Hace dos años, Ben & Jerry's Homemade
Inc. puso en marcha un plan para eliminar de su helado los ingredientes
genéticamente modificados en respuesta al creciente rechazo de los
consumidores a esos productos y para cumplir con sus propias metas
medioambientales.
Antes de fin de año,
casi 12 meses después de lo programado originalmente, la empresa prevé
concluir una primera fase que involucra algunos productos como masa para
galletas y caramelo líquido. Lo único que queda por convertir es la
leche que constituye el helado mismo. Eso podría llevar entre cinco y 10
años más debido a las complejidades de conseguir leche considerada
libre de material transgénico.
"Hay muchos más factores de lo que la gente se imagina", dice Rob Michalak, director de misión social de Ben & Jerry's.
Dos
décadas después de que las primeras semillas diseñadas genéticamente
fueron vendidas comercialmente en Estados Unidos, los organismos
genéticamente modificados (OGM) —los cultivos de esas semillas— son
comunes en la dieta estadounidense, usados para fabricar los
ingredientes de cerca de 80% de la comida envasada, según estimaciones
del sector.
Ahora, la campaña se ha
intensificado, liderada por grupos de defensa de los consumidores y el
medioambiente como Green America, y está llevando a que una cantidad
pequeña pero en aumento de grandes empresas de alimentos deje de lado
los OGM. Además de Ben & Jerry's, que es filial de
Unilever
ULVR.LN +0.27%
PLC, este año
General Mills Inc.
GIS -0.23%
comenzó a vender su cereal Cheerios en su sabor original sin OGM. Smart Balance, de
Boulder Brands Inc.,
BDBD +3.08%
eliminó los OGM de su línea de margarinas y otros productos untables. En tanto,
Chipotle Mexican Grill Inc.
CMG -0.16%
venderá tortillas de maíz sin OGM.
La
etiqueta "sin OGM" es una de las tendencias de mayor crecimiento en los
envases de alimentos en EE.UU. y las ventas de esos artículos subieron
28% en 2013 a unos US$3.000 millones, según la firma de investigación de
mercado Nielsen. En una encuesta entre casi 1.200 consumidores
estadounidenses realizada para The Wall Street Journal, Nielsen halló
que 61% había escuchado de los OGM y casi la mitad de esas personas
dijeron que evitaban comerlos. El principal motivo era porque "no suena
como algo que debería comer".
La
reacción enérgica contra los OGM refleja el profundo escepticismo que se
ha arraigado entre muchos consumidores de EE.UU. frente a la industria
alimentaria y, en particular, su uso de tecnología. Otros ingredientes
como los edulcorantes artificiales han recibido críticas similares. La
web y las redes sociales han permitido que las sospechas de los
consumidores en temas de ese tipo se conviertan en poderosos movimientos
que están obligando a las empresas a responder.
Quienes
critican los OGM —que combinado genes de distintos organismos para que
algunos cultivos sean más duraderos— afirman que no ha habido
suficientes estudios independientes sobre las consecuencias a largo
plazo sobre la salud y el medioambiente de lo que llaman
"Frankencomida". Citan un puñado de estudios fuera de EE.UU. que
encontraron efectos tóxicos en animales alimentados con cultivos
transgénicos y señalan que 64 países, incluidos los de la Unión Europea y
China, exigen que los productos con OMG sean identificados en su
etiqueta.
Por su parte, la industria
alimentaria sostiene que esos estudios no son concluyentes y que ninguno
ha mostrado una conexión que sea perjudicial para los humanos. Sus
partidarios también indican que los cultivos de OGM usados en EE.UU.
fueron aprobados por las autoridades, que no exigen una etiqueta
especial para ellos. Además, aunque la UE exige etiquetas especiales en
sus países miembros, ha aprobado muchos alimentos con OGM como seguros
para el consumo.
Más allá del debate, la
suerte que corran empresas como General Mills y Ben & Jerry's al
dejar de lado los OGM ofrecerá una guía para otras que lo consideran.
