Las 5 multinacionales que dominan 35% del mercado de semillas y la farmacéutica mundial cosechan millones de dólares patentando semillas genéticamente modificadas y vendiendo pesticidas cancerígenos
Estas compañías pertenecen a las más grandes sociedades químicas y farmacéuticas del mundo y su negocio consiste en ganar millones patentando semillas genéticamente modificadas (OGM) de un año de duración, vender pesticidas cancerígenos y “crear seres humanos enfermos”. Son las expresiones publicadas luego de la polémica generada por otorgar vía libre a la venta de algunos productos transgénicos en Europa
Las semillas OGM llegan a más de 123 millones de hectáreas esparcidas en 23 países del mundo, difundidas principalmente en Estados Unidos, Argentina, Brasil, Canadá, China e India.
“La enfermedad es el mercado más atrayente que existe pues mas allá
de las ganancias económicas existe el control de masas. Una persona
enferma no es libre". Fuertes expresiones que reflejan una cruda
realidad según algunos análisis que demuestran que se está creando una
generación de seres humanos cada vez más enfermos y más dependientes en
la alimentación y en la salud en beneficio de ciertos grupos.
Según los analistas esto nos provee las multinacionales del OGM:
Sistemas de cultivación venenosos y tóxicos que debilitan la salud de los terrenos y del hombre mismo, predisponiéndolo a las enfermedades.
Semillas que mueren cada año después de la cosecha haciendo a los cultivadores esclavos de un sistema monopólico (vean lo que sucede en países como India, Iraq y muchos otros).
Alimentos modificados genéticamente que lentamente pero inexorablemente envenenan el organismo animal y humano.
Una vez que la población está cada vez más enferma, las mismas corporaciones proveen gentilmente píldoras, vacunas, exámenes, operaciones y fármacos contra las enfermedades creadas por ellos mismos.
Cuando la agricultura transgénica se difunda a distancia con las esporas, las corporaciones tendrán en sus manos la producción de alimentos global. Controlando la producción alimenticia tendrán obviamente el control de la vida de cientos de millones de personas.
Estos super colosos de la OGM crearon un gran banco de semillas en la isla de Spitsbergen en el aislado archipiélago de la Svalbard destinada a conservar 3 millones de variedades de plantas de todo el mundo, pensadas con un sistema de seguridad nunca antes visto a prueba de bombas y todo tipo de accidentes.
El financiamiento proviene de la fundación Rockefeller junto con Monsanto y Syngenta, los dos colosos del biotech, la Pioneer que estudia OGM para la Dupont y la fundación Bil & Melissa Gates de William III Gates dueño de Microsoft.
Los fondos, sin pagar ninguna tasa, van destinados a este colosal y protegido banco de semillas sin considerar que en el mundo existen 1400 (según FAO) universidades serias al servicio de todo el mundo que hacen ese mismo trabajo.
Recordemos el dicho de Henry Kissinger de los años 70: "Quien controla el petróleo controla el país, quien controla los alimentos, controla la población". Los Rockefeller controlaban el petróleo al inicio del siglo y ahora se están organizando para controlar la alimentación.
El agua es el gran problema. Solo la zootecnia y la agricultura ocupan el 70 % del agua del planeta. Para producir 1 tonelada de maíz ¡para alimentar a los animales de matadero, se necesitan cerca de 1000 toneladas de agua!
Los terrenos áridos, impregnados de sustancias químicas pesticidas, sin el vital humus, no absorben correctamente el agua.
En la práctica el agua que no viene absorbida correctamente de la tierra por culpa del hombre, terminará en las faldas acuíferas llevándose detrás además de abono y estiércol, pesticidas, quintales de fármacos (antibióticos, antihistamínicos, hormonas, beta-bloccantes, etc) de los animales.
Las faldas de las aguas que bebemos no por casualidad serán siempre más inquinadas.
Toma de conciencia urgente
Las propuestas para evitar lo inevitable, van desde la sensibilización del peligro creando congresos y convenios hasta proporcionar información a los cultivadores que todavía se mantienen ignorantes de los problemas que causan los OGM.
Según la doctora se deben crear y promover grupos de adquisición solidaria y grupos de intercambio de semillas biológicas ya que si desaparecen las originales por culpa de la invasión de los OGM, en el futuro tendremos que pedir estas semillas a las mismas multinacionales que las destruyeron.
Según los analistas esto nos provee las multinacionales del OGM:
Sistemas de cultivación venenosos y tóxicos que debilitan la salud de los terrenos y del hombre mismo, predisponiéndolo a las enfermedades.
Semillas que mueren cada año después de la cosecha haciendo a los cultivadores esclavos de un sistema monopólico (vean lo que sucede en países como India, Iraq y muchos otros).
Alimentos modificados genéticamente que lentamente pero inexorablemente envenenan el organismo animal y humano.
Una vez que la población está cada vez más enferma, las mismas corporaciones proveen gentilmente píldoras, vacunas, exámenes, operaciones y fármacos contra las enfermedades creadas por ellos mismos.
Cuando la agricultura transgénica se difunda a distancia con las esporas, las corporaciones tendrán en sus manos la producción de alimentos global. Controlando la producción alimenticia tendrán obviamente el control de la vida de cientos de millones de personas.
Estos super colosos de la OGM crearon un gran banco de semillas en la isla de Spitsbergen en el aislado archipiélago de la Svalbard destinada a conservar 3 millones de variedades de plantas de todo el mundo, pensadas con un sistema de seguridad nunca antes visto a prueba de bombas y todo tipo de accidentes.
El financiamiento proviene de la fundación Rockefeller junto con Monsanto y Syngenta, los dos colosos del biotech, la Pioneer que estudia OGM para la Dupont y la fundación Bil & Melissa Gates de William III Gates dueño de Microsoft.
Los fondos, sin pagar ninguna tasa, van destinados a este colosal y protegido banco de semillas sin considerar que en el mundo existen 1400 (según FAO) universidades serias al servicio de todo el mundo que hacen ese mismo trabajo.
Recordemos el dicho de Henry Kissinger de los años 70: "Quien controla el petróleo controla el país, quien controla los alimentos, controla la población". Los Rockefeller controlaban el petróleo al inicio del siglo y ahora se están organizando para controlar la alimentación.
El agua es el gran problema. Solo la zootecnia y la agricultura ocupan el 70 % del agua del planeta. Para producir 1 tonelada de maíz ¡para alimentar a los animales de matadero, se necesitan cerca de 1000 toneladas de agua!
Los terrenos áridos, impregnados de sustancias químicas pesticidas, sin el vital humus, no absorben correctamente el agua.
En la práctica el agua que no viene absorbida correctamente de la tierra por culpa del hombre, terminará en las faldas acuíferas llevándose detrás además de abono y estiércol, pesticidas, quintales de fármacos (antibióticos, antihistamínicos, hormonas, beta-bloccantes, etc) de los animales.
Las faldas de las aguas que bebemos no por casualidad serán siempre más inquinadas.
Toma de conciencia urgente
Las propuestas para evitar lo inevitable, van desde la sensibilización del peligro creando congresos y convenios hasta proporcionar información a los cultivadores que todavía se mantienen ignorantes de los problemas que causan los OGM.
Según la doctora se deben crear y promover grupos de adquisición solidaria y grupos de intercambio de semillas biológicas ya que si desaparecen las originales por culpa de la invasión de los OGM, en el futuro tendremos que pedir estas semillas a las mismas multinacionales que las destruyeron.
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