Jon Sarmiento vive en la provincia de Cavite, al sur de la capital de
Filipinas, donde planta varias frutas y verduras. Pero su principal
cultivo, el arroz, está en peligro. Según este agricultor, el “arroz
dorado” transgénico, aprobado por el gobierno, contiene beta-caroteno,
que el cuerpo convierte en vitamina A, pero puede arruinarle la vida.
[…]
Por Diana Mendoza
MANILA, Nov 27 2014 (IPS)
Jon
Sarmiento vive en la provincia de Cavite, al sur de la capital de
Filipinas, donde planta varias frutas y verduras. Pero su principal
cultivo, el arroz, está en peligro. Según este agricultor, el “arroz
dorado” transgénico, aprobado por el gobierno, contiene beta-caroteno,
que el cuerpo convierte en vitamina A, pero puede arruinarle la vida.
“El arroz transgénico no combatirá la falta de vitamina A, pues hay
muchas otras fuentes de ese nutriente. Empeorará el hambre, además de
matar la diversificación y contaminar otros cultivos”, se lamentó
Sarmiento, también oficial de programa de agricultura sostenible de
Pakisama, un movimiento nacional de organizaciones agrícolas.
Sarmiento se expresó así durante una protesta organizada el 11 de
este mes frente a la Oficina de la Industria de Plantas (BPI), del
Departamento de Agricultura, en la que los agricultores extendieron un
enorme lienzo con una ilustración en tres dimensiones de las Terrazas de
Arroz Ifugao, una provincia del norte de Filipinas.
Este país de Asia sudoriental, con 100 millones de habitantes, es el
octavo productor de arroz del mundo, con 2,8 por ciento de la producción
global, según la Organización de las Naciones Unidas para la
Alimentación y la Agricultura (FAO).
Pero también fue el mayor importador del grano en 2010, en gran parte
debido a que el área donde se encuentran los arrozales es muy pequeña
comparada con las de otros grandes productores asiáticos.
Además de no tener suficientes tierras para cubrir la demanda de
arroz, Filipinas sufre por lo menos 20 tifones al año, que destruyen sus
cultivos, señala la FAO.
Pero a los científicos y autoridades les preocupa convertir ese
alimento básico en una gran fuente de nutrientes para la población. El
gobierno e institutos de investigación independientes están muy
preocupados por las deficiencias nutricionales causantes de la
malnutrición, en especial en las comunidades más pobres.
Según el Instituto Internacional de Investigación del Arroz (IRRI),
con sede en Filipinas, “la deficiencia de vitamina A sigue generando un
problema de salud pública, pues afecta a más de 1,7 millones de menores
de cinco años y a unas 500.000 mujeres embarazadas o que están
amamantando”.
La mayoría de los damnificados viven en zonas alejadas, sin acceso a
los programas de nutrición del gobierno. El IRRI estima que garantizando
a las comunidades aisladas suficiente vitamina A se reduciría la
mortalidad infantil entre 23 y 34 por ciento.
Ese razonamiento incentivó investigaciones sobre un arroz modificado
genéticamente, pese a las numerosas protestas que derivaron en un
episodio muy sonado en agosto de 2013, cuando cientos de activistas
ingresaron en un campo de pruebas estatal y arrancaron plantas del
controvertido arroz dorado.
Mientras los científicos continúan con sus pruebas, las protestas
redoblan en Filipinas, motivadas por un movimiento global contra los
organismos genéticamente modificados (OGM).
La movilización del día 11, que contó con el apoyo de la organización
ambientalista Greenpeace Asia sudoriental y en la que participaron
agricultores, consumidores y comerciantes de productos orgánicos y
ambientalistas, denunció las investigaciones del gobierno sobre el arroz
dorado y los campos de prueba, así como la distribución y la
recolección de maíz y berenjenas modificadas genéticamente.
Monica Geaga, una de las agricultoras que participó en la protesta y
quien pertenece a la organización Sarilaya, que reúne a productores
orgánicos de las provincias arroceras en la isla de Luzón, dijo que las
mujeres soportan múltiples cargas con los OGM.
“Es una forma de acoso y violencia contra las mujeres, quienes no
solo son agricultoras, sino también consumidoras y madres a cargo de sus
hogares, de la salud y de la nutrición de sus familias”, dijo a IPS.
Los manifestantes urgieron al gobierno a proteger las variedades de
arroz y evitar la contaminación de transgéncios, y que destine los
recursos invertidos en ellos a proteger la biodiversidad y el rico
patrimonio cultural, así como el equilibrio entre la ecología y la
agricultura.
Faltan datos sobre cuánto destinó el gobierno en la investigación de
transgénicos, pero la Coalición de Biotecnología de Filipinas estima
que, junto a sus socios multinacionales, gastó unos 2,6 millones de
dólares, solo en la creación de un maíz genéticamente modificado.
Además, activistas y científicos sostienen que los OGM violan la Ley
Nacional Orgánica que apoya la propagación de variedades de arroz que ya
poseen múltiples nutrientes, como carbohidratos, minerales, fibras y
potasio, según el Consejo Nacional de Nutrición de Filipinas (NNC).
El NNC también dijo que otras variedades de arroz tradicionalmente
producidas en Filipinas, como la marrón, la roja y la púrpura contienen
esos nutrientes.
El agricultor ecologista Danilo Ocampo, de Greenpeace Filipinas,
explicó que el “sistema normativo defectuoso” de BPI, la única agencia
estatal que da el visto bueno a los OGM, llevó a aprobar todas las
solicitudes sin reparar en su impacto a largo plazo en el ambiente y en
la salud humana”.
“El problema con el sistema actual es que no hay un solución
administrativa para los agricultores tras la contaminación. También es
frustrante que los consumidores y la población en general, no tengan
posibilidades de participar en la regulación de los transgénicos”, se
lamentó.
“Ya es hora de que ejerzamos nuestro derecho a participar y a formar
parte del sistema de regulación que afecta a nuestro alimento, nuestra
salud y nuestro futuro”, sentenció.
Un comunicado de Greenpeace sostiene que aparte de la falta de
consenso científico respecto de la seguridad de los transgénicos sobre
el ambiente y la salud humana, también amenazan la rica biodiversidad de
este país.
Greenpeace Filipinas dijo que los OGM como el maíz o el arroz tienen
pesticidas incluidos, que pueden resultar tóxicos, y que su capacidad de
cruzarse y de que haya polinización cruzada con otros cultivos
inalterados puede ocurrir en un ambiente abierto, y no se puede frenar.
Durante este mes se han sucedido varias protestas en distintas
ciudades de Filipinas que reclamaron al gobierno proteger la diversidad
de variedades de arroz y de otros cultivos y que ponga fin a las
investigaciones de transgénicos y a los campos de prueba.
Editado por Kanya D’Almedia / Traducido por Verónica Firme
De:
http://www.tendencias21.net/Fuerte-oposicion-al-arroz-transgenico-en-Filipinas_a38928.html
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