Las negociaciones del tratado de libre
comercio entre la UE y Estados Unidos podrían llevar al desmantelamiento
de importantes leyes europeas que protegen la salud y el medio
ambiente
Los europeos estamos hoy más protegidos que los estadounidenses ante una serie de riesgos. Tenemos unas normas que en algunos aspectos protegen, mucho mejor que en los Estados Unidos, la ecología, la salud y el derecho a la información y la libre elección de las personas.
Es por eso que aquí, una serie de productos están prohibidos o muy limitados. Por ejemplo, la carne con hormonas o los transgénicos (siendo España el único país europeo al que le cabe el triste privilegio de tener cultivos transgénicos de cierta extensión). Al otro lado el Atlántico no tienen, tampoco, algo como el reglamento REACH, que intenta poner algo de orden (aunque sea a trancas y a barrancas) en el proceloso mundo de las decenas de miles de sustancias químicas que pueden contaminarnos a todos y muchas de las cuales pueden tener que ver con la progresión de algunas enfermedades, tal y como dice la comunidad científica. Y podrían citarse más aspectos en los que las normas europeas son más exigentes (restos de pesticidas en alimentos, aditivos en alimentos, etiquetado de productos,....).
Pero algunas de esas diferencias que nos protegen más a los europeos pueden correr riesgo de desaparecer en breve a causa de las negociaciones que en estos momentos se están desarrollando entre la Unión Europea y Estados Unidos para un tratado de libre comercio (conocido como TTIP o TAFTA).
Unas negociaciones a puerta cerrada, sin transparencia. No se está informando a la ciudadanía acerca de los textos que se manejan. Todo ello a pesar de lo mucho que lo que se negocia puede afectar a la vida de cientos de millones de personas.
En ellas podría estarse tramando igualar los requerimientos a ambos lados del Atlántico, pero claro está, a base de rebajarlos, eliminando controles. Haciendo que sean las propias industrias que debieran ser controladas, las que controlen todo, con la excusa de terminar con las "trabas" al comercio.
Desde hace mucho, ciertos sectores económicos luchan a brazo partido contra una serie de regulaciones europeas que, como las ambientales, son un freno para eso que llaman "libre" comercio, y que en el fondo, no es más que poner los intereses de una serie de grandes negocios concretos por encima de toda otra consideración. Dar libertad a ciertos grandes comerciantes de hacer lo que les venga en gana, pisoteando libertades y derechos ajenos.
El escenario de la crisis, y el miedo que esta ayuda a proyectar, tan convenientemente, podrían abonar el terreno. Pareciera que ahora algunos gobernantes europeos podrían ser más permeables a que, con la supuesta escusa de "agilizar" la economía a toda costa, se aplicase un irracional "todo vale" que desde luego no haría ningún favor a sus representados. También parece que con ello se querría mejorar la competencia con China y otros países asiáticos, aunque fuese a costa de parecerse más a ellos en algunas cosas nada recomendables. Pero la verdad es que se discute mucho que las medidas propuestas tuviesen un impacto real , ni siquiera mínimo, en un crecimiento de la economía y el empleo en Europa y Estados Unidos.
Como denuncian ONGs como Amigos de la Tierra y el Instituto para la Agricultura y la Política Comercial (IATP, por sus siglas en inglés), grandes empresas multinacionales, como algunas químicas, agroindustriales y biotecnológicas, están presionando fuertemente en estos momentos para llevarse por delante las restricciones europeas a los alimentos transgénicos, las normas de etiquetado de los alimentos, el uso del principio de precaución en la seguridad alimentaria, ciertas normas de protección de la salud, la regulación de las empresas contaminantes, el principio de "el que contamina paga"... y otras cosas. Todo dentro de esas negociaciones sobre el "libre comercio" entre la UE y EE.UU.
Porque esas cosas son, para esas multinacionales, "barreras al comercio". Para el resto de los ciudadanos son, más bien, barreras que les protegen de toda clase de abusos. No tanto "barreras al comercio", como reglas que garantizan que ciertos comerciantes, con la excusa de tener las manos libres para comerciar, o para forrarse, no arrasen con todo.
