La adquisición de la
megaempresa transgénica Monsanto por la vieja fabricante de venenos y
farmacéuticos Bayer fue aprobada en marzo de este año por la Dirección
General de Competencia de la Unión Europea y la semana pasada por el
Departamento de Justicia de Estados Unidos.
Las oficinas de competencia consideraron que las tres fusiones eran problemáticas, pero especialmente la de Monsanto-Bayer. Para aprobar las fusiones, plantearon a todas que debían deshacerse de parte de sus negocios
para evitar el dominio del mercado, una expresión a todas luces retórica y sin sentido real.
En efecto, quien ha cosechado las actividades de las que se han ido desprendiendo las otras empresas ha sido BASF, otra rancia trasnacional alemana fabricante de venenos químicos.
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