estudios sobre muestras más grandes para establecer la
presencia de agroquímicos en sangre, orina y leche materna" y la puesta
en marcha, para toda la provincia, de un Observatorio Ambiental de
residuos peligrosos y de un Observatorio Epidemiológico, ambos
continuos.
El dirigente de la Funam denunció que en Malvinas
Argentinas existe un "fondo" de contaminación por plaguicidas "en el
cuerpo de personas de todas las edades, y seguramente en los suelos y
aguas subterráneas. Esto es el resultado de años de pulverizaciones y la
carencia de una ordenanza que prohíba la aplicación periurbana de
plaguicidas agrícolas". Esta situación agrava de por sí el efecto
negativo que tendría la instalación de la planta de Monsanto, pues
"descargaría partículas contaminadas con plaguicidas durante las
operaciones de manejo de maíz transgénico (descarga, desgranado, secado)
y al aplicarlos en silos y curado de semillas".
Justicia que mira y no ve.
El
Poder Judicial de Córdoba ya tuvo su participación en casos de impacto
ambiental, como fue en 2012, con el juicio por las fumigaciones en
barrio Ituzaingó Anexo, en la zona sudeste de la ciudad capital. En ese
juicio, que fue el primero en Argentina y en América Latina, se condenó,
a penas leves, a los productores agrícolas y al aviador que
participaron de fumigaciones.
Pero una cosa es juzgar a dos medianos
productores agropecuarios y a un aviador, y otra muy distinta, a la
multinacional Monsanto. Es así, que los amparos judiciales presentados
por los vecinos de Malvinas Argentinas, patrocinados por el joven
abogado Macciocchi, del Club de Derecho, han tenido idas y vueltas, con
dispares resoluciones, algunas denegando y otras acogiendo su petición,
que no era otra que se respetara la legislación nacional y provincial en
defensa del ambiente. Según estas normas, ninguna planta puede
instalarse si previamente no presenta un estudio de impacto ambiental,
que demuestre que no es peligrosa ni dañina para la salud de los
pobladores o del medioambiente. Y en la legislación nacional se prevé
una consulta popular si el emprendimiento a instalarse genera malestar
en la población.
En Río Cuarto, el intendente radical Juan Jure,
decidió el año pasado por decreto rechazar la instalación de Monsanto,
con el apoyo de la Universidad Nacional y la oposición de la Sociedad
Rural y el Centro Empresario, en base a los estudios realizados por la
Dirección de Zoonosis y Ambiente del Entre Descentralizado de Control
Municipal. Jure dijo en ese momento que lo hacía, sobre todo, para
preservar la "paz social" en esa ciudad.
Poderes en sintonía.
En
abril de 2013, el Tribunal Superior de Justicia dictó un fallo que
rechazaba la pretensión de los vecinos de Malvinas Argentinas y,
aduciendo que se trataba sólo de "autorizar las obras civiles" de la
planta de Monsanto, permitió que las mismas continuaran. De esta forma
el TSJ, en sintonía con el gobierno provincial y el intendente Arzani,
daban "vía libre" a la empresa multinacional, para que continuara la
construcción de la planta. Obviamente constituía toda una señal
jurídico-política para que luego obtuviera la autorización definitiva,
sobre todo teniendo en cuenta la gran inversión que implica esta
instalación.
Pero los vecinos no se amilanaron y a la par que
cortaban el acceso a la planta, para impedir la continuidad de las
obras, siguieron la batalla judicial.
Nuevamente un fallo de primera
instancia les rechazó el pedido de paralización de las obras, pero luego
una sentencia de la Cámara Laboral, Sala II, en enero de 2014, hizo
lugar al amparo, y prohibió a Monsanto continuar con la construcción de
la planta, hasta tanto no se presentara un estudio de impacto ambiental,
tal como lo dispone la legislación nacional.
Apelación.
Esa
resolución fue apelada tanto por Monsanto como por el intendente Arzani,
éste último ya muy castigado por las numerosas movilizaciones de los
vecinos en Malvinas Argentinas, algunas de las cuales fueron duramente
reprimidas. También hubo marchas en Córdoba Capital.
Y aunque la
Cámara Laboral rechazó los recursos, los disconformes fueron en queja al
Tribunal Superior, que acogió ese pedido y en pocas semanas más se
espera una resolución.
Según el periodista Luis Kempa, de La Voz del
Interior, quien suele publicar primicias del máximo tribunal cordobés,
el fallo del TSJ estaría en sintonía con el del año pasado, esto es,
autorizaría a Monsanto a continuar la construcción de su planta
procesadora y productora de semillas transgénicas de maíz. Todo ello,
invocando la "seguridad jurídica", en una causa sobre derecho ambiental,
contra la multinacional más denunciada en todo el mundo.
Si ésa
fuera la decisión del TSJ cordobés, sus integrantes estarían desoyendo a
un científico de indudable prestigio como Montenegro, y a las numerosas
denuncias sobre la contaminación en los pobladores de Malvinas
Argentinas, cuya salud se vería aún más resentida con los efectos de la
manipulación de sustancias como las que utiliza Monsanto.
¿Cerca de la gente?
El
TSJ de Córdoba suele utilizar como lema de su gestión la frase:
"Justicia cerca de la gente". Un fallo favorable a la radicación de esa
empresa en Córdoba, muy por el contrario, sería una demostración de un
Poder Judicial que favorece a los poderosos y deniega los reclamos de
los más vulnerables y humildes, la salud pública y los derechos
ambientales.
Sería de esperar que los vocales del TSJ, incluso su
presidente, que fue denunciado el año pasado por ser titular de un
emprendimiento agropecuario, situación incompatible con la función de un
magistrado, atiendan la petición razonable y justa de una población que
ya tiene su salud resentida. Ellos tienen derecho a vivir, como lo dice
el artículo 41 de la Constitución Nacional, en un "ambiente sano,
equilibrado, apto para el desarrollo humano y para que las actividades
productivas satisfagan las necesidades presentes sin comprometer las de
las generaciones futuras; y tienen el deber de preservarlo".
De:
http://www.laarena.com.ar/opinion-idas_y_vueltas_de_la_justicia_respecto_de_la_multinacional_monsanto-114967-111.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario