Pone en riesgo la seguridad alimentaria y la estabilidad económica de los productores.
Morelia, Michoacán.- La reconversión de superficie sembrada con maíz
blanco por maíz amarillo es inconveniente para Michoacán, ya que se
ponen en riesgo la seguridad alimentaria del estado y del país, la
estabilidad económica de los productores y la diversidad genética de los
maíces criollos, además de que no soluciona la importación para uso
pecuario, advirtió Martha Alicia Perales Rivas, investigadora del Centro
Regional Universitario Centro Occidente (CRUCO) de la Universidad
Autónoma de Chapingo.
La ausencia de variedades de maíz amarillo adaptadas a la entidad, las
dificultades para la adaptación de las variedades a climas diferentes,
el manejo de plagas y enfermedades no previstas durante el diseño de la
variedad, la presión ecológica que generaría para las poblaciones de
maíz nativas, así como el riesgo de crear déficit en la producción de
maíz blanco, son algunos de los problemas que convierten al maíz
amarillo en una mala opción para el campo michoacano.
“Puede tener un mejor precio, debido al incremento de su demanda como
alimento pecuario, pero conlleva muchos obstáculos que provocan el
rechazo de los agricultores”, señaló Perales Rivas.
La también ex directora de Agricultura en la entidad destacó que estas
dificultades ocasionan que la sustitución del cultivo de maíz blanco por
amarillo resulte perjudicial para la agricultura, el medio ambiente y
la alimentación.
“México es altamente deficitario en la producción de maíz amarillo, por
lo que debe importarlo, principalmente de Estados Unidos, lo que sujeta
el precio del producto a los vaivenes de la economía internacional y le
torna aún más inestable en sus costes; además, su uso es sobre todo como
alimento pecuario, si bien a veces se introduce como alimento humano en
las tortillas, las cuales resultan de muy mala calidad.
“Por el contrario, la mayor parte de los años México es autosuficiente
en maíz blanco, un grano fundamental para la dieta humana y del que no
hay oferta suficiente en el mundo, lo que le sitúa entre los primeros
tres productores mundiales, el cual también cuenta con variedades
mejoradas y variedades nativas, bien adaptadas al ambiente y con buenos
rendimientos”, explicó Martha Alicia Perales.
La catedrática del CRUCO de la Universidad Autónoma de Chapingo refirió
que el maíz blanco en Michoacán se encuentra distribuido de manera que
se garantiza la productividad, ya que las variedades mejoradas se ubican
en zonas de riego y tecnificadas, en tanto que el maíz criollo está en
zonas de temporal, sujeto a condiciones adversas en el clima, pero
convenientemente adaptado a ellas.
“La solución a la importación de maíz amarillo no es la reconversión de
la superficie sembrada con maíz blanca, sino el impulso de una política
pública integral que promocione el cultivo del maíz amarillo en las
áreas propicias, como el Bajío michoacano y la región de Maravatío,
puesto que es prioridad garantizar la seguridad alimentaria de la
población. Primero debemos alimentar a la gente, y luego al ganado,
llámese pollos, puercos, vacas etcétera”, afirmó Martha Alicia Perales.
Reconversión de cultivos atenta contra diversidad genética
Variedades de maíces blancos criollos han desaparecido, debido a la
presión ecológica que ejercen los especímenes mejorados, híbridos y
transgénicos, aseguró Perales Rivas.
“En el Bajío guanajuatense la variedad criolla Celaya, de excelente
rendimiento, ya no existe, porque la interacción con los maíces híbridos
la acabó. El maíz es un organismo que fácilmente se contamina
genéticamente al contacto o interacción con poblaciones híbridas o
mejoradas, aunque el problema es más grave si se trata de variedades
transgénicas”, detalló Martha Alicia Perales.
Riesgo de pérdida de diversidad genética, menor
Sí hay riego de pérdida de la diversidad genética de los maíces criollos
por parte de las variedades híbridas, mejoradas, sintéticas o
transgénicas que se cultivan en México, admitió Sergio Damián Segura
Ledesma, investigador del CRUCO de la Universidad Autónoma de Chapingo;
sin embargo, esta posibilidad es mínima, en comparación con el riesgo
económico que representa para la agricultura tradicional la dependencia
del campo local hacia los insumos intervenidos para mejorar la
productividad.
“Existe el temor entre el público a la contaminación genética de los
maíces criollos por su interacción con las variedades mejoradas o
transgénicas, pero este riesgo está sobredimensionado en el imaginario
colectivo”, explicó Segura Ledesma.
De acuerdo con el especialista en mejoramiento genético, un carácter
superdominante, como lo sería una propiedad que diera al organismo una
ventaja genética excesiva o permitiera su supervivencia en un ambiente
hostil, si fuese gobernado por uno o pocos genes, podría fijarse en una
población de organismos criollos o nativos entre seis y ocho
generaciones con una efectividad del 98 por ciento.
Sin embargo, la mayor parte de las características que se buscan al
intervenir artificial o genéticamente una variedad de maíz no es
superdominante, ni da una ventaja genética excesiva, por lo que su
eficiencia al fijarse en la población nativa es mucho menor al 98 por
ciento de un carácter superdominante.
