Cali, Colomba, 25 Oct (IPS).- Una de las metas de México en la 16 Conferencia de las Partes (COP16) sobre Biodiversidad, que acoge la ciudad colombiana de Cali, se relaciona con mantener la trazabilidad de los organismos genéticamente modificados. Un debate que involucra desde el maíz nativo hasta la protección de los recursos genéticos de los países desarrollados.
Lejos de esta ciudad colombiana, un surco de apenas cinco centímetros parte la tierra y abre un camino. Un grupo de semillas se depositan a una distancia proporcional y el campesino las cubre de nuevo con la tierra. Entre los dos y tres meses siguientes crecerá la milpa, después saldrá la mazorca. El maíz será blanco, amarillo, rosa, rojo, morado, azul o negro; todo depende de la semilla escogida por el agricultor, así como del clima, la región y la técnica.
Cultivar maíz en México es una actividad primaria de la que dependen miles de personas.
El gobierno federal estima que un mexicano consume un promedio de 196,4 kilos por persona al año, principalmente blanco y en tortilla. Más allá de la gastronomía, la economía y la seguridad alimentaria, también es cultura e historia. Si en el país existen más de 60 variedades de maíces nativos es porque la selección de semillas proviene de un conocimiento de la agricultura de los pueblos originarios que se ha heredado por generaciones.
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