En EE.UU. los fabricantes de alimentos empiezan a dejar de lado el uso de ingredientes con OGM
Hace dos años, Ben & Jerry"s Homemade Inc. puso en marcha un plan
para eliminar de su helado los ingredientes genéticamente modificados en
respuesta al creciente rechazo de los consumidores a esos productos y
para cumplir con sus propias metas medioambientales.
Antes de fin de año, casi 12 meses después de lo programado
originalmente, la empresa prevé concluir una primera fase que involucra
algunos productos como masa para galletas y caramelo líquido.
Lo único que queda por convertir es la leche que constituye el helado mismo.
Eso podría llevar entre cinco y 10 años más debido a las
complejidades de conseguir leche considerada libre de material
transgénico.
"Hay muchos más factores de lo que la gente se imagina", dice Rob
Michalak, director de misión social de Ben & Jerry"s. Dos décadas
después de que las primeras semillas diseñadas genéticamente fueron
vendidas comercialmente en Estados Unidos, los organismos genéticamente
modificados (OGM) -los cultivos de esas semillas- son comunes en la
dieta estado-unidense, usados para fabricar los ingredientes de cerca de
80% de la comida envasada, según estimaciones del sector. Ahora, la
campaña se ha intensificado, liderada por grupos de defensa de los
consumidores y el medioambiente como Green America, y está llevando a
que una cantidad pequeña pero en aumento de grandes empresas de
alimentos deje de lado los OGM.
Además de Ben & Jerry"s, que es filial de Unilever PLC, este año
General Mills Inc. comenzó a vender su cereal Cheerios en su sabor
original sin OGM. Smart Balance, de Boulder Brands Inc., eliminó los OGM
de su línea de margarinas y otros productos untables. En tanto,
Chipotle Mexican Grill Inc. venderá tortillas de maíz sin OGM.
La etiqueta "sin OGM" es una de las tendencias de mayor crecimiento
en los envases de alimentos en EE.UU. y las ventas de esos artículos
subieron 28% en 2013 a unos US$3.000 millones, según la firma de
investigación de mercado Nielsen. En una encuesta entre casi 1.200
consumidores estadounidenses realizada para The Wall Street Journal,
Nielsen halló que 61% había escuchado de los OGM y casi la mitad de esas
personas dijeron que evitaban comerlos. El principal motivo era porque
"no suena como algo que debería comer".
La reacción enérgica contra los OGM refleja el profundo escepticismo
que se ha arraigado entre muchos consumidores de EE.UU. frente a la
industria alimentaria y, en particular, su uso de tecnología. Otros
ingredientes como los edulcorantes arti-ficiales han recibido críticas
similares. La web y las redes sociales han permitido que las sospechas
de los consumidores en temas de ese tipo se conviertan en poderosos
movimientos que están obligando a las empresas a responder.
Quienes critican los OGM -que combinado genes de distintos organismos
para que algunos cultivos sean más duraderos- afirman que no ha habido
suficientes estudios independientes sobre las consecuencias a largo
plazo sobre la salud y el medioambiente de lo que llaman
"Frankencomida".
Citan un puñado de estudios fuera de EE.UU. que encontraron efectos
tóxicos en animales alimentados con cultivos transgénicos y señalan que
64 países, incluidos los de la Unión Europea y China, exigen que los
productos con OMG sean identificados en su etiqueta.
Por su parte, la industria alimentaria sostiene que esos estudios no
son concluyentes y que ninguno ha mostrado una conexión que sea
perjudicial para los humanos.
Sus partidarios también indican que los cultivos de OGM usados en
EE.UU. fueron aprobados por las autoridades, que no exigen una etiqueta
especial para ellos. Además, aunque la UE exige etiquetas especiales en
sus países miembros, ha aprobado muchos alimentos con OGM como seguros
para el consumo. Más allá del debate, la suerte que corran empresas como
General Mills y Ben & Jerry"s al dejar de lado los OGM ofrecerá una
guía para otras que lo consideran. Hasta ahora, el proceso ha resultado
ser costoso, complejo y políticamente complicado.
En el caso de Ben & Jerry"s, el costo extra de los ingredientes
sin OGM fue de entre 5% y 20%, lo que refleja cuán arraigada está esa
tecnología en la cadena alimentaria.
La empresa planea absorber los costos y no trasladárselos a los
clientes. No obstante, los pioneros también están alentando a
agricultores y fabricantes de ingredientes a aumentar el suministro de
artículos sin OGM. Sin dudas, hay mucho en juego para firmas como
Monsanto Co. y DuPont Co., que venden semillas transgénicas para darles a
los cultivos características como la capacidad de repeler insectos y
resistir pesticidas. Hoy, más de 90% del maíz, la canola, la soya y la
remolacha azucarera en EE.UU. está modificado genéticamente.
La mayor parte de las frutas y verduras que consu-men directamente
los estadounidenses no tiene OGM, pero los cultivos se usan para
producir ingredientes comunes como ja-rabe de maíz y más de la mitad del
azúcar consumida en EE.UU., además del pienso que come la mayoría del
ganado.
Una vocera de Monsanto señaló que la compañía confiaba en la
seguridad de sus semillas por una "gran cantidad de pruebas rigurosas"
realizadas por la empresa e investigadores independientes. DuPont
sostuvo que la tecnología estaba respaldada por "agencias regulatorias y
organizaciones científicas en todo el mundo".
Según sus partidarios, el cambio a OGM ha llevado a cosechas de mayor
tamaño y menores costos alimentarios. Cuando una marca importante
anuncia planes de dejar de lado los OGM, genera más debate. Los
partidarios criticaron a General Mills por el cambio que realizó en los
Cheerios, al decir que le daba sustento a concepciones erróneas sobre la
tecnología. Los grupos anti-OGM comenzaron a pedirle que dejara de usar
OGM también en otros cereales. La empresa indicó que cambiar los
ingredientes de sus otros cereales sería demasiado difícil, pero que los
productos con OGM son seguros.
Explicó que ofreció la variedad sin OGM para darles más opciones a
los consumidores. Ben & Jerry"s, la quinta mayor marca de helado en
EE.UU. en términos de ventas, dice que no considera que los OGM sean
dañinos para los humanos, pero que siempre se ha posicionado como una
marca que cuida el medio ambiente y que es socialmente progresista.
En su relación con los agricultores, las empresas enfrentan un
dilema. Los productores de alimentos dudan en comprometerse a dejar los
OGM hasta que estén seguros de poder encontrar suficientes fuentes de
cultivos sin OGM.
No obstante, los agricultores son renuentes a cambiar de semillas sin
estar seguros de que tendrán una demanda garantizada de cultivos sin
OGM a un precio más alto. Ben & Jerry"s sostiene que no puede
cuantificar lo que gastó en total. Los costos extra incluyeron cambios
en el transporte de productos desde regiones más lejanas, el diseño de
etiquetas nuevas, marketing y revisiones legales.
La cantidad de empresas grandes que anunciaron planes de eliminar los
OGM aún es pequeña. Grandes agrupaciones del sector, como la Asociación
de Productores de Alimentos, señalan que la tendencia no tiene
fundamentos, pero reconocen que está creciendo.
Siguen ejerciendo influencia contra las etiquetas de OGM y promueven
los beneficios de la tecnología. De todos modos, ejecutivos señalan que
muchas de esas empresas les piden a los proveedores que desarrollen
opciones sin OGM para que puedan estar listos si se extienden los
requerimientos de etiquetas.
http://www.panamaon.com/noticias/ultima-hora/1156110-los-consumidores-dicen-no-a-los-transgenicos.html
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