Por: Hindu Anderi
Limpieza étnica y transgénicos
Hasta 2007 los informes de las organizaciones dedicadas al estudio de la
situación de los africanos afirmaba que entre 800 y 900 niños morían
diariamente por no tener acceso a la salud pública, para prevenir o
sanarse de enfermedades que en cualquier sociedad son fácilmente
controlables como diarrea, sarampión, malaria o neumonía.
En el 2012, el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF),
denunció que en el mundo 19 mil niños mueren diariamente -unos 7
millones de niños y niñas al año- de los cuales, la tercera parte
fallecen por desnutrición. Nos preguntamos, ¿Cuántas familias en 50 años
habrían formado esta cantidad de niños y niñas que hoy son condenados a
muerte?
Aunque la situación de África es calificada por las instancias
internacionales, como de “catástrofe”, la solución para erradicar el
hambre mundial que ofrecen algunas corporaciones agroquímicas
transnacionales como Monsanto y Bayer entre otras, es el control de la
agricultura mundial, especialmente del maíz, promoviendo las semillas
transgénicas o en otros casos, la figura de la certificación o patentes
sobre las semillas.
La Monsanto, compañía fundada en 1901, líder de las empresas químicas
del siglo pasado y éste, encabeza el campo de la Biotecnología. Es
propietaria de la mayor parte de los organismos transgénicos, como el
Agente Naranja, utilizado en contra de la población de Vietnam durante
la guerra, el Aspartame, veneno que cuando es ingerido por el cuerpo
humano causa desde migrañas, perdida de la visión, síntomas similares al
lupus, esclerosis múltiple el Mal de Parkinson y otros más; hormonas
para el crecimiento bovino, así como el herbicida Roundup, el más tóxico
para el ADN humano, según investigaciones y del cual se producen
actualmente millones de toneladas.
Recientemente más de 800 científicos de 82 países publicaron una carta
que enviaron firmada a todos los gobiernos del planeta, con el fin de
llamar su atención para que prohíban los cultivos transgénicos y
productos derivados, tanto en el comercio como en pruebas por un período
no menor de 5 años.
"Patentes sobre organismos vivos, los procesos, las semillas, las líneas
de células y genes deben ser revocadas y prohibidas; y se exige una
investigación pública exhaustiva sobre el futuro de la agricultura y la
seguridad alimentaria para todos”, reza la carta en la cual explican que
las patentes sobre formas y procesos vivos atentan contra el planeta,
amenazando la seguridad alimentaria.
Entre los argumentos esgrimidos en la densa y detallada carta, señalan
que los transgénicos violan los derechos humanos, el bienestar de los
animales y promueven la biopiratería respecto del conocimiento indígena.
Que además el aumento en el uso de herbicidas, está dañando la
agricultura familiar, cuyo éxito se experimenta actualmente en por lo
menos 12 millones de hectáreas en todo el mundo; empujando a las
familias y pequeños agricultores a la miseria, y en cambio dándole
fuerza a los monopolios. Lo cual pone en riesgo la soberanía y seguridad
alimentarias, así como la como la salud de todos los pueblos.
La primera amenazada es la madre África, que la Monsanto insiste en
“alimentar” con su veneno, mientras es acabado también por extrañas
enfermedades y virus que como cosa mágica, aparecen entre su pueblo,
como si ellos las produjeras, según se han encargado de afirmar los
medios de comunicación, aunque la realidad sea diferente y provenga de
laboratorios en los Estados Unidos.
Pero las advertencias de que los transgénicos pueden producir males
mayores a la especie humana, asesinándola con enfermedades como el
cáncer, son por supuesto desacreditadas por la industria internacional
de biotecnología.
http://www.aporrea.org/internacionales/a198575.html
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