Pero esas normas que protegen a los europeos, dándoles una serie de garantías y derechos, niegan o limitan a una serie de grandes empresas el acceso a un mercado, el del Viejo Continente que, de no ser por eso, les daría grandes ganancias.
Pensemos, por ejemplo, en una gran multinacional que vendiese felizmente miles de toneladas de un pesticida, inundando con él millones de hectáreas de cultivo en los Estados Unidos pero que, cuando quisiera venderlo en Europa se encontrase con que no puede. Todo por la "minucia" de que, ante la evidencia científica existente, los europeos han decidido prohibirlo (porque, pongamos por caso puede producir cáncer, infertilidad,... o, quien sabe si arrasar las poblaciones de abejas o de ranas). ¡Estos europeos! ¡Como son! ¡Como se les ocurre poner una traba al sacrosanto "libre" comercio de esa sustancia por esas tonterías!
O pensemos en uno de los temas clásicos. El de los transgénicos. Resulta que muchos gobiernos europeos, haciendo caso de la Ciencia y del sentir mayoritario de la población, contraria a estos productos, han prescindido o puesto trabas a los alimentos transgénicos. Pero, se preguntan esas multinacionales ¿es que ha de ser acaso el sentir mayoritario de la población un freno a que les vendamos transgénicos también a los europeos? ¿Qué es eso de que la voluntad de la gente y el derecho a elegir qué quieren o no comer, prevalezca sobre nuestra libertad de obligar a que nos compre incluso el que no quiere comprarnos?
Que haya ciertas normas que regulen la presencia en la dieta de una serie de contaminantes parece ser también otra "traba" al libre comercio. Porque, ¿por qué hay que perjudicar el negocio de algunas multinacionales que así no pueden vendernos cosas más contaminadas? Es más ¿por qué no cambiamos las normas haciendo que digan que eso no es "contaminación" sino que ésas sustancias hasta son beneficiosas, diga lo que diga la Ciencia? La Ciencia, amigos, demasiadas veces, no es más que otra engorrosa "traba" al "libre" comercio.
Otro asunto que les quita el sueño a algunas de estas empresas que presionan ahora para que Europa acabe con sus restricciones es el de la carne con hormonas. ¿Qué es eso de que un europeo no quiera comer carne con hormonas por entender que puede tener riesgos para su salud? ¿Como se atreve a anteponer su salud a la libertad de ciertas empresas de vendérsela y forzarle a que se la coma, quiera o no quiera?
La libertad de elección del consumidor europeo es, de hecho, otra "traba" al comercio. Una traba inadmisible. El consumidor, para no poner "trabas" al comercio, no ha de tener derecho siquiera a eso de "como las lentejas, si quieres las comes y si no las dejas". Quiera o no quiera las "lentejas", -transgénicos, carne con hormonas o alimentos con ciertos niveles de contaminantes- a la fuerza, ha de tragárselas.
Para ello, una inteligente medida es eliminar la posibilidad de que el consumidor sepa siquiera qué es lo que está comiendo. De ahí la insistencia en llevarse por delante ciertos requisitos de etiquetado de los alimentos que proporcionan al consumidor información sobre sus ingredientes (incluyendo la presencia de transgénicos) y sobre su procedencia. ¡Magnífico!
Si un consumidor supiese lo que contiene algo podría tener la tentación de no querer comprarlo y eso, claro , podría hacer perder dinero a alguna empresa, cosa a evitar a toda costa. La información al ciudadano es una traba para cierta clase de "libre" comercio. Muy libre para unos y nada para otros.
¡Qué es eso de que estos europeos remilgados quieran saber qué es lo que les servimos! Que coman y callen, que para eso están. ¿Es que se creen con derecho a elegir qué quieren comer y qué no? ¿Qué grosería es, por ejemplo, esa de poner en una etiqueta si algo contiene o no transgénicos?
La libertad de unas pocas empresas de obtener sus sacrosantos beneficios no ha de tener freno. No solo, si hace al caso, añadiendo hormonas o manipulando genéticamente, sino eliminando también la posibilidad de que alguien no quiera comprar sus productos. Los consumidores, quieran o no, han de verse obligados a comprarlos.
