Científicos noruegos han publicado
recientemente un estudio que revela que las muestras de soja
transgénica que han analizado están altamente contaminadas con residuos
del pesticida glifosato (fabricado por Monsanto, creadora también de la
propia soja transgénica). Tanto que los niveles que la propia multinacional consideraba hace años como "extremos" son la norma en las muestras analizadas.
La investigación, publicada en la revista Food Chemistry, revela algo que puede ser muy preocupante, no solo teniendo en cuenta las millones de hectáreas que hoy son cultivadas con plantas transgénicas resistentes a los herbicidas, sino, más aún, si este tipo de cultivos, como se pretende, se extienden a otras zonas del planeta donde hoy son vetados, tal y como sucede en la Unión Europea.
Los investigadores se muestran sorprendidos por el hecho de que casi no se haya analizado la presencia de residuos de herbicidas en los cultivos de plantas transgénicas resistentes a los herbicidas, a pesar de que estos transgénicos llevan 20 años en el mercado. Su estudio, intenta arrojar algo de luz en tan oscuro e "inexplicable" asunto. "¿Cómo puede confiar la población" -argumentan- "en un sistema de evaluación de riesgos que ha pasado por alto por cerca de 20 años el factor de riesgo más obvio para los cultivos transgénicos resistentes a los herbicidas como es, por ejemplo, los altos niveles de residuos de herbicidas?"
Como señalan estos científicos, de instituciones como el Centro GenØk de Bioseguridad o la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad de Tromsø, la calidad de los alimentos para personas y ganado es esencial para la salud humana y animal. "La calidad" -dicen- "puede ser definida como los suficientes o adecuados minerales, vitaminas, grasas, etc. Pero también incluye la ausencia de sustancias tóxicas". Por ello es importante conocer con detalle ése contenido químico de los alimentos
Para realizar su investigación, los expertos escandinavos analizaron la presencia o no de residuos de pesticidas en tres tipos de cultivo de soja: ecológico, convencional y transgénico (resistente al glifosato). La conclusión es que todas las muestras de soja transgénica, a diferencia de las otras, contenían residuos de glifosato y de su producto de degradación ( el ácido aminometilfosfónico ). Los residuos estaban presentes con una media de 9.0 mg/kg, una cantidad que, resaltan los autores "es mayor que la típica de muchas vitaminas". Ello mostraría que la soja transgénica resistente al glifosato (Roundup Ready) fumigada durante la estación de crecimiento de la planta acumula tales residuos.
Los autores resaltan que Monsanto, la multinacional fabricante del glifosato, afirmaba allá por 1999 que los residuos de esta sustancia en la soja transgénica eran "menores" que en la soja convencional. Y que los niveles de residuo que superasen 5.6 mg/kg podían ser considerados "niveles extremos" y que no era normal encontrarlos. Sin embargo, 7 de las 10 muestras de soja analizadas en el estudio noruego sobrepasaban ése "nivel extremo" de glifosato y su producto de degradación
Tal y como apuntan los investigadores, además, el estudio ha mostrado diferencias significativas entre los distintos productos según sean las prácticas agrícolas empleadas (transgénicos, convencionales y ecológicas). Así, la soja ecológica "mostraba el perfil nutricional más saludable con más glucosa, fructosa, sacarosa y maltosa, significativamente más proteínas totales, zinc y menos fibra comparado con la soja convencional y transgénica, además de contener menos grasas saturadas y ácidos grasos omega 6". Aparte, por supuesto, de no tener glifosato.
Tal y como resalta la ingeniera agrónoma, María Dolores Raigón, catedrática de Edafología y Química Agrícola de la Universidad Politécnica de Valencia (UPV), "el artículo contribuye a mostrar evidencias que cada vez más se ponen de manifiesto en el mundo científico. Por un lado, nos demuestra que la soja de producción ecológica presenta un perfil nutricional más saludable, incluyendo mayor fracción en glucosa, fructosa, sacarosa, maltosa, proteína, y minerales esenciales como el zinc, además de menor contenido en grasas saturadas. Pero, lo más importante de cara a la salud, es la aparición de residuos de glifosato en la soja transgénica (resistente a este herbicida)". Y se pregunta "soja modificada genéticamente ¿para qué? ¿para disminuir el valor nutricional de los alimentos? ¿para acumular residuos? ¿para incidir en alimentos de baja calidad? para repercutir en la disminución de la biodiversidad? ¿para tener problemas de contaminación de aguas y suelos? Queda claro que no se necesitan estas semillas modificadas, cuando los fines de la producción de calidad son otros".
