La revisión de los datos de Van Eenennaam sobre la
alimentación de los animales con piensos modificados genéticamente no
logra contrarrestar los resultados de las investigaciones primarias y no
demuestran la seguridad de los transgénicos
GMWatch, 23 de octubre de 2014
Críticas a los datos que sobre alimentación animal ha
obtenido la exinvestigadora de Monsanto Alison van Eenennaam, que
concluyó que los transgénicos son seguros: Prevalencia
de los impactos de los piensos modificados genéticamente en las
poblaciones de ganado, de Alison Van Eenennaam y AE Young (2014). J Anim
Sci, 92: 4255 a 4278
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Van Eenennaam presenta conflictos de interés: trabaja en la Universidad de California, Davis, donde se encuentra el Centro Biotecnológico de Semillas, que ha recibido financiación de empresas de Biotecnología como Monsanto. Esta Universidad permite la financiación de becas a los estudiantes por parte de Monsanto.
La abogado y periodista sobre temas de alimentación Michele Simon dijo que la Universidad de California en Davis es “una incubadora de investigaciones para las empresas de Biotecnología”. En
su artículo también señala que la empresas de Biotecnología han ayudado
a financiar las investigaciones de laboratorio, becas, salarios de los
profesores, los gastos de viaje de estudiantes postdoctorales, e incluso
la factura de los servicios públicos del campus.
Van Eenennaam, en una entrevista radiofónica en Radio
Nacional de Australia el 23 de octubre de 2014, aclara que su estudio,
que no es más que una revisión de los estudios realizados por otros
científicos, contrarresta los estudios toxicológicos realizados por la Dra. Judy Carman.
Sin embargo, en contraste con los estudios de Carman, en ninguno de los
estudios de Van Eenennaam se utilizó una dieta que contuviese tres
genes transgénicos a la vez, ni revisó el estómago de los animales, ni
pesó el útero. Así que no es comparable con el estudio de Judy Carman.
En los estudios de Van Eenennaam se realizan unas
mediciones muy bastas, tales como el peso corporal y la mortalidad,
diseñadas para tranquilizar a los agricultores que alimentan a sus
animales con transgénicos, es decir, que el animal va a engordar lo
suficiente como para venderlo en el mercado. En general, no son estudios
toxicológicos. Se hacen estudios muy pobres sobre la salud, sobre
todo de las personas que consumen estos productos. No se revisan los
órganos ni se analiza la sangre; no se estudian las alergias, las tasas
de reproducción, las tasas de cáncer, los efectos de la dieta en el
hígados, los riñones, el corazón, o los riesgos de diabetes, así como
las tasas de infecciones.
Incluso en la medición del peso corporal hay un
problema: a la vista de los datos de estos estudios se dice que si el
animal engorda entonces es que es un animal sano. Sin embargo, se
observan problemas de obesidad en muchos países y los resultados sobre
la salud nos dicen claramente que una persona con más peso no es una
persona más sana. Incluso a igualdad de peso, algunos músculos se
convierten en grasa, lo que tampoco es saludable. Pero ninguno de estos
estudios está interesado en este tipo de sutilezas.
Las mediciones realizadas por Carman incluyen
indicaciones sobre el rendimiento, como el consumo de alimento y el peso
corporal de los animales alimentados con piensos modificados
genéticamente, mostrando que no había diferencia entre los alimentados
con transgénicos y los cerdos no alimentados con transgénicos. Es decir,
con una observación más profunda fue como el equipo de Carman encontró
que aparecían problemas.
El argumento de Van Eenennaam implica que usted puede
saber qué animal o persona no presenta diabetes, o enfermedades del
corazón, o alergias, o problemas reproductivos, cáncer, etc, simplemente
midiendo su peso. Es decir, no sería necesario realizar un examen
físico, ni realizar análisis de sangre o ecografías de los órganos
interiores, o una resonancia magnética.
Van Eenennaam ofrece una tabla que resume los 10
estudios realizados en cerdos. Se ve claramente en la tabla que varios
estudios muestran que sí se produjeron cambios en la bioquímica de la
sangre, cambios hematológicos, en la función inmune, en los intestinos,
en el peso de los riñones, el peso del hígado, y cambios en las
bacterias intestinales en los cerdos alimentados con piensos modificados
genéticamente. Sin embargo, llega a la conclusión de que estos estudios
muestran que el consumo de piensos transgénicos no produce efectos
adversos en los animales.
En la entrevista radiada, Van Eenennaam declaró
que todas las proteínas se digieren en el intestino y que no entra
material no digerido en los tejidos corporales. Sin embargo, hay
estudios que muestran que el ADN de los transgénicos se puede encontrar
en el tracto intestinal, a pesar de lo dicho durante años por la
Industria y los organismos reguladores de los alimentos transgénicos. No
ha tenido en cuenta el estudio de Aris y Leblanc
realizado en las mujeres canadienses, que muestra que el ADN de la
toxina Bt ( un cultivo modificado genéticamente) se encuentra en la
sangre.