Todo un hermoso canto a la libertad, sin duda. A la libertad total -realmente, libertinaje- de unos cuantos. La libertad de unas pocas grandes corporaciones de vender lo que quieran, donde quieran y con los "controles" que quieran, incluso de forzar a comprar al que no quiera hacerlo, ha de prevalecer aquí sobre la libertad de la mayoría de la población de un continente. Eso es lo que podría estar ventilándose, nada menos, en unas negociaciones sobre "libre comercio" de las que los europeos no están siendo debidamente informados.
Como argumenta Amigos de la Tierra "el acuerdo propuesto podría representar una amenaza muy seria a la protección ambiental y social en Europa. Sectores de la industria llevan años diciendo que las normas europeas de protección de la salud humana, del medio ambiente y del bienestar social son una barrera al comercio. Piden un reconocimiento automático mutuo de las normas (lo que significa que la UE tendría que aceptar la importación de productos estadounidenses independientemente de si cumplen la legislación europea o no, y vice- versa), o nuevas normas armonizadas o globales. Esto significaría una revisión a la baja de las normas de protección del medio ambiente y de las personas, aumentando los riesgos para la salud y la seguridad entre otros"
Como añade también la citada ONG: "Cambios impuestos mediante un acuerdo comercial de obligado cumplimiento aniquilan la capacidad de los estados de actuar democráticamente en respuesta a la preocupación de sus ciudadanos". Podría llegarse al extremo de que las empresas pudiesen "denunciar a gobiernos por pérdidas de ingresos cuando consideran que la legislación afecta a sus beneficios (potenciales)" eludiendo los sistemas judiciales nacionales y acudiendo directamente a ciertos peculiares tribunales internacionales influidos por los inversores. Así, por ejemplo, si un Gobierno cualquiera dictase una norma que perjudicase al negocio de una compañía , por ejemplo, por prohibir una sustancia peligrosa, podría verse sometido a esos singulares "tribunales" internacionales de arbitraje que, teniendo más en cuenta el negocio particular que la salud humana, fallasen contra ese Gobierno.
La gran cuestión aquí es hasta qué punto una serie de intereses comerciales pueden anteponerse a cualquier otra clase de derechos y preocupaciones que se han visto expresadas, no sin décadas de esfuerzo de las sociedades democráticas, en la redacción de una serie de leyes promulgadas para proteger una serie de derechos de millones de personas, como el derecho a la salud, por ejemplo. Básicamente, lo que está en juego, como siempre, es si el dinero está por encima de todo o no. La democracia incluida.
Es evidente, y hasta es una frase hecha, que la libertad de uno termina donde comienza la de otro. Y si la libertad de ciertos sectores poderosos se salda con la eliminación de derechos básicos de millones de personas, como el derecho a elegir libremente qué quieren o no comer, o si quieren o no envenenarse y hasta qué punto,... esa "libertad" tan desmesurada de unos cuantos que tienen las manos demasiado libres para imponerse sobre el resto parece, desde luego, poco democrática. Se parece demasiado a la libertad de unos dictadores económicos en la sombra que hacen y deshacen a su antojo. Controlando a unos aparentes "gobernantes" que prevaricarían al traducir ésos oscuros designios en acuerdos o normas contrarias a los intereses de los electores. Eso sí, camuflando todo con amables disfraces de "libertad", de falsa "mejora" económica,... y demás.
Si no queremos amanecer un día en un sórdido escenario de novela de ciencia ficción donde una serie de grandes corporaciones lo controlen todo a costa de una humanidad que malviva en un mundo envenenado y manipulado hasta la náusea, es más que probable que una serie de cosas deban ser controladas.
Que en nombre de la "libertad" de comercio algunos parezcan dispuestos a sacrificar una serie de libertades fundamentales de millones de personas no puede por menos que parecer repugnante. Un libre "comercio" que realmente sería un comercio esclavo, ya que no existiría realmente respeto alguno hacia los clientes, considerados más bien como rehenes obligados a consumir una serie de cosas y sin derecho real a elegir otras.