Hasta ahora, el proceso ha resultado ser costoso, complejo y
políticamente complicado. En el caso de Ben & Jerry's, el costo
extra de los ingredientes sin OGM fue de entre 5% y 20%, lo que refleja
cuán arraigada está esa tecnología en la cadena alimentaria. La empresa
planea absorber los costos y no trasladárselos a los clientes.
No
obstante, los pioneros también están alentando a agricultores y
fabricantes de ingredientes a aumentar el suministro de artículos sin
OGM.
Sin dudas, hay mucho en juego para firmas como
Monsanto Co.
MON +1.65%
y
DuPont Co.
DD +0.08%
, que venden semillas transgénicas para darles a los cultivos
características como la capacidad de repeler insectos y resistir
pesticidas. Hoy, más de 90% del maíz, la canola, la soya y la remolacha
azucarera en EE.UU. está modificado genéticamente. La mayor parte de las
frutas y verduras que consumen directamente los estadounidenses no
tiene OGM, pero los cultivos se usan para producir ingredientes comunes
como jarabe de maíz y más de la mitad del azúcar consumida en EE.UU.,
además del pienso que come la mayoría del ganado.
Una
vocera de Monsanto señaló que la compañía confiaba en la seguridad de
sus semillas por una "gran cantidad de pruebas rigurosas" realizadas por
la empresa e investigadores independientes. DuPont sostuvo que la
tecnología estaba respaldada por "agencias regulatorias y organizaciones
científicas en todo el mundo". Según sus partidarios, el cambio a OGM
ha llevado a cosechas de mayor tamaño y menores costos alimentarios.
Cuando
una marca importante anuncia planes de dejar de lado los OGM, genera
más debate. Los partidarios criticaron a General Mills por el cambio que
realizó en los Cheerios, al decir que le daba sustento a concepciones
erróneas sobre la tecnología. Los grupos anti-OGM comenzaron a pedirle
que dejara de usar OGM también en otros cereales. La empresa indicó que
cambiar los ingredientes de sus otros cereales sería demasiado difícil,
pero que los productos con OGM son seguros. Explicó que ofreció la
variedad sin OGM para darles más opciones a los consumidores.
Ben
& Jerry's, la quinta mayor marca de helado en EE.UU. en términos de
ventas, dice que no considera que los OGM sean dañinos para los
humanos, pero que siempre se ha posicionado como una marca que cuida el
medio ambiente y que es socialmente progresista.
En
su relación con los agricultores, las empresas enfrentan un dilema. Los
productores de alimentos dudan en comprometerse a dejar los OGM hasta
que estén seguros de poder encontrar suficientes fuentes de cultivos sin
OGM. No obstante, los agricultores son renuentes a cambiar de semillas
sin estar seguros de que tendrán una demanda garantizada de cultivos sin
OGM a un precio más alto.
Ben &
Jerry's sostiene que no puede cuantificar lo que gastó en total. Los
costos extra incluyeron cambios en el transporte de productos desde
regiones más lejanas, el diseño de etiquetas nuevas, marketing y
revisiones legales.
La cantidad de
empresas grandes que anunciaron planes de eliminar los OGM aún es
pequeña. Grandes agrupaciones del sector, como la Asociación de
Productores de Alimentos, señalan que la tendencia no tiene fundamentos,
pero reconocen que está creciendo. Siguen ejerciendo influencia contra
las etiquetas de OGM y promueven los beneficios de la tecnología.
De
todos modos, ejecutivos señalan que muchas de esas empresas les piden a
los proveedores que desarrollen opciones sin OGM para que puedan estar
listos si se extienden los requerimientos de etiquetas.
De:
http://online.wsj.com/news/articles/SB10001424052702304644204580090051990846796?tesla=y&tesla=y&mg=reno64-wsj&url=http://online.wsj.com/article/SB10001424052702304644204580090051990846796.html
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