Es un debate no saldado. ¿Es bueno, regular o malo que las
universidades y gobiernos provinciales y el nacional firmen convenios
con multinacionales? Uno que levantó polvareda es de una facultad de la
UNC con Monsanto.
EMILIO MARIN
El 8 de agosto se celebra el día
del Ingeniero Agrónomo y en la Facultad de Ciencias Agropecuarias de la
Universidad Nacional de Córdoba se lo celebró con un asado. La
curiosidad fue que en medio de chinchulines se coló una víscera que no
fue bien digerida por la mayoría de los estudiantes y docentes, que no
participaban de la comilona. El flamante decano de la facultad, Marcelo
Conrero, y su secretario académico Jorge Dutto, aprovecharon el festejo
para firmar acuerdos, entre ellos uno muy polémico con Monsanto.
La
mayoría de los comensales, atareada en menesteres más gastronómicos y
recreativos, no reparó en ese detalle. Después de la digestión empezaron
las críticas contra el acuerdo. Era lógico. La semillera transgénica y
acusada de contaminante en el mundo es muy resistida en Córdoba.
Lo
suscripto por Conrero estipulaba una cooperación entre la casa de
estudios y la empresa para una "transferencia tecnológica" de ésta hacia
aquélla. Y una devolución de la facultad hacia la firma estadounidense
en supervisar el nuevo informe de impacto ambiental que quiere presentar
para su planta de tratamiento de semillas en Malvinas Argentinas, a 16
km de La Docta.
Los dos términos del convenio están impugnados por
muchísima gente entendida en la materia y cordobeses de a pie. En primer
término, hay que reflexionar qué de positivo les puede aportar a los
futuros agrónomos la tecnología de semillas transgénicas y plantas que
sudan copiosamente agroquímicos.
Y el segundo aspecto de lo firmado
es tan o más cuestionable. Es que el demorado informe de impacto
ambiental de Monsanto fue rechazado por la secretaría de Ambiente de la
provincia. Y posteriormente se aprobó una nueva ley de Ambiente que
sostuvo que una vez rechazado un informe no hay posibilidad legal de
presentar otro. Tal "colaboración" de la facultad con Monsanto estaría
legalizando una gestión que todavía se discute legalmente si podrá ser
intentada. Además esa ley ahora prevé que para estos casos debe
realizarse una Consulta Popular a solicitud de un 10 por ciento de
firmas de los vecinos.
Para atrás.
Los críticos del convenio
con Monsanto acudieron a una sesión del Consejo Superior de la UNC, el 2
de septiembre. Allí se aprobó una declaración del rector Francisco
Tamarit y la vicerrectora Silvia Barei, contraria al convenio de
Ciencias Agropecuarias.
"Por todo ello, creemos que este convenio no
expresa la posición vigente del Consejo Superior, no aporta soluciones
integrales a la complejidad del problema y compromete a nuestra
comunidad educativa con las actividades que dicha empresa pretende
desarrollar en Malvinas Argentinas, fuertemente cuestionadas por amplios
sectores de la población", expresó la resolución del CS.
Eso obligó
al decano Conrero (ex dirigente de la agrupación Franja Morada) a dejar
en suspenso su convenio. Lo había tramitado su mano derecha, Dutto,
coautor del primer informe de impacto ambiental presentado por Monsanto
para justificar su planta semillera. El mismo fue rechazado por Ambiente
por no resolver el problema de qué hacer con los desechos contaminados
en Malvinas Argentinas.
Demostrando cuál ancho es el arco de alianzas
de la multinacional, el suplemento Campo de La Voz del Interior y con
otros artículos firmados por Sergio Suppo y Alejandro Rollán, se tomó
postura favorable al decano y el acuerdo con Monsanto.
Con un estilo
mucho más directo y empresario, tronó el vozarrón de la Mesa de Enlace
de Córdoba, que apoyó el convenio de Agropecuarias y calificó de
"inadmisible" el rechazo de la UNC. El comunicado sojero afirmaba: "la
Comisión de Enlace de Entidades Agropecuarias Regional Córdoba
manifiesta su profunda preocupación por el escenario pleno de bombos,
pancartas y cánticos ideológicos en el que se propicia el debate de
ideas referidas a la evolución del modelo productivo agropecuario".
En
un alarde de cinismo, esa entidad, ligada a las épocas más siniestras
de la historia argentina, agregó que "estas acciones (de la UNC) son
típicas de oscuras etapas de nuestra historia, que no contribuyen a la
pluralidad de pensamiento y atentan contra la apertura que toda entidad
educativa debiera plantearse para solucionar problemáticas de la
comunidad". Los amigos del general Luciano B. Menéndez pontificando
sobre la pluralidad del pensamiento...
Para saber, mejor votar.
