viernes, 14 de marzo de 2014

Los transgénicos ponen freno al Acuerdo Transatlántico


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Dan Mullane e Ignacio García (de izda. a dcha.) / Comisión Europea

Los jefes de negociaciones europeo y americano han explicado ante los medios que van a buen ritmo y que se han alcanzado acuerdos que beneficiarán a ambos países. Un nuevo mercado, único y amplio, con regulaciones similares y sin trabas arancelarias, es el punto fuerte de estas reuniones que se han organizado a lo largo de la semana en Bruselas. Sin embargo, reconocen que está en manos de la iniciativa privada y de los legisladores el superar las diferencias y que haya, de verdad, efectos positivos y palpables

“Estamos trabajando para cumplir las promesas que hemos hecho a las empresas y a los trabajadores”, ha comentado Dan Mullaney en la rueda de prensa tras las conferencias y las charlas de estos días en la capital de Bélgica. El principal atractivo de una libre comercialización es la creación de un PIB de 86.000 millones de euros para 2024 para la Unión Europea, según anuncia la Comisión.

Las claves del encuentro, que forma parte del Acuerdo Transatlántico de Libre Comercio e Inversión (TTIP), son facilitar la entrada de empresas europeas al mercado americano, y viceversa, además de eliminar las trabas administrativas y las duplicidades burocráticas que ralentizan el proceso, desaniman a los emprendedores y encarecen echando para atrás a los inversores. “Nosotros queremos asegurar a los que invierten”, declaraba Mullaney. Una postura que también compartía su homólogo europeo.

Mutuo beneficio

A pesar de la actitud positiva y cercana de ambos, “a un muy buen ritmo” según Mullaney, no siempre ha sido así. El proceso se iniciaba en julio de 2013, y se interrumpía a finales de ese año debido a la crisis en la administración pública. Obama y su propuesta del ObamaCare, que quería asegurar un nuevo modelo sanitario, no eran aceptados por los otros grupos políticos debido a la grave situación económica del país. Europa debía esperar a que la nación resolviera sus asuntos internos antes de poder estrechar lazos.

A ello se unía la barrera de la llamada Ley Buy American, de tendencia proteccionista y que fue aprobada en 2009, por la cual se obligaba al uso de acero americano en las obras públicas.

En cuanto a las hormonas, el jefe de negociaciones europeo ha sido tajante, “no va a haber excepciones y en ningún momento hemos hablado de ello. A todos caso se adecuará a la legislación vigente.” Aunque antes había mencionado respecto a los productos transgénicos que están en una fase demasiado temprana de la negociación, y que se deben respetar las aproximaciones de cada país, en este asunto no ha dejado margen de acción. Mullaney, por su parte, ha admitido que a cada lado del océano le correspondía una visión particular. “Nosotros damos importancia a la seguridad en los alimentos”, sentenció.

Se espera que las PYMEs puedan sacar provecho de la creación de un marco regulatorio común, ya que “son las que más rápido se adaptan, crean empleo y pagan sus impuestos a tiempo”, ha dicho Mullaney, que además ha comentado que “estamos trabajando rápido para darles respuesta”.

Más que una eliminación de aranceles, se trata de una comunicación estrecha dada la cercanía comercial de la zona del dólar y del euro. En un panorama financiero que permanece inestable, a pesar de los datos esperanzadores como en España el del paro, la aparición de otras potencias como China e India evidencian la necesidad de aunar fuerzas.

No todos coinciden
En Europa ha habido posturas divergentes. El apoyo alemán se ve por ejemplo en el Informe de la fundación Bertelsmann, cuyas estimaciones instan a creer en este acuerdo como un motor económico que creará empleo e ingresos a ambas partes, afirmando que España sería de los países que más se beneficiarían del acuerdo.

Mientras que Alemania y Reino Unido ven en la liberalización del mercado común transatlántico una oportunidad, el presidente de Francia, Hollande, no comparte esta postura. En 2013 pidió que se implantara más tarde, y el ministro de Comercio declaró que era “iluso” pensar que este Tratado beneficiaría a Europa.

En Bruselas, este jueves, un grupo de protestantes tiraba leche a la Comisión Europea para expresar su disgusto. Denunciaban que el puente económico hacía peligrar el medio ambiente y la sanidad. Una preocupación que los jefes de negociación, tanto Mullaney como García Bercero, han insistido en la rueda de prensa en que son prioritarios y pilares en la negociación. En el ámbito de los productos químicos, el proceso aún se encuentra en sus primeros pasos, “depende de la sustancia, hay que verlo”, ha comentado García Bercero.

Por otro lado, dentro de España alguna voz ha expresado críticas al respecto. El grupo de Izquierda Unida cree que el Tratado se traducirá en reducir los derechos de los trabajadores europeos a los americanos, y ven más una amenaza a los negocios europeos frente a la potencia y capacidad de las empresas americanas.


De:
http://cambio16.es/not/4857/los_transgenicos_ponen_freno_al_acuerdo_transatlantico/

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