Los datos obtenidos sobre la presencia del glifosato, no por impactantes son menos previsibles. Ésas plantas transgénicas fueron creadas, precisamente, por grandes fabricantes de herbicidas. Industrias químicas metidas a manipular lo más íntimo de la trama de la vida, los genes, y que, como en un escenario de ciencia ficción, están extendiendo su poder sobre una práctica, hasta hace poco, bastante natural: la agricultura.
Todo muy comprensible si se juzga desde los intereses de ésas empresas. Con ello matan varios pájaros de un tiro. De un lado consiguen introducirse en un nuevo negocio: el del control de la venta de semillas a gran escala. Semillas que, por primera vez en la Historia, tienen su Copyright. Por otro lado, son plantas manipuladas para resistir al propio herbicida de la empresa, en este caso el Roundup (cuyo principio activo es el glifosato), lo que permite que el pesticida pueda usarse en mayor cantidad, aumentando sus ventas.
Antes de la aparición de la soja transgénica, como las "malas hierbas" se habían ido haciendo resistentes a los herbicidas, y había que usar cada vez mayores dosis de glifosato, no ya solo las "malas hierbas" sino las propias cosechas, se veían afectadas. La solución (y el negocio): crear la soja transgénica tolerante al glifosato que permitía usar más cantidad del herbicida, permitiendo una continuidad en el incremento en el uso del veneno
Los investigadores noruegos apuntan como las autoridades colaboraron en el asunto. Curiosamente, como subían los niveles de uso del glifosato las autoridades subieron también los límites legales, supuestamente "aceptables", de exposición a esta sustancia, los llamados Límites Máximos de Residuo (MRL). Ello pasaba tanto en países productores como importadores. Ello podría ser un caso inmejorable de cómo ésos límites, que teóricamente debieran establecerse para proteger la salud humana, se ajustan más bien a los intereses de los fabricantes de venenos y de la industria agro-alimentaria que los utiliza. Así, por ejemplo, en Brasil el Límite Máximo de Residuos de la soja transgénica habría subido desde 0.2 mg por kilogramo de peso corporal hasta 10 mg/kg en el año 2004 (es decir, cincuenta veces más). En Europa y Estados Unidos el límite subió 200 veces, desde 0.1 hasta 20 mg/kg en 1999.
Como señalan los autores de la investigación nórdica "en todos estos casos los valores de Límites Máximos de Residuos parecen haber sido ajustados no basándose en una nueva evidencia científica, sino en una respuesta pragmática a los incrementos observados en el contenido de residuos en la soja transgénica tolerante al glifosato", despreciando además los estudios científicos que iban acumulándose sobre los riesgos de la sustancia
Lo que plantean estos investigadores no deja de ser escandaloso al sugerir lo poco fiables que pueden ser en ocasiones los mecanismos oficiales que supuestamente deberían velar por la salud de los ciudadanos, de modo que pareciera que más que ocuparse de proteger la salud pública se dedicasen a proteger los intereses de los fabricantes de venenos, "legalizando" , y por lo tanto dando apariencia de "seguridad", por la vía de los hechos consumados, a los niveles de contaminación que podamos padecer.
Como consignan los autores de la investigación, un estudio de 2012 mostraba como entre 1996 y 2011 la expansión de los cultivos transgénicos vino de la mano con un incremento en el uso de herbicidas. En ése periodo se pusieron en cultivo 500 millones de hectáreas de variedades de plantas transgénicas resistentes a herbicidas, especialmente al glifosato (maiz, soja y algodón). Analizando el uso de pesticidas por hectárea en los cultivos transgénicos resistentes a herbicidas se vio que en los Estados Unidos este último tipo de cultivos tuvo un incremento en el uso de herbicidas de cerca de 239 millones de kilos (239.000 toneladas) entre 1996 y 2011, siendo la soja transgénica responsable del 70% del total (principalmente por el glifosato). Sin embargo, apuntan que por falta de presupuesto el Departamento de Agricultura ha dejado de hacer un seguimiento sobre el uso de pesticidas como el glifosato en la soja desde 2006, aun cuando ha crecido su uso en los cultivos transgénicos.
