Una señal muy negativa dio la Comisión Europea, el órgano encargado de
legislar en la Unión Europea, al negarse a poner en tabla el pasado 4 de
abril la prohibición de los insecticidas neonicotinoides que dañan a
las abejas. En esa fecha se dio a conocer un nuevo informe científico
elaborado por EFSA (Autoridad Sanitaria Europea), confirmando que estos
insecticidas, clasificados como “Plaguicidas Altamente Peligrosos”
(PAPs) presentan un alto riesgo para las abejas y los abejorros en la
mayor parte de los usos. La negativa a legislar es un elemento a
considerar hoy, cuando Chile desarrolla un proceso de renegociación del
Tratado de Libre Comercio con la Unión Europea, el cual incluye la
revisión de medidas relacionadas con el ambiente, productos agrícolas de
exportación como la miel, y la salud en general. Esta decisión muestra
que no hay consideraciones que demuestren un respeto efectivo en este
tema. En el caso del imidacloprid, el insecticida más usado en el mundo,
producido por Bayer (nombre comercial Gaucho, Admire, Confidor, entre
otros) hay un alto riesgo cuando se siembran semillas de raps aceitero
tratadas con este insecticida en invierno o primavera.
La rendición de la Unión Europea
Desde
2013 y hasta 2017 estuvo en vigencia una prohibición de uso de los
insecticidas neonicotinoides en la Unión Europea, la que según anuncios
previos, debía renovarse en 2018 si un nuevo informe confirmaba su
peligrosidad. La Red de Acción en Plaguicidas RAP-Chile desde 2013 aboga
ante el SAG por la prohibición de los neonicotinoides. Afirma María
Elena Rozas, coordinadora nacional de RAP-Chile: “Esta decisión de la
Comisión Europea dando luz verde al uso de los plaguicidas que matan a
las abejas, sigue la lógica de rendición ante el lobby de las
corporaciones transnacionales, ya evidenciada con la reciente aprobación
por la Unión Europea de la fusión de Bayer-Monsanto, objetada por
millones de ciudadanos de Europa y el mundo. También vimos esa lógica a
comienzos de año, con la nueva aprobación del glifosato, un herbicida
cancerígeno. Hoy es más evidente que nunca el poder del lobby de estas
transnacionales agroquímicas. Sus productos se usan cada vez más porque
se venden sin aranceles pero afectan gravemente a los polinizadores, la
avifauna, la biodiversidad y la salud de los seres humanos.”
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