En el
Senado del República se está discutiendo la Ley UPOV sobre Obtenciones
Vegetales, presentada por Michelle Bachelet el año 2009, conocida como
Ley Monsanto. En la Comisión revisora, de 5 senadores que analizaron
este proyecto de ley, 2 votaron en contra y 3 a favor. Así ha pasado a
plenario y será en la Sala donde se decida el destino de esta norma.
El gran
tema parte por los precedentes de contaminación agrícola que han
provocado los cultivos transgénicos en Argentina y en países europeos y
la situación desprotegida en que quedarían con esta ley UPOV 1991, los
pequeños agricultores respecto a sus semillas naturales y los
reservorios que mantienen las comunidades, toda vez que la ley
privilegia el Derecho de Propiedad Industrial y, vía manipulación
genética, un producto natural podría ser patentado en su versión
modificada por su obtentor y se obligaría a los agricultores a
utilizarlo si quiere ser admitido en los circuitos comerciales. El poder
concentrado de estos organismos obtentores y los grupos del retail,
dejaría en situación desmedrada a la agricultura campesina, pequeña y
mediana y de los pueblos originarios, que tienen una concepción más bien
cooperativa de las semillas y preservan por generaciones y siglos el
patrimonio natural de nuestra tierra.
Es la
gran discusión que provoca esta Ley UPOV 1991, se argumenta que es un
compromiso ya suscrito por Chile en el marco de la OMC 1994 y de los TLC
con Estados Unidos y Canadá, pero soberanamente el país, al igual como
lo han hecho países europeos, puede revisar un compromiso si el mismo
atenta contra el interés nacional y han cambiado las circunstancias en
que se aprobó originariamente el acuerdo de base.
Cuando
esto se acordaba en 1991, existía desconocimiento de los efectos de la
manipulación genética y de los híbridos, además de una fuerte presión de
las multinacionales sobre los Estados para fijar un orden mundial que
las favoreciera y este Convenio UPOV 1991 ha buscado garantizar la
protección del derecho de propiedad industrial a quienes desarrollen
nuevos productos vegetales, dejándoles espacio libre para la
manipulación genética.
La
experiencia mundial lleva más de 20 años y ha demostrado que los
transgénicos utilizan pesticidas que destruyen las cadenas biológicas y
afectan a los cultivos naturales, impidiendo que se desarrolle una
agricultura de sello verde, totalmente orgánico y libre de pesticidas,
fungicidas y pesticidas, que son productos de alta demanda en los
mercados mundiales.
Los
rechazos de embarques de miel en Alemania por rastros de transgénicos
pusieron un alerta roja por el daño que se está produciendo por la
expansión descontrolada de los cultivos y sus efectos en la salud
humana. El representante de Monsanto, Erick Von Baer, ha recurrido al
Tribunal Constitucional para defender el secretismo en materia de
cultivos transgénicos y su ubicación territorial, con lo que se infiere
que se trata de evitar el conocimiento y denuncia de su impacto sobre
predios vecinos. Duerme en el Senado el proyecto de Ley que se enviara
el año 2002 sobre Etiquetado de productos que contengan insumos
transgénicos, con lo que se ha desprotegido a la ciudadanía que quiere
tener, al menos, la capacidad de decidir qué come.
En medio
del tráfago electoral, el tema Transgénicos causó los mayores consensos
transversales, pero las dos coaliciones que han pasado a Segunda Vuelta
le han bajado el perfil al problema, apostando a la ignorancia y
desinformación de la opinión pública.
Sin
embargo, si se alcanzare un compromiso formal de la coalición que acepte
reconocer la necesidad de una moratoria en materia de Obtenciones
Vegetales con la ciudadanía, Chile y sus pequeños agricultores, podrían
dormir tranquilos, exigiendo que dicho compromiso se cumpla y no sea un
artificio de campaña.
Son planteamientos desde las personas a la clase política, que deben ser escuchados y atendidos.
De:
http://www.ligasmayores.bcn.cl/content/view/7311495/Puede-alcanzarse-una-moratoria-en-materia-de-transgenicos.html
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