jueves, 22 de mayo de 2014

Los transgénicos, un paso al abismo

Es un hecho que existen diferentes motivos para oponerse a la siembra y cultivo de Organismos Genéticamente Modificados (OGM), que abarca aspectos ambientales, económicos y sociales. Posicionamiento que se ha establecido en el debate de un amplio espectro de la sociedad mexicana, sobre los transgénicos. Veamos.

En sectores gubernamentales y empresariales no se ha entendido (o no se han querido entender) las reales implicaciones que se asoman detrás de los OGM, en muchas de sus facetas, soslayando que: la tecnología basada en organismos genéticamente modificados ha desembocado en un callejón sin salida. Los argumentos que se adelantan para justificarla son falsos. Ni es más productiva, ni es más barata, ni es más amistosa con el medio ambiente. Tampoco es claro que sea inocua para la salud humana, pues aún en esa dimensión hay una gran polémica en la comunidad científica.

Un organismo modificado por ingeniería genética, que puede ser una planta, animal, hongo, bacteria o alga, entre otros, a cuya cadena de ácido desoxirribonucleico (ADN) se introducen genes de otro organismo. El organismo del que se toman los genes puede pertenecer a la misma especie o ser de una completamente distinta, incluso de un reino diferente. En teoría, esto significa que se pueden tomar genes de una bacteria e introducirlos a una planta o a un animal. Por lo tanto, los OGM son seres vivos nuevos, inéditos en la naturaleza y poseen información genética que no existía en su especie.

Hasta ahora, hay dos usos de los organismos transgénicos: la liberación al ambiente (en ecosistemas terrestres o acuáticos) y la producción de medicamentos o uso confinado, en la que no hay una liberación intencionada al ambiente.

Los riesgos de que estos organismos sufran modificaciones una vez liberados varían de acuerdo con su construcción genética, pues se desconoce cómo se van a comportar en el ambiente, en situaciones distintas a aquellas en las que fueron creados, además de que se ignora si representan un riesgo para el consumo animal o humano. Greenpeace ha externado su preocupación por este hecho y ha llamado a tomar precauciones antes de liberar a los organismos transgénicos, pues se podrían generar problemas ambientales a mediano y largo plazos que se sumarían a los existentes. Los posibles efectos pueden no ser evidentes en las primeras generaciones que adquirieron la modificación sino años después; entre ellos destacan: acentuar la pérdida de variedades criollas y comerciales (erosión genética) por la sustitución de estos cultivos innovadores en los que se busca la homogeneidad de materiales; una vez ocurrido el flujo genético, si las especies que adquieran los transgenes mantienen las ventajas adaptativas introducidas pueden desplazar a otras especies del mismo ecosistema; las condiciones ambientales pueden traer efectos negativos en el desarrollo de las especies que adquirieron los transgenes; acelerar el desarrollo de resistencia de los organismos patógenos a herbicidas y otras sustancia neurotóxicas.

Aún sin considerar el “paquete tecnológico” que acompaña este tipo de cultivos derivados de la manipulación genética, compuesto de herbicida y semillas «Roundup Ready», que se ha convertido en la piedra angular de la estrategia de Monsanto para seguir aumentando sus ventas de herbicida. Productos que contiene un agrotóxico conocido como glifosfato, que tiene un efecto letal comprobado en embriones, el cual es acumulable tanto en los productos que lo contienen, como en el suelo y el agua.

Por ello, es necesario estudiar a fondo el efecto de las transformaciones genéticas, ya que la dispersión de transgenes es irreversible. Los organismos vivos tienen como característica de poder trasmitir información genética. No es como la aplicación de un producto agroquímico, que cuando se detecta que causa daño se deja de usar. En este caso, tiene que hacerse un análisis a largo plazo y pensar en otras generaciones que enfrentarán el problema.

Un impacto comprobado se da tanto en la salud, la agricultura y en los alimentos. No es fácil detectar los efectos negativos en la salud humana, pero hasta ahora la discusión se ha centrado en dos temas: reacciones alérgicas y resistencia a antibióticos. En cuanto a la agricultura y la biodiversidad, los campesinos no sólo enfrentarán la presencia de nuevos genes en sus cultivos, sino también un problema legal, pues los transgénicos están patentados. El impacto en el ambiente sobre la pérdida de biodiversidad (erosión genética) y afectación de los ecosistemas, que a la larga puede generar problemas graves para nuestro país, y atentaría contra lo que recientemente ha mencionado el doctor José Sarukhán, de la Conabio: “La biodiversidad del país está subvalorada”. En México, además, la problemática ambiental está muy ligada a problemas de salud, derechos humanos y desarrollo.

El temor y la desconfianza sobre los transgénicos es hoy una realidad. Por eso es importante participar en la manifestación mundial del 24 de mayo, contra Monsanto y sus criminales tecnologías. En Morelia nos vemos a las 11:00 de la mañana en “El Caballito”.



Cabos sueltos



1.- El experimento para la seguridad en Michoacán está resultando un entuerto para la población, parece ser que entre más enredado y confuso el panorama, más injerencia de la Federación en el estado. ¿Cómo van a salir de este embrollo, que cada vez se complica más?, pregunto.

De:
http://www.cambiodemichoacan.com.mx/editorial.php?id=9872

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