El académico Andrés E. Carrasco no tiene problemas para exponer los
negativos efectos generados por los cultivos transgénicos en su país,
Argentina, donde Monsanto levanta tres gigantescas plantas de
procesamiento de semillas transgénicas en Córdoba y Tucumán. El doctor
Carrasco dirige el laboratorio de Embriología Molecular de la Facultad
de Medicina de la Universidad de Buenos Aires y Conicet, la Comisión de
Investigación Científica y Técnica. Disertó sobre agronegocios,
extractivismo y tecnociencia en la universidad de Bogotá, y luego
participó activamente en la jornada que realizó a fines de mayo en ese
país la Red por una América Latina Libre de Transgénicos, RALLT. Allí lo
entrevistó Punto Final.
¿Qué pasó después que usted en 2009 decidió dar a conocer
los resultados de sus experimentos sobre el glifosato, y la relación con
malformaciones congénitas que se presentan en fetos humanos expuestos a
ese herbicida?
“Las madres afectadas, organizadas en Córdoba y localidades vecinas a
los cultivos de soja, comenzaron a buscarme para entender más de lo que
les estaba ocurriendo con las fumigaciones aéreas con glifosato. Desde
los círculos oficiales fui objetado porque di a conocer esos resultados
antes de que salieran en una revista científica. Yo soy médico, e
investigo para la gente, porque esto afecta a la gente y deben saberlo
cuanto antes. Desde entonces he estado vinculado a la lucha de esas
madres y cuando el año 2012 se realizó un juicio inédito en Ituizangó,
Córdoba, por las fumigaciones aéreas con glifosato, fui uno de los
testigos que explicó al tribunal la relación entre las malformaciones,
el cáncer y las aspersiones aéreas con glifosato. Las Madres de
Ituizango obtuvieron un fallo a su favor, que reconoció que esas
fumigaciones eran un delito.
Luego de una charla en Alemania sobre el glifosato, hubo funcionarios
que viajaron tratando sin éxito de desmentirme. Ese primer estudio
-Herbicidas basados en Glifosato producen efectos teratogénicos en
vertebrados interfiriendo en el metabolismo del acido retinoico - (Glyphosate-based herbicides produce teratogenic effects on vertebrates by impairing retinoic acid signaling) fue publicado en 2010 en la revista científica Chemical Research Toxicology. En 2013 junto a un equipo publiqué en la revista Advances in Molecular Toxicology
una Revisión de los Efectos de los Plaguicidas Usados en los Cultivos
Transgénicos en América Latina, (Pesticides Used in South American
GMO-Based Agriculture: a Review of their effects on Humans and Animal
Models).
Científico polémico
El profesor Andrés E.Carrasco no para de investigar y de informar.
Durante la reunión de la RALLT sus estudiantes le informaron por
twitter que habían hecho importantes hallazgos sobre toxicidad del
glufosinato de amonio, un herbicida utilizado en cultivos transgénicos, y
él resplandecía. “Estoy feliz de trabajar con ellos, hay una nueva
generación de científicos con otra mirada. Creo que me lo merezco”, dijo
a PF. Tiene dos hijos, uno es diseñador gráfico y la hija, actriz. El
doctor Carrasco además revela verdades en su programa semanal de radio,
“Silencio Cómplice”, en FM Tribu. Cuando sus hallazgos incomodaron al
oficialismo renunció voluntariamente al cargo de subsecretario de
Investigación Científica y Tecnológica del Ministerio de Defensa, que
ocupó en el primer gobierno de Cristina Fernández de Kirchner.
¿Qué evidencias puede citar sobre efectos nocivos de los agroquímicos?
“A partir de entonces se han generado diversos estudios en el mundo y
en Argentina. Uno de los más recientes, mayo de 2012, “Relación entre
el uso de agroquímicos y el estado sanitario” fue liderado por Mirta
Liliana Ramírez, investigadora del Conicet. Documenta el aumento de
cáncer y malformaciones en zonas sojeras y arroceras de la provincia
del Chaco, con uso intensivo de los plaguicidas endosulfan, glifosato,
paraquat y cipermetrina, entre otros. El informe fue entregado al
Ministerio de Salud, pero no tuvo respuesta. Se realizaron 2.500
encuestas y revisión de datos oficiales, concluyendo que por ejemplo en
Avia Terai, una localidad rodeada de cultivos de soja y girasol
fumigados entre diez y doce veces al año, el 31,3 por ciento de la
población relevada declara haber tenido algún familiar con cáncer. Los
muy altos índices de cáncer, y también de discapacidad, se repitieron en
otras tres ciudades cercadas por campos transgénicos: Campo Largo,
Napenay y La Leonesa. Además, una investigación de la Facultad de
Medicina de Rosario, encabezada por el doctor Damián Verzeñassi
comprobó en la localidad agroindustrial de Bovril, Entrerríos, un
notable incremento de los casos de cáncer. En la última década pasó a
ser la principal causa de muerte. La incidencia de cáncer allí es de
236,78 casos por cada 100.000 habitantes, mientras que la tasa media en
Argentina para el año 2008 era de 206 por cada cien mil habitantes.”