Puede defenderse el libre comercio. Pero libre de verdad y para todos. ¿De qué "libre" mercado se está hablando aquí?. ¿Libre para quién? ¿Libre de garantías sanitarias suficientemente exigentes, libre de responsabilidades para una serie de grandes empresas,...?
Es, al fin y al cabo, Europa -lo que queda de bueno como carácter diferencial de Europa- lo que está en juego. Y ello no debe ser sacrificado en los altares de ninguna supuesta "libertad de comercio", que se lleve por delante otras libertades más importantes que las mercantiles.
Coincido con la apreciación de Amigos de la Tierra cuando, hablando de estas negociaciones sobre el tratado de libre comercio UE-EE.UU. afirman que "el único acuerdo comercial aceptable es uno que permita construir un futuro mejor mediante el apoyo a las economías y los empleos locales, un medio ambiente más limpio y una buena protección social; un acuerdo que se centre en el interés de las personas y el planeta, por encima de los intereses de unos cuantos inversores y grandes negocios"
Si una serie de enfoques prosperan, cosas como la galopante desnaturalización de la producción de alimentos, con todas sus consecuencias sociales, ambientales y sanitarias, podrían dispararse hasta niveles alucinantes. Cada día lo sostenible y saludable se arrinconan más, para que la gran industria del agro-negocio aumente sus márgenes de beneficio, importando poco que para ello cosas como la agroquímica emponzoñen los campos, las aguas y aún los propios alimentos con graves consecuencias.
Obviamente, lejos de agravar esa situación, como parece que se pretende, lo que se debería hacer es lo contrario. En Europa, de hecho, hay algunos movimientos, e incluso algunas normas y reglamentos en vigor, en ese sentido, que con no pocas dificultades, intentaban mejorar las cosas. A veces dando un paso adelante y dos hacia detrás. Pero de materializarse algunos enfoques que se están manejando en las negociaciones aludidas, todo lo conseguido podría desmoronarse.
Pero es que no solo se dificultarían las iniciativas sanas y sostenibles a nivel de países, sino incluso las individuales o locales, llegando a niveles de verdadero delirio. Empeorándose las cosas no solo en Europa, sino también en Estados Unidos. Un ejemplo de ello es el que sigue. Como cada vez más gente es consciente de los riesgos y abusos de la gran industria agroalimentaria, menudean por el mundo los ejemplos de colectivos de personas que buscando escapar de ésos designios, establecen redes de abastecimiento de productos locales (muchas veces ecológicos) controladas por los propios consumidores. Pues bien, tal y como denuncia Amigos de la Tierra, resulta que como la gran agroindustria considera que ello puede perjudicar a sus intereses, existe el riesgo de que, tras las negociaciones en marcha, ésas prácticas sean consideradas ¡ilegales! Porque, por lo visto, serían también una "barrera al comercio". ¿Al comercio de quien? ¿Qué locura es esta?
Curioso liberticidio este en nombre del "libre" comercio.
A ver qué hacen nuestros políticos de la Comisión Europea, el Parlamento Europeo, o los Estados miembros de la UE. ¿Defenderán a los europeos, la democracia, el medio ambiente,... o a cuatro multinacionales con unas manos demasiado largas que se creen con derecho de pernada sobre la vieja Europa?
Y , en concreto, ¿qué harán nuestros gobernantes nacionales?. ¿Qué clase de defensa de los intereses nacionales sería renunciar a la soberanía en asuntos tan cruciales?. Estaremos atentos.
Como apunta Amigos de la Tierra "el futuro de nuestra alimentación, nuestra agricultura y nuestro medio ambiente está en juego. Nada más y nada menos".
Pero no solo es eso, ya que al margen de lo comentado, también se están negociando aspectos que podrían dar la vuelta, y no para bien, a muchas cosas del modelo social europeo, llevarse por delante derechos civiles básicos (como si las empresas han de tener derecho ilimitado o no a acceder a datos personales de los ciudadanos), dificultar el acceso a medicamentos genéricos básicos,... y muchas cosas más. Todo a puerta cerrada y sin que la sociedad europea ni se esté enterando ni, a lo que se ve, se movilice frente a lo que podría venírsele encima.