En el programa de radio, afirmó que de los estudios
realizados por Carman en cerdos no se puede afirmar que se produjera un
aumento de la inflamación estomacal de los cercos sin realizar un
análisis histológico. O sea, que viene a decir que en estudios en
animales no es necesario hacer un análisis histológico para comprobar
que están sanos; pero si se encuentra un daño, entonces sí que son
necesarios los análisis histológico para probarlo.
Esto se puede calificar de doble moral. Hack Heinemann utilizó este mismo argumento en su blog.
Por lo que sabemos, no se ha realizado ningún estudio histológico sólo
en ratas alimentadas con productos que contienen tres genes
transgénicos.
Van Eenennaam observa los datos de producción del
ganado de todo el país, de los pollos y las vacas, pero no dice nada de
los cerdos. Teniendo en cuenta que la propagación del PRRS (Síndrome
Reproductivo y Respiratorio) en los cerdos de Estados Unidos en los
últimos años está afectando a los datos de producción en la cría del
cerdo, esto indica un uso selectivo de los datos en su estudio.
Van Eenennaam argumenta que los estudios de
alimentación en animales ( ensayo controlado aleatorio: ECA) no deben
ser utilizados y que se obtiene una información más fiable al comprobar
los datos globales de producción animal en Estados Unidos (a esto lo
llama un estudio ecológico). Los epidemiólogos saben que los estudios
controlados aleatorios son los que más exigencias requieren, mientras un
estudio ecológico es de poca fiabilidad. Así que este argumento tendría
que ser ignorado, dejando de lado los estudios controlados aleatorios
en favor de otros estudios menos fiables y que añaden mucha más
variabilidad ( ruido en los datos).
Por ejemplo, muchas cosas han cambiado desde que se
comenzaron a alimentar a los animales de granja con los piensos
transgénicos. La genética animal ha mejorado ( por ejemplo, mayor
cantidad de inseminaciones artificiales usando esperma de los machos con
mejores características) y las prácticas de cría animal también han
cambiado. Estos cambios podrían estar enmascarando los efectos adversos
de los transgénicos en la salud de los animales. Reconoce que se ha
producido una mejora genética, pero no considera la posibilidad de que
puedan estar enmascarando los efectos de los piensos modificados
genéticamente.
Además, se sacrifica al ganado en un período mucho
más corto que su esperanza de vida, por lo que los períodos de
exposición a los que están sometidos son comparables a un estudio a
corto plazo, o estudio subcrónico en términos de tiempo. Incluso las
vacas lecheras están sometidas a un período más corto en términos de
productividad ( de 3 a 5 años) en comparación con una esperanza de vida
mucho mayor.
En Estados Unidos, el ganado vacuno se sacrifica
de 6 a 8 meses después de pasar entre 11 a 15 meses consumiendo pastos (
no transgénicos), forraje y leguminosas, es decir, esencialmente no
tienen al principio una alimentación con transgénicos, al menos no
hasta que la alfalfa RR (Roundup Ready) entró en escena ( siendo todavía
muy pequeña su presencia). Se les cambia a una dieta con transgénicos,
en torno al 50%, durante los últimos 3 a 5 meses, un período de tiempo
en el que se les somete a muchas intervenciones relacionadas con la
salud, medicamentos y hormonas, además de consumir maíz, soja y alfalfa
transgénicos.
Esencialmente, no hay ganado en Estados Unidos que
tenga una vida normal, quizás sólo algunas cerdas y verracos, y algunos
toros.
El mejor modelo para comprobar los efectos adversos
de los alimentos modificados genéticamente pueden ser los perros y
gatos. Estos animales están mostrando nuevas enfermedades aún no
explicadas: obesidad, diabetes y cáncer.
En conclusión, la opinión de Van Eenennaam no
contrarresta los estudios toxicológicos de alimentación animal
realizados en cerdos por Judy Carman y no prueba la seguridad de los
transgénicos.
—–Procedencia del artículo:
http://www.gmwatch.eu/index.php/news/archive/2014/15717-junk-science-and-gmo-toxicity
—–
Lo que piensa del estudio de Judy Carman un antiguo ecologista reconvertido a biotecnócrata, Mark Lynas:
http://www.mitosyfraudes.org/Bio/mark_lynas_cerdos_dieta_gm_ciencia_basura.html
De:
http://noticiasdeabajo.wordpress.com/2014/10/26/criticas-al-estudio-de-van-eenennaam-sobre-el-impacto-de-los-piensos-modificados-geneticamente-en-el-ganado/
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