La historia de la humanidad enseña
que cuando se compulsan o cotejan intereses contrapuestos, la muerte y
el dinero tienen el mismo olor y generan los mismos efectos: desprecio
por la vida.
Ocurre con la carrera armamentista, pasa con la producción de energía,
ocurre otro tanto con muchos aspectos de la medicina y tampoco son
ajenos los sistemas vinculados con la producción de alimentos,
especialmente los relacionados con la agricultura.
En esta materia, los intereses en pugna tienen directa correspondencia
entre quienes buscan la alta rentabilidad en el menor tiempo posible y
los que defienden el medioambiente y con ello la salud. Los intereses en
juego en algunos países hasta han erosionado no sólo el suelo sino
incluso gobiernos e instituciones de la República.
En este marco, lo primero que conviene saber es que el glifosato
(N-fosfonometilglicina, C3H8NO5P, CAS 1071-83-6) es un herbicida no
selectivo de amplio espectro, que fue desarrollado en primera instancia
para combatir hierbas y arbustos, en especial los perennes. Pero se
trata de un herbicida total, que es absorbido por las hojas y no por las
raíces (1).
Este producto es el principio activo del herbicida Roundup (nombre
comercial de Monsanto, aunque su patente expiró en 2000). Esta empresa
genera una soja resistente al glifosato, que también las vende dado que
uno sin el otro no tendría mayor sentido comercial.
Este tema no es nuevo en la comunidad, justamente porque el Departamento
Gualeguaychú es el que más extensión de hectáreas destina para el
cultivo de la soja, de acuerdo a informes de la Bolsa de Cereales de
Entre Ríos (2).
Los científicos son muy elocuentes y categóricos. Ellos sostienen que
“el glifosato puede provocar trastornos intestinales y cardíacos,
malformaciones y alteraciones neuronales en las personas”, entre otros
males. Pero parece que todavía en Entre Ríos los legisladores no se han
percatado de ello y por eso “duermen” una normativa que permita un mayor
control y aplicación de estos agrotóxicos. Mientras tanto, se da una
especie de festival con bandera verde para contaminar.
Si el glifosato produce gravísimas consecuencias en los ecosistemas y en
la población humana, estos riesgos se potencian con el endosulfam, otro
herbicida que se utiliza para potenciar el uso de ambos agroquímicos.
La Asociación de Abogados Ambientalistas viene solicitando desde hace
años a la Corte Suprema de Justicia de la Nación que “como medida
cautelar innovadora, se ordene la suspensión de la comercialización,
venta y aplicación del glifosato y del endosulfam en todo el país para
cualquier tipo de sembrado”. (3). Como es de esperar, tampoco sus
recomendaciones son escuchadas. Es que el interés económico por el
momento se presenta como un valor superior al de la propia vida. Un
sinsentido por donde se lo analice.
Esta presentación judicial se sustentó en gran parte en las
investigaciones que realizó el ya fallecido doctor Andrés Eduardo
Carrasco, que fue director del Laboratorio de Embriología Molecular del
Conicet y de la Facultad de Medicina de Buenos Aires. No fue casual que
el propio Carrasco haya sido considerado como el enemigo público número
uno de la empresa Monsanto. El olor del dinero muchas veces se parece al
de la muerte.
Agrotóxicos
Monsanto, que además de ser una empresa líder en su rubro es una de las
firmas más expertas en simular publicidad, atacó de inmediato a
Carrasco. Pero como el propio investigador sostuvo: “Saben que no pueden
tapar el sol con la mano. Es cosa de locos pensar que no pasa nada. Hay
pruebas científicas y, sobre todo, hay centenares de pueblos que son la
prueba viva de la emergencia sanitaria”.
No fue fruto de acciones espontánea cómo en cada provincia, en muchas
localidades como Gualeguaychú, cada vez son más las voces y las
organizaciones ambientales y vecinales que salen a denunciar el uso del
glifosato por las consecuencias negativas que se experimentan en el
ambiente y principalmente en el daño a la salud.
Un ejemplo de ello a nivel local es Fundavida que preside Edgardo
Moreyra, pero también la Asamblea Ciudadana Ambiental que en más de una
oportunidad ha manifestado esta preocupación. A nivel nacional es
elocuente lo que sostiene el Grupo de Reflexión Rural que lidera
propuestas en red y espacios de gestión como la “Campaña paren de
Fumigar” o el “Foro de Resistencia a los Agronegocios” (4).
Hay que tener memoria y recordar que el 27 y 28 de abril de 2007 se
realizó en Gualeguaychú una jornada sobre los impactos de los modelos
del monocultivo, donde se sembró una alerta ambiental y sanitaria, que
todavía los organismos del Estado no han sabido dar respuesta, a pesar
de que han transcurrido siete largos años.