¿Y las malformaciones congénitas?
“Hay 10 millones de personas que viven en los territorios ocupados
por cultivos transgénicos, que son 23.5 millones de hectáreas, de las
cuales un 40% está en manos de tan sólo un 3% de productores. Está
probado que en diez años las malformaciones en ese territorio han
aumentado en un 400%. La doctora Trombotto, del Hospital de Obstetricia y
Neonatología de la Universidad Nacional de Córdoba estudió en 111 mil
recién nacidos la prevalencia de malformaciones congénitas mayores (MCM)
de tipo craneofacial, gastroschisis (defecto en la pared abdominal
anterior a través del cual los contenidos abdominales sobresalen
libremente) y extremidades, concluyendo que en 1991 la tasa era de 16.2
por cada 10.000 nacidos y en 2003, subió a 37.1 por cada diez mil
nacidos.”
¿Por qué dice que no hay que hablar por separado de transgénicos y plaguicidas?
“Porque cuando en la discusión se separa los plaguicidas de los
transgénicas, hay una pérdida de consistencia en las raíces del
problema. Es como si unos vieran los agrotóxicos sólo por sus efectos en
los insectos, otros sobre las malezas y otros sobre los alimentos, por
separado. Cuando un problema es así de complejo, no es una sumatoria.
Todos tienen un tronco común geopolítico. Siguiendo el pensamiento de
Aníbal Quijano podemos decir que en América no hubo descolonización
cultural y predomina una obediencia epistémica a la manera europea. Con
el genocidio colonial se destruyeron también las formas de pensar, los
códigos y miradas de la naturaleza que fueron remplazados por la mirada
europea. Para encarar los problemas de hoy no podemos seguir en esa
misma lógica. Observo un despertar de pueblos originarios. En algunos
lugares hay miradas que permiten ver de otra manera lo que ocurre cuando
los imperios quieren recuperar el control para utilizar los recursos
naturales, que para nosotros son los bienes comunes. Para descolonizar
el poder, tenemos que pensar desde América.
EL CASO DE CHILE
¿Qué juicio le merecen las evaluaciones de riesgo que hacen las empresas?
Las empresas manejan también nuestra discusión. Las corporaciones
mineras, farmacéuticas y biotecnológicas son redes de poder que expresan
las tendencias de dominación de algunas sociedades
sobre otras. Son los
nuevos “marines”, son formas de ocupación que separan a la gente de la
tierra. Generan espacios para que discutamos sobre ello, sin darnos
cuenta de que hay una ocupación literal de territorios para apoderarse
de ellos. En el caso de Chile, es la minería y la producción de semillas
para el hemisferio norte. Si el imperio me hace fabricar semillas
transgénicas, soy un comodín en el juego global, ya no tengo identidad.
El país cede y le permite un espacio de poder. Paraguay es una víctima
del avance neocolonial y Honduras también. Monsanto no tiene derecho a
hacer lo que quiere con los pueblos. Eso es un acto de
neocolonialismo.”
¿Y cómo salimos de esta lógica?
“Creo que las alternativas las tienen los pueblos originarios por su
forma de relacionarse con la naturaleza. Hay que definirnos entre vivir
para cuidar la naturaleza o para apropiarnos de ella, por ejemplo a
través de las patentes. Los conquistadores partieron haciendo la
‘taxonomía’ la clasificación del mundo vivo. “Te doy la vida” y te
nombro. Hoy que ya destruyeron la tierra, pretenden crear otra
Naturaleza…y sacar a la gente de los territorios. Esta es una
construcción mental europea y también de Estados Unidos que heredó lo
peor de ese pensamiento. Por eso entiendo la lucha
contra los extractivismos, por ejemplo, de los docentes de Famatima, en
La Rioja; ellos no quieren que la montaña sea destruida, vaciada por un
megaproyecto minero canadiense. Los pueblos originarios sabían hacer las cosas, sabían que no podían destruir. Hemos retrocedido.
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Lucía Sepúlveda Ruiz
www.periodismosanador.blogspot.com
En Punto Final 786 (26 de julio al 8 de agosto)
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