El glifosato, un agroquímico desarrollado por la multinacional
Monsanto para combatir las malezas de la soja, presenta diversos riesgos
para la salud humana, como toxicidad, efectos cancerígenos y
reproductivos, acción mutagénica y contaminación de alimentos.
Los herbicidas más comercializados en la República Argentina
incorporan dentro de su fórmula al glifosato, en razón de que algunos
cultivos transgénicos, como la soja por ejemplo, están manipulados
genéticamente para desarrollar una resistencia a esa sustancia química.
Los argentinos deben enfrentar durante las próximas décadas las
consecuencias de haber convertido al glifosato en el herbicida más
vendido y utilizado en el país. Recientes estudios toxicológicos
conducidos por instituciones científicas independientes parecen indicar
que el glifosato ha sido erróneamente calificado como “toxicológicamente
benigno”, tanto a nivel sanitario como ambiental.
Por ende, los herbicidas en base a glifosato pueden ser altamente
tóxicos para animales y humanos. Estudios de toxicidad revelaron efectos
adversos en todas las categorías estandarizadas de pruebas
toxicológicas de laboratorio en la mayoría de las dosis ensayadas:
toxicidad subaguda (lesiones en glándulas salivales), toxicidad crónica
(inflamación gástrica), daños genéticos (en células sanguíneas humanas),
trastornos reproductivos (recuento espermático disminuido en ratas;
aumento de la frecuencia de anomalías espermáticas en conejos), y
carcinogénesis (aumento de la frecuencia de tumores hepáticos en ratas
macho y de cáncer tiroideo en hembras).
A nivel eco-tóxico-epidemiológico, la situación se ve agravada no
sólo porque son pocos los laboratorios en el mundo que poseen el
equipamiento y las técnicas necesarios para evaluar los impactos del
glifosato sobre la salud humana y el medioambiente.
También porque los que inicialmente realizaron en EE.UU. los estudios
toxicológicos requeridos oficialmente para el registro y aprobación de
este herbicida, han sido procesados legalmente por el delito de
prácticas fraudulentas tales como falsificación rutinaria de datos y
omisión de informes sobre incontables defunciones de ratas y cobayos,
falsificación de estudios mediante alteración de anotaciones de
registros de laboratorio y manipulación manual de equipamiento
científico para que éste brindara resultados falsos.
Esto significa que la información existente respecto de la
concentración residual de glifosato en alimentos y el medio ambiente no
sólo podría ser poco confiable, sino que además es sumamente escasa.
Ante la inminente universalización de un sistema de tratamiento
pesticida basado en una única sustancia cuyos impactos toxicológicos y
ecológicos parecen no haber sido evaluados con la profundidad y el rigor
suficientes, se hace evidente la urgencia de multiplicar localmente
estudios toxicológicos a mediano y largo plazo y dosajes y bio-ensayos
en aguas y suelos de nuestra región pampeana, no sólo con respecto al
principio activo y el producto tal como sale a la venta, sino también
sobre cada uno de los coadyuvantes.
El glifosato puede interferir con algunas funciones enzimáticas en
animales, pero los síntomas de envenenamiento sólo ocurren con dósis muy
altas. Sin embargo, los productos que contienen glifosato también
contienen otros compuestos que pueden ser tóxicos.
Tomado del artículo “toxicología del glifosato: riesgos para la salud humana”, de Jorge Kaczewer
http://www.aimdigital.com.ar/aim/2013/08/29/la-soja-transgenica-y-el-glifosato/
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