Periodistas y medios independientes, como E. Ann Clark, James
Corbett, Rachel Aviv y Democracy Now!, documentaron cómo los grandes
gigantes de la agricultura Monsanto y Syngenta han intentado silenciar
los hallazgos científicos y destruir la reputación de los investigadores
cuyos trabajos muestran las graves amenazas a la salud humana que traen
consigo los herbicidas fabricados por esas corporaciones.
En el
Journal of Food and Chemical Toxicology, publicación destinada a sus
pares, Gilles-Eric Séralini publicó en septiembre de 2012 hallazgos de
su investigación que muestran el impacto tóxico del herbicida de
Monsanto y los efectos adversos a la salud, comprobados en ratas, del
maíz transgénico, o modificado genéticamente. Sin embargo, después de la
publicación, el Journal tomó la decisión sin precedentes de retractarse
del estudio.
El editor del Journal, A. Wallace Hayes, admitió que al
artículo de Séralini no se le aplicó ninguno de los criterios
establecidos por la revista para retractarse de un estudio. Sin embargo,
como informaron Clark, en el GMWatch, y Corbett, en el Corbett Report,
la decisión se puede explicar por una nueva conexión entre el Journal y
Monsanto. Lo mismo ocurre con otra retractación de un estudio similar en
Brasil que demostró los efectos tóxicos en ratones de un insecticida
que constituye la base de las cosechas de Bt transgénico.
Después que
estos trabajos fueron publicados, el Journal of Food and Chemical
Toxicology inventó un nuevo cargo editorial: el editor asociado para
biotecnología. Entonces, el Journal seleccionó a Richard E. Goodman, de
la Universidad de Nebraska, para adjudicarle ese puesto y hacerse cargo
de las dos retractaciones. Y resulta que Goodman fue empleado de
Monsanto: trabajó en el área "ciencias reguladoras" de la corporación
entre 1997 y 2004.
La retractación del Journal de la investigación de
Séralini y sus implicaciones no fueron cubiertas por los grandes medios
corporativos, reproduciendo la tendencia a guardar silencio cuando la
ciencia formula críticas sobre los efectos dañinos de los organismos
genéticamente modificados. Los grandes medios ignoran o desestiman las
críticas que afectan los llamados "intereses especiales", eufemismo
estadounidense por los servicios que prestan el congreso, gobierno y
medios a las grandes corporaciones, en este caso las transgénicas que
promueven su negocio agrícola a costa de campesinos, granjeros y
consumidores.
Monsanto no está sola en el intento de silenciar a sus
críticos. Como reportaron Rachel Aviv, del New Yorker, y Amy Goodman, de
Democracy Now!, después de quince años de investigación Tyrone Hayes,
profesor de biología integrativa en la universidad de Berkeley,
California, determinó que podrían reproducirse en los seres humanos los
mismos problemas de anormalidades sexuales causadas en ranas por la
atrazina del herbicida Syngenta.
La compañía, conocida ahora como
Syngenta, contrató a Hayes para investigar la atrazina en 1997. Pero
cuando sus hallazgos fueron contra sus intereses, Syngenta rechazó
permitir su publicación y por el contrario, trabajó en desacreditarlo.
Hayes abandonó Syngenta en 2001, pero continuó investigando los efectos
dañinos de la atrazina en el sistema endocrino.
Los documentos
judiciales del pleito de una demanda colectiva contra Syngenta muestran
cómo la compañía intentó manchar la reputación de Hayes y evitar que la
Agencia de Protección Ambiental prohíbiera la lucrativa sustancia
química, que ya está proscrita por la Unión Europea. El equipo de
relaciones públicas de la compañía elaboró una lista de cuatro metas.
La
reportera Rachel Aviv escribió: "La primer fue 'descrédito de Hayes'.
En una libreta de notas de espiral, el gerente de comunicaciones de
Syngenta, Sherry Ford, describió a Hayes por las iniciales de su nombre y
escribió que la compañía podría "prevenir que (en las audiencias) se
citaran las revelaciones de TH por no-creíbles". Él (TH) fue un tema
frecuente de conversación en las reuniones corporativas de la compañía.
Syngenta buscó caminos 'para explotar' las eventuales
debilidades/problemas de Hayes. "TH se derrumba si es implicado en un
escándalo", escribió Ford.
A pesar de sus amenazas documentadas
contra el bienestar ambiental y la salud pública, la atrazina continúa
en el mercado. (Argenpress)
http://www.laarena.com.ar/opinion-monsanto_silencia_y_desacredita_investigaciones-126027-111.html
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