El glifosato es el herbicida más usado del planeta con una producción global de unas 620.000 toneladas en 2008. La producción mundial de soja transgénica resistente al glifosato fue en 2011 de más de 250 millones de toneladas (destacando EE.UU con un 33%, Brasil con un 29%, Argentina 19%, China 5% e India 4%). En Estados Unidos se plantaron 30 millones de hectáreas de soja en 2011-2012, siendo el 93-94% soja transgénica resistente al glifosato
Una de las razones de tal incremento de uso es, como ya se ha dicho, la creciente aparición de especies de "malas hierbas" resistentes al herbicida, que ya son decenas. Además, como comentan los autores, se teme que la situación creada por estos altos niveles de uso del glifosato pudiera llevar en un futuro a la sustitución de los cultivos resistentes a esta sustancia por cultivos resistentes a otras sustancias no menos preocupantes. Empresas que como Dow Chemical comercializan otros herbicidas hoy más regulados como el 2,4-D, entre otros, con sus respectivas plantas transgénicas asociadas, llevan tiempo buscando un hueco.
Los autores de la investigación nórdica repasan también algunos de los muchos datos que están haciendo crecer la preocupación por el alto nivel de uso del glifosato. Por ejemplo, estudios que mostraban que más de las dos terceras partes de muestras de aire y lluvia en Mississipi y Iowa en 2007–2008 tenían presencia de glifosato, estudios que han encontrado que en los campos fumigados con glifosato pueden darse alteraciones en los microorganismos del suelo que harían las plantas más vulnerables a los patógenos, estudios que han registrado una reducción de la disponibilidad de ciertos minerales y nutrientes y una afectación a la supervivencia de las lombrices de tierra y al uso eficiente del agua, estudios que han mostrado como se limita algo tan crucial como la fijación del nitrógeno o, entre otros aspectos, los efectos negativos sobre especies como la mariposa Monarca.
Sin embargo, tal y como comentan estos científicos, las agencias reguladoras suelen basarse en estudios antiguos y dudosos realizados por la propia industria. Citan, por ejemplo, que en algunos aspectos de la eco-toxicidad para el medio acuático se basan en estudios de la propia Monsanto hechos en 1978 y 1981 que decían que el glifosato era "virtualmente no tóxico" en algunas especies utilizadas como indicadoras.
No se hace caso, tampoco, de argumentos muy sólidos que pueden tener serias implicaciones para la defensa de la salud humana, como los mostrados por estudios recientes que muestran que la toxicidad del glifosato puede verse incrementada por los coadyuvantes que le acompañan en las mezclas comerciales.
Un estudio reciente, del que ya nos hicimos eco en ESTRELLA DIGITAL, y al que aluden también los investigadores noruegos, mostraba como el producto pesticida completo era más tóxico que solo el principio activo de los mismos. Lamentablemente los test de toxicidad solo se centran en el principio activo. Y ello puede evidenciar hasta qué punto se subestima la toxicidad de los pesticidas con los actuales sistemas de evaluación oficiales.
Los autores dicen que ello puede "significar que la Ingesta Diaria Admisible para humanos, por ejemplo, que es lo que se considera "admisible" en relación a la presencia de residuos de pesticidas, puede haber sido establecido en un nivel muy alto, y éso que no se han tenido en cuenta tampoco los efectos combinados de la exposición simultánea a diferentes sustancias". El que "cuando las agencias reguladoras evalúan la seguridad de los pesticidas , invariablemente testen solo el llamado principio activo, no refleja las condiciones reales, toda vez que en la práctica es todo el producto completo de la formulación del herbicida (hay muchas formulaciones del Roundup) las que son usadas en el campo. Así pues, es importante considerar no solo el llamado ingrediente activo, en este caso el glifosato y su producto de degradación, sino también los otros compuestos presentes en la formulación del herbicida porque pueden incrementar su toxicidad"
Señalan los investigadores que las formulaciones de glifosato pueden contener coadyuvantes y surfactantes para estabilizar y facilitar la penetración en los tejidos de las plantas. La polioxietileno amina (POEA) y la talowamina polietoxilada (POE-15), por ejemplo, son ingredientes comunes ,dicen, en las formulaciones de Roundup y se ha mostrado que pueden contribuir significativamente a su toxicidad
Se apunta que las formulaciones con glifosato (Roundup) en los escenarios reales de exposición que se dan en el medio ambiente acuático podrían dañar la biodiversidad de microorganismos, invertebrados, anfibios y peces de modo que se necesitaría reevaluar sus consecuencias ambientales para adecuar la regulación a lo que la Ciencia sabe sobre los efectos de esta sustancia.
El estudio citado es:
Bøhn, T., Cuhra, M., Traavik, T., Sanden, M., Fagan, J. and Primicerio, R. 2014. Compositional differences in soybeans on the market: Glyphosate accumulates in Roundup Ready GM soybeans. - Food Chemistry 153: 207-215.