El
citado matutino debió hacerse eco de una encuesta realizada por el
Conicet a solicitud de la organización Avaaz. Fue realizada en la
localidad de Malvinas Argentinas, a mediados de julio pasado, y arrojó
que nueve de cada 10 ciudadanos creen que debe realizarse una consulta
popular para decidir si se instala o no la planta de semillas
transgénicas. Sobresale un dato concreto: "si dicha consulta se
realizara hoy, un 64,86% votaría en contra del proyecto del gigante
biotecnológico".
Conociendo esos niveles de impopularidad debe ser
que la firma norteamericana nunca quiso la consulta popular,
considerando que ese método "politizaba" un asunto económico. Prefirió
una audiencia pública, nunca realizada. En realidad optó por el lobby
sobre autoridades gubernamentales (presidencia, gobernador e
intendente), cámaras patronales, medios de comunicación, partidos,
legisladores, agencias y universidades.
Pero viene perdiendo la
partida. La encuesta del Conicet remataba: "los niveles de aceptación a
Monsanto siguen tan bajos como el año pasado, a pesar de la intensa
campaña de relaciones públicas que Monsanto ha desplegado desde febrero
pasado para ganar popularidad prometiendo puestos de trabajo u
ofreciendo capacitaciones a los pobladores de esta localidad cordobesa".
La
duda sobre si esos niveles de rechazo son tan altos o están
"politizados" y agrandados ex profeso tienen una manera de resolverse:
una votación democrática en Malvinas Argentinas, sin que intervenga el
capital y lobby de la empresa.
Muchos otros casos.
El convenio de Ciencias Agropecuarias de la UNC con Monsanto, ahora suspendido, lamentablemente no es único en su tipo.
También
en agosto los diarios informaron que AmCham "Argentina" y la
Universidad Empresarial Siglo XXI habían lanzado una Jornada de
Capacitación. Su título exime de mayores comentarios:
"Internacionalización y desarrollo de negocios en los Estados Unidos".
AmCham es la Cámara de Comercio Americana que aglutina a Monsanto,
Citibank, Ford, Cargill, Microsoft y otros pesos pesados con casas
matrices en el Norte.
Al aliarse para esa jornada, la UES21 mostraba
cuál era su verdadera posición. Quince días más tarde hacía una
simulación con la conferencia "El comienzo de una era sustentable", para
celebrar el 15 de septiembre como día de la Conciencia Ambiental.
Otro
monopolio hábil para colarse en las aulas y presentarse como un
sinónimo del progreso científico y tecnológico es Microsoft. Actúa en el
Programa Educador Experto, que forma parte del plan Argentina Avanza.
Así la firma de Bill Gates, con un marco facilitado por las autoridades
nacionales, se orienta a los maestros de primaria y secundaria. Premiará
con viajes al Foro Global de los EEUU a aquellos que usen tecnología y
lleven "nuevas ideas a sus alumnos".
Microsoft no lo aclaró pero es
obvio. Los maestros que pregonen y usen el Linux y otros programas de
software libre, si fuera por la compañía, serían enviados a Guantánamo.
Con grupo Rockefeller.
La costumbre de ligarse a empresas privadas se está extendiendo por Argentina, aun cuando se precie de nak&pop.
Algunos
sindicatos están colonizados casi por completo, caso de la Asociación
Obrera Minera de Argentina (AOMA), que firmó un convenio con la
Universidad Kennedy para la capacitación de los trabajadores en la
"formación industrial". En rigor esos cursos debe pagarlos el mayor
patrón de ese gremio, o sea la Barrick Gold, cuyo emprendimiento en San
Juan supone más del 30 por ciento del producto bruto provincial.
El
ministro de Ciencia y Tecnología, Lino Barañao, estuvo anunciado como
orador en el panel principal del XXI Congreso anual de la Aapresid
(Asociación Argentina de productores de Siembra Directa) realizado en
agosto de 2013 en Rosario. En esa entidad participan Dupont, John Deere,
Nidera, HSBC, Basf, Banco Santander y obviamente Monsanto. Con esa
participación Barañao confirmó que es un funcionario ligado al
agrobusiness y no sólo ahora que es ministro sino también desde sus
tiempos como responsable del Conicet. Por eso en esa gestión anterior le
hizo la vida muy áspera al doctor Andrés Carrasco, ya fallecido,
denunciante del impacto de los agroquímicos y especialmente el glifosato
sobre el medio ambiente y la salud.
Por momentos y en el tema de la
relación con empresas y bancos norteamericanos se esfuman las
diferencias entre gobierno y oposición. Es lo que pasó el 28 de agosto
en la 11 edición del Council of Americas que deliberó en Buenos Aires. A
ese grupo Rockefeller fueron a rendirles pleitesía Mauricio Macri y
Jorge Capitanich. El primero para recordar que quiere pagarles a los
"fondos buitres", y el segundo para darles la noticia del acuerdo con la
multi Petronas para sumarla a Chevron en Vaca Muerta.
De:
http://www.laarena.com.ar/opinion-los_polemicos_convenios_con_multinacionales_como_monsanto-122363-111.html
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