lunes, 21 de julio de 2014

La polémica sobre alimentos transgénicos vuelve a EEUU

Piden identificar productos genéticamente modificados

Dos décadas después de que los alimentos modificados genéticamente llegaron por primera vez a los supermercados estadounidenses, toma fuerza el debate sobre si los consumidores deben saber más sobre lo que contienen sus bolsas de compra.
Aunque actualmente la mayoría de los alimentos procesados contienen al menos un ingrediente modificado genéticamente, no hay ninguna regulación en Estados Unidos (EEUU) para que los fabricantes lo identifiquen, a diferencia de lo que sucede en la Unión Europea y en muchos otros países.
Pese a los años de su uso en EEUU —país donde casi todos los cultivos de maíz, soja y remolacha azucarera han sido creados— y a las reiteradas aprobaciones de seguridad, los activistas siguen considerando que los organismos con genes modificados, también conocidos como transgénicos, son peligrosos o insalubres. Muchos estados del país trabajan para conseguir leyes regionales más estrictas en materia de etiquetado.
“No creo que haya nada malo en cómo la naturaleza ha diseñado nuestra comida y no creo que sepamos lo suficiente sobre los efectos a largo plazo” de los alimentos transgénicos, dijo Kathryn Lowe, una orientadora de salud que recoge firmas para que se apruebe una ley en Oregon.
Esta norma exigiría a los fabricantes de alimentos poner claramente “Producido con ingeniería genética” en los productos que contienen OGM (organismos genéticamente modificados).
ALERTA. Muchos estados de EEUU prevén que sus habitantes puedan votar por nuevas leyes, y los activistas en Colorado están peleando por una medida similar. Aseguran que los OGM poblaron los grandes supermercados sin suficientes pruebas independientes sobre su seguridad a largo plazo.
El debate apunta a las multimillonarias industrias de la agricultura y la tecnología alimentaria de EEUU. Estos grupos están dedicados a evitar a toda costa la propagación de tales requisitos y a decir que los argumentos de los activistas son infundados o simplemente equivocados.
“El etiquetado obligatorio podría sugerir que los productos alimenticios que contengan estos ingredientes son de alguna manera inferiores a sus contrapartes convencionales u orgánicas”, dijo Charla Lord, portavoz de la gigante de la biotecnología Monsanto.
“Decir que los OGM son ‘no probados’ o ‘inseguros’ no es verdad. Los cultivos de OMG se someten a más pruebas y supervisión que ningún otro producto agrícola y la seguridad de los cultivos transgénicos está bien instaurada”, agregó Lord. Monsanto produce muchos cultivos genéticamente modificados, incluyendo una línea de maíz y otras plantas que han sido alteradas para tolerar dosis más altas del herbicida más utilizado, el Roundup.

OGM están vinculados al aumento de pesticidas
Los cultivos genéticamente modificados han estado vinculados a un aumento de más de 181 millones de kilos en el uso de pesticidas en EEUU entre 1996 y 2011, lo cual acarrea riesgos para la salud y el medio ambiente, advirtió David Rosenfeld, director ejecutivo del grupo de consumidores de Oregon OSPIRG.
Sin embargo, gigantes agroquímicos y agroalimentarios como Monsanto, Bayer, DuPont, Coca-Cola y PepsiCo dedicaron millones a derrotar las iniciativas para votar nuevas leyes que identifiquen a los OGM. Los partidarios de leyes de etiquetado dicen que los consumidores deberían tener información detallada sobre lo que realmente están comiendo. Apuntan a encuestas recientes, una de ellas del The New York Times y Consumer Reports, que sugieren que nueve de cada diez estadounidenses apoyan esta idea.
“El etiquetado obligatorio OMG en el ámbito estatal y local solo sería confuso y costoso para los consumidores y los que cultivan sus alimentos”, dijo el portavoz de la Grocery Manufacturers Association, que junto con otros grupos alimentarios representan a los principales productores de Estados Unidos. “Estas normas diferenciadas exigirían que los productores de alimentos establecieran diferentes cadenas de suministro para los diferentes estados, creando enormes gastos que podrían ser cargados a los consumidores”, agregó.

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