Los europeos estamos hoy más protegidos que los estadounidenses ante una serie de riesgos. Tenemos unas normas que en algunos aspectos protegen, mucho mejor que en los Estados Unidos, la ecología, la salud y el derecho a la información y la libre elección de las personas.
Es por eso que aquí, una serie de productos están prohibidos o muy limitados. Por ejemplo, la carne con hormonas o los transgénicos (siendo España el único país europeo al que le cabe el triste privilegio de tener cultivos transgénicos de cierta extensión). Al otro lado el Atlántico no tienen, tampoco, algo como el reglamento REACH, que intenta poner algo de orden (aunque sea a trancas y a barrancas) en el proceloso mundo de las decenas de miles de sustancias químicas que pueden contaminarnos a todos y muchas de las cuales pueden tener que ver con la progresión de algunas enfermedades, tal y como dice la comunidad científica. Y podrían citarse más aspectos en los que las normas europeas son más exigentes (restos de pesticidas en alimentos, aditivos en alimentos, etiquetado de productos,....).
Pero algunas de esas diferencias que nos protegen más a los europeos pueden correr riesgo de desaparecer en breve a causa de las negociaciones que en estos momentos se están desarrollando entre la Unión Europea y Estados Unidos para un tratado de libre comercio (conocido como TTIP o TAFTA).
Unas negociaciones a puerta cerrada, sin transparencia. No se está informando a la ciudadanía acerca de los textos que se manejan. Todo ello a pesar de lo mucho que lo que se negocia puede afectar a la vida de cientos de millones de personas.
En ellas podría estarse tramando igualar los requerimientos a ambos lados del Atlántico, pero claro está, a base de rebajarlos, eliminando controles. Haciendo que sean las propias industrias que debieran ser controladas, las que controlen todo, con la excusa de terminar con las "trabas" al comercio.
Desde hace mucho, ciertos sectores económicos luchan a brazo partido contra una serie de regulaciones europeas que, como las ambientales, son un freno para eso que llaman "libre" comercio, y que en el fondo, no es más que poner los intereses de una serie de grandes negocios concretos por encima de toda otra consideración. Dar libertad a ciertos grandes comerciantes de hacer lo que les venga en gana, pisoteando libertades y derechos ajenos.
El escenario de la crisis, y el miedo que esta ayuda a proyectar, tan convenientemente, podrían abonar el terreno. Pareciera que ahora algunos gobernantes europeos podrían ser más permeables a que, con la supuesta escusa de "agilizar" la economía a toda costa, se aplicase un irracional "todo vale" que desde luego no haría ningún favor a sus representados. También parece que con ello se querría mejorar la competencia con China y otros países asiáticos, aunque fuese a costa de parecerse más a ellos en algunas cosas nada recomendables. Pero la verdad es que se discute mucho que las medidas propuestas tuviesen un impacto real , ni siquiera mínimo, en un crecimiento de la economía y el empleo en Europa y Estados Unidos.
Como denuncian ONGs como Amigos de la Tierra y el Instituto para la Agricultura y la Política Comercial (IATP, por sus siglas en inglés), grandes empresas multinacionales, como algunas químicas, agroindustriales y biotecnológicas, están presionando fuertemente en estos momentos para llevarse por delante las restricciones europeas a los alimentos transgénicos, las normas de etiquetado de los alimentos, el uso del principio de precaución en la seguridad alimentaria, ciertas normas de protección de la salud, la regulación de las empresas contaminantes, el principio de "el que contamina paga"... y otras cosas. Todo dentro de esas negociaciones sobre el "libre comercio" entre la UE y EE.UU.
Porque esas cosas son, para esas multinacionales, "barreras al comercio". Para el resto de los ciudadanos son, más bien, barreras que les protegen de toda clase de abusos. No tanto "barreras al comercio", como reglas que garantizan que ciertos comerciantes, con la excusa de tener las manos libres para comerciar, o para forrarse, no arrasen con todo.
Pero esas normas que protegen a los europeos, dándoles una serie de garantías y derechos, niegan o limitan a una serie de grandes empresas el acceso a un mercado, el del Viejo Continente que, de no ser por eso, les daría grandes ganancias.
