La Vía Campesina, una organización internacional que por largo tiempo
ha experimentado en carne propia las agresiones del agro-negocio y los
transgénicos, se encuentra acompañando procesos que permitan establecer
la Soberanía Alimentaria y Nutricional como un objetivo estratégico y
una obligación de los Estados latinoamericanos para garantizar que las
personas, comunidades, pueblos y nacionalidades, alcancen la
autosuficiencia de alimentos sanos y culturalmente apropiados de forma
permanente.
En este sentido la Vía Campesina Internacional menciona la conquista
del pueblo ecuatoriano y su Gobierno, que en la nueva Constitución
política declara a Ecuador “libre de cultivos y semillas transgénicas”.
También en Nicaragua está en vigencia la Ley de Seguridad y Soberanía
Alimentaria y en algunos municipios del país las alcaldías han declarado
“territorio libre de los transgénicos”.
En otros países como Argentina, Chile, Brasil, Paraguay, Costa Rica,
hacen uso de semillas transgénicas, sin considerar los efectos negativos
y el atentado a la soberanía alimentaria que esto implica. Vía
Campesina, en base a su experiencia organizacional, ha debatido en
diversos lugares del mundo y concluido que los cultivos transgénicos
“sólo provocan destrucción y despojo, llevan a la concentración de la
tierra y la riqueza, envenenan a las familias, animales, cultivos y
la vida entorno nuestro, destruyen las fuentes de trabajo y nos expulsan
de la tierra”.
Los cultivos transgénicos no alimentan a los pueblos. Gran parte de
ellos está destinado a la producción de combustibles y otras materias
primas industriales. Y son estos cultivos, factores que la FAO
identificó como importantes en la anterior crisis alimentaria y en la
actual elevación del precio de los alimentos.
Nos sorprende que aún existan gobiernos y organizaciones que aseveren
que los cultivos transgénicos pueden cuadruplicar la producción.
Experimentaciones y estudios científicos universitarios indican que las
variedades transgénicas son menos productivas que las mismas variedades
sin la transgenie.
Los estudios señalan que más del 80% de los cultivos transgénicos son
resistentes a herbicidas. No hay un solo caso de un cultivo transgénico
desarrollado resistente al frío, a la sequía o a otras condiciones
muchas veces enfrentadas por las agriculturas campesinas. La realidad de
los cultivos transgénicos es que han provocado el incremento del uso
masivo e intensivo de herbicidas y de otros pesticidas.
Argentina consume hoy más de 200 millones de litros de glifosato, la
mayor parte de las veces mediante aplicaciones en aéreas que afectan
indiscriminadamente a cultivos, animales, personas y plantas silvestres.
Brasil, por su parte, se ha convertido en el país con el mayor uso de
Agrotóxicos por persona a nivel mundial. El resultado, como bien se ha
documentado en Argentina, Chile, Brasil y Paraguay, ha sido el aumento
alarmante de los casos de cáncer, de enfermedades graves a la piel,
malformaciones al nacer, aumento de la tasa de abortos, y casos de
intoxicación aguda que han llevado a la muerte, especialmente de niños
pequeños.
Si alguna duda podía quedar acerca de los efectos de los cultivos
transgénicos, un estudio científico de investigadores franceses y recién
publicado en Estados Unidos demuestra sin lugar a dudas que la
exposición al glifosato -obligatoriamente asociado a la mayoría de los
cultivos transgénicos- y el consumo de transgénicos, provoca cáncer,
alteraciones hormonales y glandulares, lesiones graves al hígado y los
riñones y finalmente tasas de mortalidad 2 a 3 veces mayores que las
normales, especialmente en mujeres.
Los cultivos transgénicos no son respuesta alguna a los problemas de
pobreza que enfrentan millones de familias y comunidades campesinas en
el mundo. Todo lo contrario: aumentan la dependencia, nos expulsan de la
tierra, nos dejan sin trabajo, deprecian el valor de la producción y
destruyen las economías locales.
http://www.elnuevodiario.com.ni/opinion/288867-cultivos-transgenicos-destruccion-despojo
No hay comentarios:
Publicar un comentario