El investigador del Conicet y militante socio-ambiental Guillermo 
Folguera y el experto en desarrollo sustentable y referente de la lucha 
contra los transgénicos, Jorge Rulli, se refirieron a los efectos del 
Trigo HB4 y del Glufosinato de Amonio, exponencialmente más tóxico con 
el Glifosato. Gualeguaychú, en tanto, avanza hacia la prohibición.
 “El trigo transgénico es un producto de Bioceres, un laboratorio 
privado cuyos dueños son Gustavo Grobocopatel y Hugo Sigman. Quienes le 
han dado una parte de las ganancias al Conicet y otra parte a la 
Universidad del Litoral, en un acto de complicidad bastante grave. 
Porque el resto del país se ha mostrado opositor al trigo transgénico, y
 no solamente estoy hablando de los grupos ambientalistas, sino también 
desde las cadenas del trigo”, dice, del otro lado del teléfono, Jorge 
Rulli, experto en desarrollo sustentable y uno de los fundadores del 
Grupo de Reflexión Rural que inició en la Argentina la lucha contra los 
transgénicos.
“Quien lidera esa oposición es el presidente de la 
Federación de Acopiadores, Fernando Rivara, quien preanunció que 
Argentina, de seguir este camino, puede convertirse en un país 
apestado”. 
 
Rulli formó parte, mediante una conexión virtual, de la
 sesión de conjuntas del Concejo Deliberante en la que expertos en la 
materia se refirieron a los desafíos que implica, por un lado, la 
aprobación del Trigo HB4 por parte del Gobierno Nacional, y, por otro, 
la prohibición del mismo en ejido de Gualeguaychú, como pretenden desde 
el oficialismo, con amplia mayoría para hacerlo.
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