Pensemos, por ejemplo, en una gran multinacional que vendiese felizmente miles de toneladas de un pesticida, inundando con él millones de hectáreas de cultivo en los Estados Unidos pero que, cuando quisiera venderlo en Europa se encontrase con que no puede. Todo por la "minucia" de que, ante la evidencia científica existente, los europeos han decidido prohibirlo (porque, pongamos por caso puede producir cáncer, infertilidad,... o, quien sabe si arrasar las poblaciones de abejas o de ranas). ¡Estos europeos! ¡Como son! ¡Como se les ocurre poner una traba al sacrosanto "libre" comercio de esa sustancia por esas tonterías!
O pensemos en uno de los temas clásicos. El de los transgénicos. Resulta que muchos gobiernos europeos, haciendo caso de la Ciencia y del sentir mayoritario de la población, contraria a estos productos, han prescindido o puesto trabas a los alimentos transgénicos. Pero, se preguntan esas multinacionales ¿es que ha de ser acaso el sentir mayoritario de la población un freno a que les vendamos transgénicos también a los europeos? ¿Qué es eso de que la voluntad de la gente y el derecho a elegir qué quieren o no comer, prevalezca sobre nuestra libertad de obligar a que nos compre incluso el que no quiere comprarnos?
Que haya ciertas normas que regulen la presencia en la dieta de una serie de contaminantes parece ser también otra "traba" al libre comercio. Porque, ¿por qué hay que perjudicar el negocio de algunas multinacionales que así no pueden vendernos cosas más contaminadas? Es más ¿por qué no cambiamos las normas haciendo que digan que eso no es "contaminación" sino que ésas sustancias hasta son beneficiosas, diga lo que diga la Ciencia? La Ciencia, amigos, demasiadas veces, no es más que otra engorrosa "traba" al "libre" comercio.
Otro asunto que les quita el sueño a algunas de estas empresas que presionan ahora para que Europa acabe con sus restricciones es el de la carne con hormonas. ¿Qué es eso de que un europeo no quiera comer carne con hormonas por entender que puede tener riesgos para su salud? ¿Como se atreve a anteponer su salud a la libertad de ciertas empresas de vendérsela y forzarle a que se la coma, quiera o no quiera?
La libertad de elección del consumidor europeo es, de hecho, otra "traba" al comercio. Una traba inadmisible. El consumidor, para no poner "trabas" al comercio, no ha de tener derecho siquiera a eso de "como las lentejas, si quieres las comes y si no las dejas". Quiera o no quiera las "lentejas", -transgénicos, carne con hormonas o alimentos con ciertos niveles de contaminantes- a la fuerza, ha de tragárselas.
Para ello, una inteligente medida es eliminar la posibilidad de que el consumidor sepa siquiera qué es lo que está comiendo. De ahí la insistencia en llevarse por delante ciertos requisitos de etiquetado de los alimentos que proporcionan al consumidor información sobre sus ingredientes (incluyendo la presencia de transgénicos) y sobre su procedencia. ¡Magnífico!
Si un consumidor supiese lo que contiene algo podría tener la tentación de no querer comprarlo y eso, claro , podría hacer perder dinero a alguna empresa, cosa a evitar a toda costa. La información al ciudadano es una traba para cierta clase de "libre" comercio. Muy libre para unos y nada para otros.
¡Qué es eso de que estos europeos remilgados quieran saber qué es lo que les servimos! Que coman y callen, que para eso están. ¿Es que se creen con derecho a elegir qué quieren comer y qué no? ¿Qué grosería es, por ejemplo, esa de poner en una etiqueta si algo contiene o no transgénicos?
La libertad de unas pocas empresas de obtener sus sacrosantos beneficios no ha de tener freno. No solo, si hace al caso, añadiendo hormonas o manipulando genéticamente, sino eliminando también la posibilidad de que alguien no quiera comprar sus productos. Los consumidores, quieran o no, han de verse obligados a comprarlos.