La investigación, publicada en la revista Food Chemistry, revela algo que puede ser muy preocupante, no solo teniendo en cuenta las millones de hectáreas que hoy son cultivadas con plantas transgénicas resistentes a los herbicidas, sino, más aún, si este tipo de cultivos, como se pretende, se extienden a otras zonas del planeta donde hoy son vetados, tal y como sucede en la Unión Europea.
Los investigadores se muestran sorprendidos por el hecho de que casi no se haya analizado la presencia de residuos de herbicidas en los cultivos de plantas transgénicas resistentes a los herbicidas, a pesar de que estos transgénicos llevan 20 años en el mercado. Su estudio, intenta arrojar algo de luz en tan oscuro e "inexplicable" asunto. "¿Cómo puede confiar la población" -argumentan- "en un sistema de evaluación de riesgos que ha pasado por alto por cerca de 20 años el factor de riesgo más obvio para los cultivos transgénicos resistentes a los herbicidas como es, por ejemplo, los altos niveles de residuos de herbicidas?"
Como señalan estos científicos, de instituciones como el Centro GenØk de Bioseguridad o la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad de Tromsø, la calidad de los alimentos para personas y ganado es esencial para la salud humana y animal. "La calidad" -dicen- "puede ser definida como los suficientes o adecuados minerales, vitaminas, grasas, etc. Pero también incluye la ausencia de sustancias tóxicas". Por ello es importante conocer con detalle ése contenido químico de los alimentos
Para realizar su investigación, los expertos escandinavos analizaron la presencia o no de residuos de pesticidas en tres tipos de cultivo de soja: ecológico, convencional y transgénico (resistente al glifosato). La conclusión es que todas las muestras de soja transgénica, a diferencia de las otras, contenían residuos de glifosato y de su producto de degradación ( el ácido aminometilfosfónico ). Los residuos estaban presentes con una media de 9.0 mg/kg, una cantidad que, resaltan los autores "es mayor que la típica de muchas vitaminas". Ello mostraría que la soja transgénica resistente al glifosato (Roundup Ready) fumigada durante la estación de crecimiento de la planta acumula tales residuos.
Los autores resaltan que Monsanto, la multinacional fabricante del glifosato, afirmaba allá por 1999 que los residuos de esta sustancia en la soja transgénica eran "menores" que en la soja convencional. Y que los niveles de residuo que superasen 5.6 mg/kg podían ser considerados "niveles extremos" y que no era normal encontrarlos. Sin embargo, 7 de las 10 muestras de soja analizadas en el estudio noruego sobrepasaban ése "nivel extremo" de glifosato y su producto de degradación
Tal y como apuntan los investigadores, además, el estudio ha mostrado diferencias significativas entre los distintos productos según sean las prácticas agrícolas empleadas (transgénicos, convencionales y ecológicas). Así, la soja ecológica "mostraba el perfil nutricional más saludable con más glucosa, fructosa, sacarosa y maltosa, significativamente más proteínas totales, zinc y menos fibra comparado con la soja convencional y transgénica, además de contener menos grasas saturadas y ácidos grasos omega 6". Aparte, por supuesto, de no tener glifosato.
Tal y como resalta la ingeniera agrónoma, María Dolores Raigón, catedrática de Edafología y Química Agrícola de la Universidad Politécnica de Valencia (UPV), "el artículo contribuye a mostrar evidencias que cada vez más se ponen de manifiesto en el mundo científico. Por un lado, nos demuestra que la soja de producción ecológica presenta un perfil nutricional más saludable, incluyendo mayor fracción en glucosa, fructosa, sacarosa, maltosa, proteína, y minerales esenciales como el zinc, además de menor contenido en grasas saturadas. Pero, lo más importante de cara a la salud, es la aparición de residuos de glifosato en la soja transgénica (resistente a este herbicida)". Y se pregunta "soja modificada genéticamente ¿para qué? ¿para disminuir el valor nutricional de los alimentos? ¿para acumular residuos? ¿para incidir en alimentos de baja calidad? para repercutir en la disminución de la biodiversidad? ¿para tener problemas de contaminación de aguas y suelos? Queda claro que no se necesitan estas semillas modificadas, cuando los fines de la producción de calidad son otros".
