martes, 29 de abril de 2014

Filosofía Marismeña/ Jugando a ser Dios

MC RAMÓN LARRAÑAGA TORRÓNTEGUI


Siempre pensé que cruzar las razas en busca de nuevas era evolucionar, pero el tiempo me quito la venda en los ojos cuando me dí cuenta que en los perros causaba ceguera, enfermedades congénitas y mas defectos que beneficios. Cuando estudiaba, me gustaba ver lo que obtenía en cruzas buscando perros más armoniosos de hecho mi error era que nunca le daba seguimiento. Y esto lo retomo ya que estaba hace dos días viendo un documental en la televisión sobre los efectos que ocasionan las cruzas. Varios científicos sostenían en este documental que la cruza trae aparejado más problemas que beneficios y otros sostenían que traen más bien que mal ¿A quién creer?

 Una investigación de nuevo aseguraba que los experimentos que él y sus colegas estaban haciendo con ciertos alimentos genéticamente modificados eran al menos tan buenos, sino mejores, que los productos que crecían tradicionalmente y no necesitarían ser fumigados con pesticidas dañinos para el medio. "Me parece bueno", pensé, ¡cuánto antes mejor!, al fin dejaremos los miles de personas muertas por cáncer o las miles de mutaciones en plantas, peces, micro organismos.  

Expongo bajo juramento que no tengo estudios científicos formales, así que tiendo a creer a los expertos que me dicen que algo es bueno para mí, especialmente si se trata de alimentos, pero al paso del tiempo he tenido preocupaciones básicas sobre la modificación genética y urgía a buscar más información.


Desde que Estados Unidos comenzó con los transgénicos en 1996, el uso de agroquímicos aumentó en 23 millones de kilos. Para nadie en este siglo es novedad que la modificación genética implica la transferencia de genes desde un organismo a otro para alterar sus características. Hay muchas razones para modificar las características de los productos alimenticios derivados de los animales y de las plantas. Algunas de esas razones son aceptables, incluso bienvenidas, sin embargo transnacionales como Monsanto llevan perdidas todas las demandas en su contra y sus técnicas las aplican en el mundo de los pobres como es el campo mexicano “En varias de las plantas de maíz contaminadas que se han descubierto en México, se notaron deformaciones” tal como se comprobó que el polen de maíz Bt afecta a las mariposas Monarca.


Ahora bien en el campo de la leche y la carne también se presenta este tipo de problemas con el uso indiscriminado de hormonas que se quedan acumuladas en los tejidos y el humano cuando come las toma para que sigan actuando en su cuerpo sin que el consumidor lo sepa, pero ¿No sería bueno tener carnes y leche bajas en grasas y sin tener que ser procesadas con conservantes? Me gustaría poder dar un bocado a una pera o un tomate sin miedo a no haberlos lavado lo suficiente con agua libre de arsénico, o pesticidas u otros químicos pero esto en México es prácticamente imposible. No me opongo a que las cuestiones en materia de alimentos se investiguen, lo que realmente molesta es el daño que nos ocasionan por intereses económicos y que desgraciadamente esta en los súper mercados, mercados, comercio en general.


Por ejemplo: Los conservadores para que el producto dure mayor tiempo, la refrigeración etc. Productos genéticamente alterados, modificados para que no se pudran, para que tengan más vida de anaquel “Ingeniería genética” con pérdida de la biodiversidad, porque las plantas, las frutas y las verduras no sufren dolor y confusión. Pero la idea de crear animales, peces, planta a base de ingeniería genética me preocupa por el mundo que estamos construyendo para las futuras generaciones. Pienso que usted también debería de estarlo. Los alimentos que responden a organismos modificados genéticamente, o alimentos transgénicos, son el resultado de una manipulación genética que afecta a un tramo muy concreto de su ADN de forma que tan sólo desarrollan la modificación buscada sin alterar el resto de sus propiedades.


 Por tanto si la modificación se refiere por ejemplo, al desarrollo de una resistencia a plagas, el alimento resultante no cambia sus propiedades nutritivas ni sensoriales. Aunque Europa se está mostrando reticente a la producción y a la investigación de estos alimentos en otros lugares como Estados Unidos, México o en Asia e India se está dando un gran impulso a su desarrollo. Con las especificaciones legislativas actuales en cuanto a la forma de producir estos alimentos, los datos que se tienen hasta ahora ponen de manifiesto que los alimentos transgénicos no presentan problemas de seguridad para los consumidores y esto es porque quien tiene intereses en ello es quien lo sustenta con sus estudios a modo.


Sólo cabe destacar la posibilidad del desarrollo de alergias alimentarías en grupos de población sensibles, lo que desde el punto de vista de la seguridad alimentaria es un riesgo asumible. El aspecto más problemático en relación con estos alimentos es el impacto medioambiental que pueden ocasionar, lo que exige un exhaustivo control de su producción. Las semillas transgénicas son más caras que las convencionales. Esto hace que en algunos casos, aún cuando provisoriamente haya un pequeño aumento de producción, éste no compensa el gasto extra en semilla. En resumen, nuestro mensaje básico es que no se han realizado, o bien publicado (lo cual comporta que no pueden ser debidamente juzgados o contrastados), los suficientes estudios experimentales sobre los potenciales efectos adversos de las modificaciones genéticas en la salud animal ni, por supuesto, en la humana, que puedan servir de base para justificar la seguridad de esos productos.


Como, por otra parte, el potencial socioeconómico que ofrecen los alimentos producidos mediante la manipulación genética es muy grande, creemos que las investigaciones sobre su seguridad deberían ser absolutamente prioritarias. Sólo este conocimiento evitaría la sensación de que nos hallamos ante uno de los mayores experimentos de todos los tiempos, en el que estamos siendo utilizados como conejillos de Indias. Prácticamente todos los cultivos transgénicos en el mundo están en manos de cinco empresas transnacionales. Son Monsanto, Syngenta (Novartis + AstraZeneca), Dupont, Bayer (Aventis) y Dow. Monsanto sola controla más de 90% de las ventas de agrotransgénicos. Las mismas empresas controlan la venta de semillas y son las mayores productoras de agrotóxicos. Todos los transgénicos están patentados, la mayoría en manos de las mismas empresas que los producen y esto impide que los agricultores guarden semilla para la próxima siembra. Las patenten impiden esto y obligan a los agricultores a comprar semillas nuevas cada año.

De:
http://www.criticapolitica.mx/86681

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