Pese a que al momento la siembra de maíz transgénico sólo ha sido
autorizada con fines experimentales en zonas reducidas del norte del
país, el trabajo con semillas híbridas y mejoradas suma ya 50 años en
nuestro país, sin que se hubiesen detectado indicios de erosión genética
entre las variedades criollas, si bien el riesgo está latente, detalló
Sergio Damián Segura.
“Inclusive los procesos de domesticación del teocintle, el antepasado
michoacano del maíz, ocasionaron pérdida de la diversidad genética, al
ser las variedades actuales resultado de un efecto de fondo de botella
originado por la presión humana en la selección de los mejores
especímenes.
“Tras 50 años de trabajo con semillas mejoradas y 40 años de manejo de
transgénicos no hay pruebas de erosión genética, aunque no descartamos
que esta posibilidad existe”, aseguró Segura Ledesma.
Más que la probabilidad de afectar directamente el genoma de las
gramíneas criollas, para el catedrático del CRUCO el mayor peligro
radica en la falta de investigación de la eventual toxicidad de los
plásmidos o vectores utilizados en la transferencia genética, así como
la competencia económica desleal de las compañías productoras de
organismos modificados en el campo mexicano.
“Hay pocas investigaciones sobre los efectos de la intervención
genética, especialmente de los plásmidos, virus y bacterias que son
insertados en los organismos para introducir genes foráneos, por lo que
en la actualidad no es suficiente con oponerse a los organismos
transgénicos, sino que hay que investigar más sobre ellos, lo que
comprende al maíz”, afirmó Sergio Segura.
El profesor universitario agregó que, pese a la oposición popular al
consumo de transgénicos y el temor que su uso despierta, es
prácticamente imposible evitar su ingesta o contacto, ya que, precisó,
marcas internacionales y nacionales líderes en México de bebidas
refrescantes, productos de limpieza, lácteos, alimentos infantiles,
cereales, chocolates, dulces y galletas usan, por lo menos, un organismo
genéticamente modificado o transgénico.
Compañías agrícolas, al acecho del campo mexicano
“Es deseable e idóneo que se fomente el cultivo de los maíces criollos
en México, pero la realidad es que no son rentables para los
productores, quienes preferirán las variedades mejoradas o
transgénicas”, señaló Segura Ledesma.
En tanto que una hectárea sembrada con maíz criollo producirá 1.5
toneladas por ciclo, una hectárea sembrada con maíz híbrido generará
ocho toneladas, un diferencial de 6.5 toneladas que obliga a los
campesinos a recurrir a las semillas mejoradas, ya que requieren de una
producción de alrededor de ocho toneladas por hectárea para que su
actividad sea rentable.
Aunado a la menor productividad del maíz criollo contra el maíz híbrido,
está la participación de las compañías agrícolas, cuya intervención
reduce las posibilidades de supervivencia de las variedades nativas, ya
que la intervención en la agricultura tradicional, mediante los insumos
mejorados y los transgénicos, es un negocio de grandes dimensiones.
“Año con año los agricultores deberán comprar la semilla mejorada y
otros insumos a las compañías agrícolas, lo que además de mermar los
ingresos de los productores les hará dependientes de estas empresas”.
El riesgo del uso de variedades mejoradas y transgénicas de maíz en el
campo mexicano no es alimentario o genético, sino comercial y económico,
debido a las importantes ganancias que reporta a los gobiernos y a las
compañías nacionales y transnacionales dedicadas a la producción y venta
de insumos agrícolas la comercialización de organismos intervenidos.
“Las grandes y pequeñas compañías agrícolas tienen un gran interés en
dominar el mercado del maíz, por lo que alientan la investigación,
producción, comercialización y siembra de organismos alterados, con lo
que se incrementa la dependencia de los agricultores a insumos sin
regulación de precios y se contribuye a reducir la seguridad alimentaria
de los estados. Hoy, el cultivo del maíz está en manos de las
compañías”, manifestó Sergio Damián Segura.
Asimismo, advirtió que en México, además de Ecuador, Paraguay y Perú, no
hay avances claros y ciertos en la regulación de organismos
genéticamente modificados, tema donde Cuba y Brasil se colocan como
pioneros en América Latina, lo que deja a las ya frágiles estructuras de
control más debilitadas.
“En México, el órgano que otorga o niega permisos para la siembra de
transgénicos y el manejo de organismos mejorados es el Servicio Nacional
de Sanidad, Inocuidad y Calidad Alimentaria (Senasica), que suele
emplear a técnicos recién egresados y sin la debida capacitación para
establecer si un organismo cumple o no con la reglamentación en la
materia, carece de masa crítica y de protocolos de evaluación
confiables.
“Respecto a Michoacán, simplemente no hay entidades que certifiquen o
descarten la presencia de transgénicos u organismos mejorados en los
productos de consumo cotidiano”, refirió Segura Ledesma.
De:
http://www.cambiodemichoacan.com.mx/nota-220684
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