Todo un hermoso canto a la libertad, sin duda. A la libertad total -realmente, libertinaje- de unos cuantos. La libertad de unas pocas grandes corporaciones de vender lo que quieran, donde quieran y con los "controles" que quieran, incluso de forzar a comprar al que no quiera hacerlo, ha de prevalecer aquí sobre la libertad de la mayoría de la población de un continente. Eso es lo que podría estar ventilándose, nada menos, en unas negociaciones sobre "libre comercio" de las que los europeos no están siendo debidamente informados.
Como argumenta Amigos de la Tierra "el acuerdo propuesto podría representar una amenaza muy seria a la protección ambiental y social en Europa. Sectores de la industria llevan años diciendo que las normas europeas de protección de la salud humana, del medio ambiente y del bienestar social son una barrera al comercio. Piden un reconocimiento automático mutuo de las normas (lo que significa que la UE tendría que aceptar la importación de productos estadounidenses independientemente de si cumplen la legislación europea o no, y vice- versa), o nuevas normas armonizadas o globales. Esto significaría una revisión a la baja de las normas de protección del medio ambiente y de las personas, aumentando los riesgos para la salud y la seguridad entre otros"
Como añade también la citada ONG: "Cambios impuestos mediante un acuerdo comercial de obligado cumplimiento aniquilan la capacidad de los estados de actuar democráticamente en respuesta a la preocupación de sus ciudadanos". Podría llegarse al extremo de que las empresas pudiesen "denunciar a gobiernos por pérdidas de ingresos cuando consideran que la legislación afecta a sus beneficios (potenciales)" eludiendo los sistemas judiciales nacionales y acudiendo directamente a ciertos peculiares tribunales internacionales influidos por los inversores. Así, por ejemplo, si un Gobierno cualquiera dictase una norma que perjudicase al negocio de una compañía , por ejemplo, por prohibir una sustancia peligrosa, podría verse sometido a esos singulares "tribunales" internacionales de arbitraje que, teniendo más en cuenta el negocio particular que la salud humana, fallasen contra ese Gobierno.
La gran cuestión aquí es hasta qué punto una serie de intereses comerciales pueden anteponerse a cualquier otra clase de derechos y preocupaciones que se han visto expresadas, no sin décadas de esfuerzo de las sociedades democráticas, en la redacción de una serie de leyes promulgadas para proteger una serie de derechos de millones de personas, como el derecho a la salud, por ejemplo. Básicamente, lo que está en juego, como siempre, es si el dinero está por encima de todo o no. La democracia incluida.
Es evidente, y hasta es una frase hecha, que la libertad de uno termina donde comienza la de otro. Y si la libertad de ciertos sectores poderosos se salda con la eliminación de derechos básicos de millones de personas, como el derecho a elegir libremente qué quieren o no comer, o si quieren o no envenenarse y hasta qué punto,... esa "libertad" tan desmesurada de unos cuantos que tienen las manos demasiado libres para imponerse sobre el resto parece, desde luego, poco democrática. Se parece demasiado a la libertad de unos dictadores económicos en la sombra que hacen y deshacen a su antojo. Controlando a unos aparentes "gobernantes" que prevaricarían al traducir ésos oscuros designios en acuerdos o normas contrarias a los intereses de los electores. Eso sí, camuflando todo con amables disfraces de "libertad", de falsa "mejora" económica,... y demás.
Si no queremos amanecer un día en un sórdido escenario de novela de ciencia ficción donde una serie de grandes corporaciones lo controlen todo a costa de una humanidad que malviva en un mundo envenenado y manipulado hasta la náusea, es más que probable que una serie de cosas deban ser controladas.
Que en nombre de la "libertad" de comercio algunos parezcan dispuestos a sacrificar una serie de libertades fundamentales de millones de personas no puede por menos que parecer repugnante. Un libre "comercio" que realmente sería un comercio esclavo, ya que no existiría realmente respeto alguno hacia los clientes, considerados más bien como rehenes obligados a consumir una serie de cosas y sin derecho real a elegir otras.
Puede defenderse el libre comercio. Pero libre de verdad y para todos. ¿De qué "libre" mercado se está hablando aquí?. ¿Libre para quién? ¿Libre de garantías sanitarias suficientemente exigentes, libre de responsabilidades para una serie de grandes empresas,...?