En esa jornada se abordó los problemas de la sobreexplotación del suelo,
especialmente la vinculada con la soja y que para males se vende en su
gran mayoría para forraje, pero también se explicó las nefastas
consecuencias del monocultivo del eucalipto que se destina para materia
prima en la fabricación de pasta de celulosa.
Tanto la soja como el eucalipto responden al mandado de los mercados
mundiales, quienes asignaron a esta región un rango prioritario para su
expansión sin importar ni medir las graves consecuencias que generan
estos sistemas productivos en el ambiente y en la salud.
“No nos seduce la cascada de anuncios nacionales e internacionales que
promueven la expansión de la frontera agropecuaria y la producción de
agrocombustibles, y que agravarán de ese modo hasta lo indecible, la
situación de emergencia ambiental existente, y la apropiación de los
bienes que nos son comunes: el aire, el agua y la tierra”, se sostuvo en
un documento firmado por medio centenar de organizaciones civiles y
científicas (5).
De manera más reciente, un grupo de investigadores de la Universidad
Nacional del Litoral encontró sustancias tóxicas en granos maduros y
verdes de soja, así como en el suelo usado para la siembra, lo que causa
la contaminación de las capas freáticas.
En ese trabajo se demostró que Entre Ríos no es ajeno a esta situación y
se denunció en base a un trabajo realizado en 2001 (hace más de trece
años), que existían restos de glifosato y endosulfán en soja verde.
También se subrayó que el problema es aún más grave, porque los
productos alimenticios que se obtienen de estos granos, aunque se
presenten como “alimento ideal” quedaron cuestionados desde el ámbito
científico por su alto grado de exposición a los plaguicidas. ¿Qué parte
de la palabra agrotóxico no se entiende que es veneno?
Los investigadores de la Universidad Nacional del Litoral encontraron
restos de glifosato y endosulfán en granos verdes y maduros de soja, en
alimentos ya procesados e incluso en el suelo usado para su siembra,
como así también contaminación en las capas freáticas.
Otra vez el olor de la ganancia fácil es similar a la muerte: el
endosulfán es un insecticida clorado y prohibido en muchos países, pero
que en Argentina se lo utiliza para combatir la chinche verde de la
soja.
Mondiablo
Monsanto es una empresa que provee productos para la agricultura y es
considerada una de las líderes a nivel mundial. Produce el herbicida
bajo la marca Roundup, pero también es productor de semillas
genéticamente modificadas lo que constituye “un paquete tecnológico
vinculado con los agroalimentos. Los herbicidas no se justifican sin esa
semilla específica y viceversa”.
Un rápido repaso por internet permite saber que Monsanto (o Mondiablo)
fue fundada en Misuri, Estados Unidos, en 1901. Su fundador fue John
Francis Queeny, un químico veterano de la industria farmacéutica y que
bautizó a la compañía con el nombre de soltera de su esposa Olga Méndez
Monsanto.
Monsanto se dedica en la actualidad principalmente a la producción de
herbicidas y de semillas genéticamente modificadas (alimentos
transgénicos).
En la década de 1920, la Monsanto expandió sus negocios para la química
industrial, como por ejemplo ácido sulfúrico. En la década de 1940
fabricaba plásticos, incluyendo poliestireno y fibras sintéticas.
En 1938 Monsanto adquirió a Fiberloid Corp y el 50 por ciento de Shawinigan Resins, empresas que fabricaban plásticos y resinas.
Curiosamente, en Europa los alimentos transgénicos, principal actividad
de Monsanto, tienen una enorme resistencia entre la población y los
agricultores, que no consideran probada su seguridad para la salud
humana. Por eso los alimentos transgénicos son prácticamente inexistente
en la Unión Europea, salvo algo en España y un poco más en Rumania.
No es casual que Monsanto sea una de las empresas que más controversia a
nivel mundial ha creado, justamente por el peligro de sus productos
para la salud humana, animal, vegetal y especialmente la destrucción de
la biodiversidad.
En 1935 Monsanto absorbió a la empresa que comercializaba Policloruro de
bifenilo (PCB) desde 1927. En su época, el PCB fue un producto útil que
tenía gran estabilidad térmica biológica y química. Por sus
características anti-inflamables, la mayoría de los aceites dieléctricos
con PCB's se usaron fundamentalmente en áreas con alto riesgo de
incendio, tales como plantas industriales, en transporte colectivo de
tracción eléctrica (tranvías) y en la industria petroquímica. Sin
embargo, tras los avances de la ciencia, se prohibió el uso de PCB en
1970, tras descubrir que se trataba de un agente contaminante para el
medioambiente (según el programa de las Naciones Unidas, es uno de los
doce contaminantes más nocivos fabricados por el ser humano). Su uso en
agricultura e industria junto con su gran capacidad de permanecer en el
medio (incluso durante siglos) hizo que este agente llegara a la
hidrosfera, donde se acumuló en sedimentos fluviales y marinos.
Monsanto sabía y escondió la verdad de los PCB. Por esconder esa
información (6), hasta en la actualidad muchos pagan con sus vidas el
estar expuestos a este aceite.
