Este proyecto despoja de sus derechos a
la agricultura familiar campesina, que abastece a las ferias libres.
Según esta ley, los productores no pueden vender, intercambiar ni
sembrar más semilla de su cosecha que el equivalente de lo sembrado. El
artículo 48 de la “Ley Monsanto” da derecho a guardar semillas de sólo
algunas especies, como las papas, y permite la requisa judicial de
cosechas en caso de denuncia de infracciones.
Esta es una ley innecesaria. La actual da enormes ganancias por royalties a
los obtentores. Los pequeños productores rurales dependen del mercado y
organismos públicos como Indap, Prodesal y los PDTI (Programas de
Desarrollo Territorial Indígena), que les entregan con créditos y
subsidios semilla “mejorada”. Sin embargo, las empresas no toleran que
haya campesinos que aún guarden la semilla.
Esta es una ley innecesaria. La actual da enormes ganancias por royalties a los obtentores. Los pequeños productores rurales dependen del mercado y organismos públicos como Indap, Prodesal y los PDTI (Programas de Desarrollo Territorial Indígena), que les entregan con créditos y subsidios semilla “mejorada”. Sin embargo, las empresas no toleran que haya campesinos que aún guarden la semilla.
Todavía en Chile se usan variedades que no
figuran en listados ni registros nacionales. Los precios de las
variedades mejoradas son escandalosos: entre un 2.000% y un 7.000% más
caros que los de las corrientes o estándar. Las variedades cuyo registro
vence, desaparecen.
Hoy en el registro SAG no hay plantas
medicinales. Pero este proyecto permite registrar cualquier variedad de
planta “creada o descubierta” por el obtentor, siempre que sea nueva,
distinta, homogénea, estable. Fácil, porque “nueva” es que no esté en el
comercio, y las variedades locales son homogéneas y estables.
La quinoa está presente en Chile desde
tiempos precolombinos. A fines de los años 80, comunidades mapuche
comenzaron a sembrar una variedad de quinoa de la Sexta Región
recuperada por un promotor de ese cultivo, Pablo Jara, homenajeado en
Italia por Slow Food y FAO. A partir de dicha variedad, Erik von Baer
registró a su nombre una variedad “nueva” de quinoa, a la que introdujo
una modificación cosmética.
Los agricultores podrán ser demandados
si sus semillas no parecen “distintas” a una privatizada. En Colombia,
toneladas de semilla de arroz fueron confiscadas por ello. Uno de los
principales logros del reciente paro campesino colombiano fue derogar el
decreto ley que los obligaba a usar semilla certificada.
El mensaje de Michele Bachelet sostenía
que la aprobación de esta ley haría posible contar con variedades
“biorreactoras generadoras de vacunas, proteínas de interés terapéutico y
biomateriales”.
Omitió el nombre de este tipo de variedades:
farmacultivos transgénicos.
Monsanto ha perdido juicios entablados contra agricultores brasileños por no pago de royalties
de semilla transgénica. La ley de Brasil los protege. Las
transnacionales tienen que asegurarse de que Chile garantice el pago de
más royalty. Y nosotros, como campaña, nos proponemos detener
su avance y lograr el rechazo de la Ley de Obtentores, dejándolos sin
piso para su proyecto transgénico: la Ley de Bioseguridad
Info:
http://www.elmostrador.cl/opinion/2013/10/20/unas-cuantas-verdades-sobre-la-ley-monsanto/
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