Es, al fin y al cabo, Europa -lo que queda de bueno como carácter diferencial de Europa- lo que está en juego. Y ello no debe ser sacrificado en los altares de ninguna supuesta "libertad de comercio", que se lleve por delante otras libertades más importantes que las mercantiles.
Coincido con la apreciación de Amigos de la Tierra cuando, hablando de estas negociaciones sobre el tratado de libre comercio UE-EE.UU. afirman que "el único acuerdo comercial aceptable es uno que permita construir un futuro mejor mediante el apoyo a las economías y los empleos locales, un medio ambiente más limpio y una buena protección social; un acuerdo que se centre en el interés de las personas y el planeta, por encima de los intereses de unos cuantos inversores y grandes negocios"
Si una serie de enfoques prosperan, cosas como la galopante desnaturalización de la producción de alimentos, con todas sus consecuencias sociales, ambientales y sanitarias, podrían dispararse hasta niveles alucinantes. Cada día lo sostenible y saludable se arrinconan más, para que la gran industria del agro-negocio aumente sus márgenes de beneficio, importando poco que para ello cosas como la agroquímica emponzoñen los campos, las aguas y aún los propios alimentos con graves consecuencias.
Obviamente, lejos de agravar esa situación, como parece que se pretende, lo que se debería hacer es lo contrario. En Europa, de hecho, hay algunos movimientos, e incluso algunas normas y reglamentos en vigor, en ese sentido, que con no pocas dificultades, intentaban mejorar las cosas. A veces dando un paso adelante y dos hacia detrás. Pero de materializarse algunos enfoques que se están manejando en las negociaciones aludidas, todo lo conseguido podría desmoronarse.
Pero es que no solo se dificultarían las iniciativas sanas y sostenibles a nivel de países, sino incluso las individuales o locales, llegando a niveles de verdadero delirio. Empeorándose las cosas no solo en Europa, sino también en Estados Unidos. Un ejemplo de ello es el que sigue. Como cada vez más gente es consciente de los riesgos y abusos de la gran industria agroalimentaria, menudean por el mundo los ejemplos de colectivos de personas que buscando escapar de ésos designios, establecen redes de abastecimiento de productos locales (muchas veces ecológicos) controladas por los propios consumidores. Pues bien, tal y como denuncia Amigos de la Tierra, resulta que como la gran agroindustria considera que ello puede perjudicar a sus intereses, existe el riesgo de que, tras las negociaciones en marcha, ésas prácticas sean consideradas ¡ilegales! Porque, por lo visto, serían también una "barrera al comercio". ¿Al comercio de quien? ¿Qué locura es esta?
Curioso liberticidio este en nombre del "libre" comercio.
A ver qué hacen nuestros políticos de la Comisión Europea, el Parlamento Europeo, o los Estados miembros de la UE. ¿Defenderán a los europeos, la democracia, el medio ambiente,... o a cuatro multinacionales con unas manos demasiado largas que se creen con derecho de pernada sobre la vieja Europa?
Y , en concreto, ¿qué harán nuestros gobernantes nacionales?. ¿Qué clase de defensa de los intereses nacionales sería renunciar a la soberanía en asuntos tan cruciales?. Estaremos atentos.
Como apunta Amigos de la Tierra "el futuro de nuestra alimentación, nuestra agricultura y nuestro medio ambiente está en juego. Nada más y nada menos".
Pero no solo es eso, ya que al margen de lo comentado, también se están negociando aspectos que podrían dar la vuelta, y no para bien, a muchas cosas del modelo social europeo, llevarse por delante derechos civiles básicos (como si las empresas han de tener derecho ilimitado o no a acceder a datos personales de los ciudadanos), dificultar el acceso a medicamentos genéricos básicos,... y muchas cosas más. Todo a puerta cerrada y sin que la sociedad europea ni se esté enterando ni, a lo que se ve, se movilice frente a lo que podría venírsele encima.
De:
http://www.estrelladigital.es/opinion/carlos-prada/grave-riesgo-salud-y-ecologia-europa-cuento-libre-comercio/20131215151826004313.html
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