Greenpeace, la Unión de Científicos Comprometidos Socialmente (UCCS) y
la organización social Semillas de Vida que encabezan la lucha contra el
grano transgénico, han difundido ampliamente que “…se ha demostrado con
estudios científicos que han aportado datos de México y de otros lados
del mundo
Por Moisés Edwin Barreda
Al cabo de su visita al traspatio que somos de Estados Unidos de
América, el señor Barack Obama sembró una duda: es ingenuo, o cree que
el pueblo mexicano cojea de esa pata. De otro modo no se hubiera
preconizado maravillado de lo bien que estamos como nación.
El sobrino del tío Tom, parentesco que imponía pensar que jamás
alcanzaría la Presidencia de ese país fundado por emigrantes todos
caucásicos, rubicundos, lanzó cínicamente esa evidente falacia muy
confiado en que aquí no pasa nada, atenido a nuestra creciente
incapacidad de indignación.
Desde luego ganó el aplauso atronador de los actuales responsables de
la desgracia en que nos debatimos porque hemos tenido como Presidentes
de la República a domésticos de los sucesivos gobiernos de Washington, a
su vez sirvientes del capital financiero internacional, que incluye a
las transnacionales depredadoras de nuestros suelo y recursos
naturales, como la Monsanto.
Con su silencio a la demanda popular y de decenas de científicos
nacionales y extranjeros de que se prohíba la siembra comercial d e maíz
transgénico, petición que implica acabar con la siembra de soya y
canola transgénicas, aunque se soslaya el algodón transgénico que hace
más de catorce años se cultiva en la Comarca Lagunera, el gobierno
federal actual está facilitando que progrese el afán y labor de la
Monsanto para eliminar la soberanía alimentaria del país.
Ese labor también letal para nuestro pueblo, de hombres de maíz, la
lleva avante la Monsanto merced a la traición a la patria cometida
inicialmente por legisladores que aprobaron la Ley Federal de
Bioseguridad y su reglamento a conveniencia de esa depredadora, a
instancias de otro vendepatrias llamado Francisco Gonzalo Bolívar
Zapata, que audazmente como presidente de la Academia Mexicana de
Ciencias, dio el aval científico para el caso.
Al hacerlo, Bolívar Zapata se presumía preocupado por la soberanía
del país; pero la soberanía alimentaria le importaba y le importa un
bledo, pues sin considerar las objeciones de decenas de científicos
nacionales y extranjeros al cultivo del maíz transgénico porque México
es centro de origen y centro de diversidad genética del maíz,
contaminará al maíz nativo hasta eliminarlo, pues no hay zona donde no
haya una o más de sus cientos de razas y variedades, y en el rubro
alimentario, tan fundamental, quedaremos a merced de las transnacionales
como Monsanto, que patentaron la semilla transgénica del grano.
Greenpeace, la Unión de Científicos Comprometidos Socialmente (UCCS) y
la organización social Semillas de Vida que encabezan la lucha contra
el grano transgénico, han difundido ampliamente que “…se ha demostrado
con estudios científicos que han aportado datos de México y de otros
lados del mundo, que los transgenes se mueven a miles de kilómetros de
distancia (artículos de Piñeyro et al, 2008, 2009; reseñas en Nature, 2008, 2009; Dyer et al.,
2009), con lo cual los maíces transgénicos serán fuente de
contaminación transgénica desde el norte del país al resto de las zonas
en donde hay riqueza de maíces nativos, incluidas las zonas de
diversidad de maíz del norte que albergan algunas razas y variedades muy
importantes y únicas; por ejemplo en Tamaulipas en donde se ha registra
un Centro de Origen y Diversidad muy importante. De tal manera es
imposible la coexistencia sin contaminación y acumulación de transgenes
en las variedades nativas o criollas, por su parte la contaminación es
irreversible. La integridad de los acervos de semillas de nuestro
alimento básico está en grave peligro.
“La siembra de maíz transgénico en cualquier parte de México llevará
eventualmente a efectos no deseados y a una presencia de secuencias
recombinantes patentadas que no podrá purgarse. Atenta contra la
autodeterminación de los pueblos de México, contra el derecho a una
producción del alimento básico libre de transgénicos. Los riesgos en
salud y al ambiente están sólidamente demostrados. El fracaso de los
transgénicos para aumentar rendimientos, reducir uso de agrotóxicos y
fertilizantes ha quedado demostrado ampliamente en los mismos Estados
Unidos de América.”
No obstante que al ser eliminado el maíz criollo perderemos para
siempre la soberanía alimentaria nacional, Bolívar Zapata, bajo su
condición de presidente de la Academia Mexicana de Ciencias y director
fundador del Instituto de Biología de la UNAM, en su ponencia
“Biotecnología y bioseguridad para el desarrollo de México. Pertinencia
de la Ley de Bioseguridad”, durante el Congreso Internacional de Salud y
Derecho efectuado del 24 al 27 de enero de 2006 en el Instituto
Nacional de Investigaciones Jurídicas de la UNAM Bolívar Zapata, se
atrevió a aseverar que “…la inserción del país en la dinámica científica
mundial es necesaria, ya que permitirá comprender mejor nuestros
problemas nacionales, buscar su solución y simultáneamente acrecentar
nuestra identidad y soberanía”. La soberanía alimentaria le importaba y
le importa un bledo.
Luego precisó que “es necesario que en México se desarrolle una
cultura amplia de biodiversidad, para dar cabida al establecimiento de
medidas y acciones de evaluación de riesgos y monitoreo de los impactos
de productos químico-biológicos en todos los sectores de actividad,
incluyendo el uso de los transgénicos. Dentro de esta perspectiva
general, un paso importante en esa dirección ha sido el establecimiento
de la Ley Federal de Bioseguridad para el manejo de organismos
genéticamente modificados.”
No de balde entre la Academia, el ámbito científico y organizaciones
civiles se afirma que con Bolívar Zapata incrustado desde el 26 de
septiembre de2012 en el aparato gubernamental federal el futuro es
ominoso para el país y luminoso para la Monsanto.
Es curioso que esté demostrado científicamente que el consumo de
cultivos transgénicos directo y por la cadena alimenticia, y el
glifosato en el herbicida apropiado para ellos, creado por la Monsanto,
produce cáncer y otros males al organismo humano, y los científicos y
las organizaciones civiles que exigen al gobierno federal proteger al
maíz criollo negando permiso para la siembra comercial del maíz
transgénico, no se interesen en participar en el foro La Voz del
Cáncer, patrocinado por la fundación Livestrong “como parte de un
esfuerzo internacional para combatir los tumores malignos.”
La lucha de los mexicanos contra el maíz transgénico es compatible
con ese cónclave, que se ha realizado en años pasados en cuatro
naciones, pues en él se sostiene que ingerir alimentos contaminados con
sustancias tóxicas contribuye al aumento de enfermos de cáncer. Es
trascendental que los mexicanos luchemos por todos los medios para
impedir que desde el gobierno federal se siga solapando el avance de los
transgénicos a pesar de su gran nocividad.
http://laregiontam.com.mx/2013/05/22/traicion-a-mexico-el-solapar-transgenicos/
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