En la década de los 60, Monsanto fueron contratada –junto con otras
firmas- por el gobierno de Estados Unidos para producir un herbicida
llamado “Agente naranja” y que fue utilizado en la guerra de Vietnam con
el fin de destruir la selva y las cosechas y de esa forma privar de
alimento a ese pueblo.
El agente naranja fue un potente químico que causó entre la población
vietnamita casi 500 mil nacimiento de niños con malformaciones, además
de una cifra similar de muertos en la población adulta.
En 2007 Monsanto fue multado por anunciar que su herbicida Roundup era
biodegradable y no tóxico para los animales domésticos y los niños, y la
Unión Europea ha clasificado al herbicida de Monsanto como no
biodegradable. (7).
Monsanto existe en Argentina desde hace cinco largas décadas. Su
objetivo innegociable fue expandir la frontera de cultivos transgénicos
como la soja o el maíz, entre otros organismos genéticamente
modificados. Así generó un millonario mercado disimulado bajo bajo el
engañoso concepto de agronegocios. A pesar de tener el ingreso prohibido
en más de cincuenta países, todavía nadie puede explicar por qué se le
ha dado tanta entrada en la Argentina. Ni tampoco nadie responde por qué
tiene esta empresa tantas garantías y auspicios del Estado nacional.
Otro tema que nadie puede explicar es por qué el monocultivo y la
concentración territorial es mejor que la diversidad alimentaria y por
el momento tampoco nadie se hace cargo de los desalojos y pérdidas de
los pequeños productores ni mucho menos de la constante contaminación
agrotóxica ni del desmonte sistemático, ni la obscena alteración de
ecosistemas para crear los llamados commodities alimentario-financieros.
Los trabajos científicos han demostrado que el glifosato causa
malformaciones en el desarrollo de embriones anfibios. “Las
deformaciones observadas son consistentes y sistemáticas”, sostienen los
estudios del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas
(Conicet).
El herbicida de Monsanto fue evaluado en 1996 por las autoridades
argentinas y lo calificaron como de “improbable riesgo agudo”. Otra vez
el olor del dinero se parece al de la muerte.
Cuando la tecnología moderna tiene tanta influencia en casi todos los
aspectos de la vida de una persona, es cuando más hay que celar de la
confianza y especialmente evitar la postura acrítica como si la propia
tecnología pudiera corregir sus letales consecuencias. Es obvio que
existe una incapacidad de los Estados (Provincias-Nación) para ejercer
un control tutelar que garantice la soberanía alimentaria. Este siglo
XXI se presenta como una formidable oportunidad para replantear la
relación entre el hombre y la naturaleza. ¿Habrá capacidad para respetar
la periodicidad de los ciclos naturales? ¿O prevalecerá lo que se vive
hasta el momento: alterar para ganar dinero más fácil y rápido a pesar
de que ello implique que se sacrifique la propia vida?
Comisión
El 19 de enero de 2009, la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner,
dictó el Decreto 21/09, a través del cual crea la Comisión Nacional de
Investigación, que funcionará en la órbita del Ministerio de Salud, y
posee los siguientes objetivos:
1) Investigar los hechos denunciados y situaciones similares, sus causas
y efectos. 2) Efectuar recomendaciones, proponer acciones, planes,
programas, etcétera. 3) Delinear pautas para contribuir al uso racional
de químicos y agroquímicos. 4) Proponer herramientas de información
adecuadas para su utilización en los medios de comunicación. 5)
Identificar los problemas generales en la atención sanitaria de la
población afectada. 6) Desarrollar estrategias de atención para promover
el uso racional de los productos o bien su eliminación. 7) Reunir
información estadística e indicadores de impacto. 8) Propiciar la
normativa pertinente y proponer las acciones directas a implementar. 9)
Proponer campañas de concientización y educación sobre el uso,
manipulación de químicos y agroquímicos. 10) Implementar, ejecutar y/o
coordinar acciones, planes, proyectos y programas.
Pero de todo esto todavía nada se sabe.
Referencias
1) http://www.biodiversidadla.org.
2) Según la Bolsa de Cereales, Gualeguaychú se ubicó como el
Departamento con el mayor área dedicada a la soja de primera (147.800
hectáreas) y producción (369.500 toneladas), pero el mejor rinde
promedio Departamental correspondió a Victoria con 3.000 kg/ha. EL
ARGENTINO del 20 de junio de 2014.
3) Página/12, 16 de abril de 2009.
4) http://www.grr.org.ar/.
5) Ib.
6) http://www.combat-monsanto.es/spip.php?article236.
7) http://www.combat-monsanto.es/spip.php?article368.
Por Nahuel Maciel
EL ARGENTINO
De:
http://www.diarioelargentino.com.ar/noticias/140611/El-glifosato,-ese-herbicida-selectivo-que-mata-todo-lo-que-encuentra-a-su-paso
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