Los datos obtenidos sobre la presencia del glifosato, no por impactantes son menos previsibles. Ésas plantas transgénicas fueron creadas, precisamente, por grandes fabricantes de herbicidas. Industrias químicas metidas a manipular lo más íntimo de la trama de la vida, los genes, y que, como en un escenario de ciencia ficción, están extendiendo su poder sobre una práctica, hasta hace poco, bastante natural: la agricultura.
Todo muy comprensible si se juzga desde los intereses de ésas empresas. Con ello matan varios pájaros de un tiro. De un lado consiguen introducirse en un nuevo negocio: el del control de la venta de semillas a gran escala. Semillas que, por primera vez en la Historia, tienen su Copyright. Por otro lado, son plantas manipuladas para resistir al propio herbicida de la empresa, en este caso el Roundup (cuyo principio activo es el glifosato), lo que permite que el pesticida pueda usarse en mayor cantidad, aumentando sus ventas.
Antes de la aparición de la soja transgénica, como las "malas hierbas" se habían ido haciendo resistentes a los herbicidas, y había que usar cada vez mayores dosis de glifosato, no ya solo las "malas hierbas" sino las propias cosechas, se veían afectadas. La solución (y el negocio): crear la soja transgénica tolerante al glifosato que permitía usar más cantidad del herbicida, permitiendo una continuidad en el incremento en el uso del veneno
Los investigadores noruegos apuntan como las autoridades colaboraron en el asunto. Curiosamente, como subían los niveles de uso del glifosato las autoridades subieron también los límites legales, supuestamente "aceptables", de exposición a esta sustancia, los llamados Límites Máximos de Residuo (MRL). Ello pasaba tanto en países productores como importadores. Ello podría ser un caso inmejorable de cómo ésos límites, que teóricamente debieran establecerse para proteger la salud humana, se ajustan más bien a los intereses de los fabricantes de venenos y de la industria agro-alimentaria que los utiliza. Así, por ejemplo, en Brasil el Límite Máximo de Residuos de la soja transgénica habría subido desde 0.2 mg por kilogramo de peso corporal hasta 10 mg/kg en el año 2004 (es decir, cincuenta veces más). En Europa y Estados Unidos el límite subió 200 veces, desde 0.1 hasta 20 mg/kg en 1999.
Como señalan los autores de la investigación nórdica "en todos estos casos los valores de Límites Máximos de Residuos parecen haber sido ajustados no basándose en una nueva evidencia científica, sino en una respuesta pragmática a los incrementos observados en el contenido de residuos en la soja transgénica tolerante al glifosato", despreciando además los estudios científicos que iban acumulándose sobre los riesgos de la sustancia
Lo que plantean estos investigadores no deja de ser escandaloso al sugerir lo poco fiables que pueden ser en ocasiones los mecanismos oficiales que supuestamente deberían velar por la salud de los ciudadanos, de modo que pareciera que más que ocuparse de proteger la salud pública se dedicasen a proteger los intereses de los fabricantes de venenos, "legalizando" , y por lo tanto dando apariencia de "seguridad", por la vía de los hechos consumados, a los niveles de contaminación que podamos padecer.
Como consignan los autores de la investigación, un estudio de 2012 mostraba como entre 1996 y 2011 la expansión de los cultivos transgénicos vino de la mano con un incremento en el uso de herbicidas. En ése periodo se pusieron en cultivo 500 millones de hectáreas de variedades de plantas transgénicas resistentes a herbicidas, especialmente al glifosato (maiz, soja y algodón). Analizando el uso de pesticidas por hectárea en los cultivos transgénicos resistentes a herbicidas se vio que en los Estados Unidos este último tipo de cultivos tuvo un incremento en el uso de herbicidas de cerca de 239 millones de kilos (239.000 toneladas) entre 1996 y 2011, siendo la soja transgénica responsable del 70% del total (principalmente por el glifosato). Sin embargo, apuntan que por falta de presupuesto el Departamento de Agricultura ha dejado de hacer un seguimiento sobre el uso de pesticidas como el glifosato en la soja desde 2006, aun cuando ha crecido su uso en los cultivos transgénicos.
El glifosato es el herbicida más usado del planeta con una producción global de unas 620.000 toneladas en 2008. La producción mundial de soja transgénica resistente al glifosato fue en 2011 de más de 250 millones de toneladas (destacando EE.UU con un 33%, Brasil con un 29%, Argentina 19%, China 5% e India 4%). En Estados Unidos se plantaron 30 millones de hectáreas de soja en 2011-2012, siendo el 93-94% soja transgénica resistente al glifosato
Una de las razones de tal incremento de uso es, como ya se ha dicho, la creciente aparición de especies de "malas hierbas" resistentes al herbicida, que ya son decenas. Además, como comentan los autores, se teme que la situación creada por estos altos niveles de uso del glifosato pudiera llevar en un futuro a la sustitución de los cultivos resistentes a esta sustancia por cultivos resistentes a otras sustancias no menos preocupantes. Empresas que como Dow Chemical comercializan otros herbicidas hoy más regulados como el 2,4-D, entre otros, con sus respectivas plantas transgénicas asociadas, llevan tiempo buscando un hueco.
