Por Narciso Isa Conde –
En la anterior entrega sobre este tema, publicada
bajo el título “Monsanto y sus transgénicos: crimen contra el país”,
precisamos los riesgos que entraña la siembra de semillas y la venta y
consumo de productos transgénicos, el amarre que hacen las
trasnacionales de esas semillas con agroquímicos perniciosos, y las
implicaciones del poder avasallante de las principales corporaciones del
ramo: Monsanto (EEUU), Dupont (EEUU) AstraZeneca (Inglaterra-Suecia),
Novartus (Suiza) y Aventis (Francia).
Semillas transgénicas y alimentos derivados de ellas, no debidamente
supervisados, como también los cruces genéticos entre especies animales y
vegetales destinados a la alimentación, fomentan graves dependencias
respeto a esas corporaciones y podrían atentar significativamente contra
la salud de los seres humanos y el equilibrio y la sanidad ambiental.
AstraZeneca ha logrado en sus laboratorios
condicionar el crecimiento de sus semillas al uso de determinados
agroquímicos fabricados y vendidos exclusivamente por esa corporación.
Novartis inventó un producto agro-químico que es la
única defensa de sus semillas frente a determinados virus y bacterias
que las atacan. A estas semillas las llaman “adictas”.
En ambos casos la dependencia es doble: del país
respecto a esos agroquímicos y de los productores respecto a esas
corporaciones.
A esos procesos Willar Phelp, vocero del Departamento
de Agricultura de EEUU, le atribuyo la función de “aumentar el valor de
las semillas de las empresas de Estados Unidos y abrirle nuevos
mercados en países del segundo y tercer mundo”.
• Blindaje con patentes y privatización de bosques.
Con la finalidad de “blindar” esos propósitos se creó el sistema de
patentes que penaliza la copia de esos inventos e incluso versiones
naturales de alto rendimiento.
Las patentes sobre la naturaleza son familia de la
piratería. Una manera de privatizar hasta la vida, muy propia de la era
neoliberal y del “todo se vale” para obtener superganancias. Una forma,
además, de apropiarse de lo que no le pertenece y ponerlo en función del
afán de lucro de las grandes empresas privadas.
Esa nefasta ruta del gran capital transnacional ha
conducido a la privatización de valiosos bosques tropicales –vía los
derechos exclusivos de investigación sobre ellos- donde abundan especies
autóctonas y se conserva una impresionante biodiversidad.
Un caso relevante de ese pillaje es el contrato
firmado por el estado costarricense con la farmacéutica MERCK para
investigar con exclusividad los bosques tropicales de ese país,
propósito que se extienden a amplias zonas de Centroamérica y México. La
atadura en ese tipo de contrato es tal, que el producto medicinal que
eventualmente MERCK logre obtener de una hierba o especie natural, nadie
lo puede comercializar o usar, ni siquiera otros pueden emplear la
especie en su estado natural sin riesgo de condenas judiciales.
• Afectación de la salud humana y ambiental.
A lo descrito se suman los daños a la salud y al
ambiente derivados del uso de productos transgénicos y agroquímicos de
dudosa calidad o de inciertas consecuencias.
La salud humana tiene una estrecha relación con lo
que come y ahora no sabemos lo que comemos. Los vegetales transgénicos
perjudiciales y los animales alimentados con esos productos, como los
tratados con químicos nocivos, se compran en el mercado como productos
naturales. Pasa con los ajíes, tomates, cebolla, lechuga, carnes
diversas, pescados y mariscos, frutas…
El capitalismo, el imperialismo, la ganancia
empresarial como razón de ser del sistema capitalista dominante y de sus
beneficiarios, lo pervierte todo, incluyendo los formidables avances de
la ciencia y la técnica, comprendida la ingeniería genética.
Investigaciones hechas por el doctor Arpad Pulzati
(Escocia, Inglaterra) revelaron que los venenos usados para matar plagas
en las semillas transgénicas provocan graves daños en los animales que
las ingieren o que ingieren sus derivados (deformaciones, alergias,
esterilidad…), así como propensión a enfermedades. Y esto mismo puede
pasar –y pasa- en los seres humanos que consumen alimentos de origen
animal o vegetal derivados de esos procesos.
Por ejemplo, se ha comprobado que los sustitutos del
azúcar fabricado a base del transgénico “Apartame” son altamente dañinos
a la salud.
El trifosfato transgénico por igual
El consumo humano de leche de determinadas vacas
sometidas a procesos de ingeniería genética (especialmente las
inyectadas con hormonas transgénicas), tiende a producir cáncer de
colon, mamas y próstata.
La insulina transgénica se comprobó produce serios trastornos de salud.
• Amenaza contra la vida en el planeta y el país.
Las semillas y procesos transgénicos, manipulados
inescrupulosamente y puestos al servicio de la voracidad del gran
capital transnacional, han puesto en riesgo la biodiversidad del
planeta. Su uso masivo y sin control de calidad, amenaza de diferentes
formas de vida: afectando variedades autónomas naturales, creando
resistencia a herbicidas, creando plagas difíciles de controlar y contra
las cuales se usan productos químicos contaminantes de suelos, aguas y
alimentos.
Aquí Monsanto suscribió un acuerdo con la empresa
local Euro-suministros, pero además se sabe que esa transnacional trae
al país otros de sus productos por vías más discretas. Igual pasa con
otras corporaciones del ramo, amen de que en el mercado abundan ofertas
de alimentos riesgosos por haber sido sometidos a esos procesos de
ingeniería genética o tratamientos agroquími9cos nocivos y abundan
herbicidas y abonos altamente perjudiciales a la salud.
Esto debe ser minuciosamente investigado y
valientemente denunciado. Esa es nuestra determinación; y, en
consecuencias, esperen otras entregas con más detalles sobre el tema.
(Fuente de datos e informaciones: “Los transgénicos”/ Grupo Maíz.-El
Salvador, Centroamérica).
www.albedrio.org
De:
http://publicogt.com/2014/09/03/transgenicos-y-trasnacionales-veneno-y-dependencia/
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