Los autores de la investigación nórdica repasan también algunos de los muchos datos que están haciendo crecer la preocupación por el alto nivel de uso del glifosato. Por ejemplo, estudios que mostraban que más de las dos terceras partes de muestras de aire y lluvia en Mississipi y Iowa en 2007–2008 tenían presencia de glifosato, estudios que han encontrado que en los campos fumigados con glifosato pueden darse alteraciones en los microorganismos del suelo que harían las plantas más vulnerables a los patógenos, estudios que han registrado una reducción de la disponibilidad de ciertos minerales y nutrientes y una afectación a la supervivencia de las lombrices de tierra y al uso eficiente del agua, estudios que han mostrado como se limita algo tan crucial como la fijación del nitrógeno o, entre otros aspectos, los efectos negativos sobre especies como la mariposa Monarca.
Sin embargo, tal y como comentan estos científicos, las agencias reguladoras suelen basarse en estudios antiguos y dudosos realizados por la propia industria. Citan, por ejemplo, que en algunos aspectos de la eco-toxicidad para el medio acuático se basan en estudios de la propia Monsanto hechos en 1978 y 1981 que decían que el glifosato era "virtualmente no tóxico" en algunas especies utilizadas como indicadoras.
No se hace caso, tampoco, de argumentos muy sólidos que pueden tener serias implicaciones para la defensa de la salud humana, como los mostrados por estudios recientes que muestran que la toxicidad del glifosato puede verse incrementada por los coadyuvantes que le acompañan en las mezclas comerciales.
Un estudio reciente, del que ya nos hicimos eco en ESTRELLA DIGITAL, y al que aluden también los investigadores noruegos, mostraba como el producto pesticida completo era más tóxico que solo el principio activo de los mismos. Lamentablemente los test de toxicidad solo se centran en el principio activo. Y ello puede evidenciar hasta qué punto se subestima la toxicidad de los pesticidas con los actuales sistemas de evaluación oficiales.
Los autores dicen que ello puede "significar que la Ingesta Diaria Admisible para humanos, por ejemplo, que es lo que se considera "admisible" en relación a la presencia de residuos de pesticidas, puede haber sido establecido en un nivel muy alto, y éso que no se han tenido en cuenta tampoco los efectos combinados de la exposición simultánea a diferentes sustancias". El que "cuando las agencias reguladoras evalúan la seguridad de los pesticidas , invariablemente testen solo el llamado principio activo, no refleja las condiciones reales, toda vez que en la práctica es todo el producto completo de la formulación del herbicida (hay muchas formulaciones del Roundup) las que son usadas en el campo. Así pues, es importante considerar no solo el llamado ingrediente activo, en este caso el glifosato y su producto de degradación, sino también los otros compuestos presentes en la formulación del herbicida porque pueden incrementar su toxicidad"
Señalan los investigadores que las formulaciones de glifosato pueden contener coadyuvantes y surfactantes para estabilizar y facilitar la penetración en los tejidos de las plantas. La polioxietileno amina (POEA) y la talowamina polietoxilada (POE-15), por ejemplo, son ingredientes comunes ,dicen, en las formulaciones de Roundup y se ha mostrado que pueden contribuir significativamente a su toxicidad
Se apunta que las formulaciones con glifosato (Roundup) en los escenarios reales de exposición que se dan en el medio ambiente acuático podrían dañar la biodiversidad de microorganismos, invertebrados, anfibios y peces de modo que se necesitaría reevaluar sus consecuencias ambientales para adecuar la regulación a lo que la Ciencia sabe sobre los efectos de esta sustancia.
El estudio citado es:
Bøhn, T., Cuhra, M., Traavik, T., Sanden, M., Fagan, J. and Primicerio, R. 2014. Compositional differences in soybeans on the market: Glyphosate accumulates in Roundup Ready GM soybeans. - Food Chemistry 153: 207-215.
De:
http://www.estrelladigital.es/articulo/actualidad/niveles-extremos-pesticida-soja-transgenica/20140411100754191698.html
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