jueves, 22 de mayo de 2014

Semana de resistencia contra Chevron y Monsanto


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Monsanto y Chevron, presente y futuro de contaminación para la provincia.
No sólo en el mundo, ni sólo en la Argentina. También en Entre Ríos estamos muy preocupados por el accionar de dos corporaciones que han hecho historia en la tarea de contaminar el ambiente y atentar contra la vida: Monsanto y Chevron. Y ambas (aunque no son las únicas, por supuesto) tienen que ver con los grandes problemas que el capitalismo ha provocado en todo el planeta, llevando a la humanidad a una crisis civilizatoria, una situación sin precedentes donde se pone en peligro nuestra propia supervivencia. La crisis civilizatoria de la humanidad abarca un conjunto simultáneo de varias crisis provocadas por el capitalismo, forma de organización social que regula las relaciones en casi todo el mundo. Crisis civilizatoria donde los aspectos sociales y ambientales se destacan por la magnitud de su impacto demoledor. Por Luis Lafferriere

Por un lado, en términos sociales, se puede mencionar que la pobreza estructural afecta a más de la mitad de los siete mil millones de seres humanos que habitamos la Tierra, pero más grave aún es la situación de indigencia de más de mil quinientos millones de personas que pasan hambre todos los días, y muchos de los cuales mueren diariamente.

Por otro lado, los peligros que se presentan ya no sólo para los miles de millones de excluidos sino para toda la humanidad, de que la actividad económica que promueve el crecimiento incesante e ilimitado ha superado los límites planetarios, con la destrucción de los recursos disponibles y la contaminación de la naturaleza, que aseguran en un plazo no lejano un futuro de colapsos y caos.

Esos enormes males sociales y ambientales tienen que ver con las tendencias estructurales del sistema capitalista, que por su propia dinámica genera de manera permanente grandes desigualdades, concentración, desplazamiento de los más débiles, destrucción masiva de sociedad y de naturaleza.

Pero esas tendencias estructurales se corporizan en el accionar de actores concretos, cada vez más grandes y poderosos, que apoyados por gobiernos que dominan y actúan en su propio beneficio, nos están llevando al borde del abismo, con sus estrategias extractivistas y depredadoras que superan cualquier obstáculo que se les interponga.

No sólo cuentan con el poder propio que les da su control sobre las principales actividades y los principales mercados mundiales. Cuentan también con el apoyo incondicional de los gobiernos de los principales países capitalistas, en especial del imperio más poderoso y genocida de la historia. Como si eso fuera poco, también cuentan con los enormes beneficios y privilegios que les conceden los gobiernos cómplice de los países dependientes, que en lugar de defender a sus pueblos operan como meros capataces de los grandes intereses corporativos.

La Argentina no es ajena a este proceso, y viene soportando los avances del modelo neocolonial extractivistas depredador, impulsado por esas corporaciones mundiales y por los gobiernos adictos que se someten a sus designios. Modelo que fue delineado por el justicialismo menemista en los años noventa y que se desplegó con fuerza desde el 2003 de la mano del justicialismo kirchnerista, apoyado también en sus líneas esenciales por la partidocracia opositora que no cuestiona la marcha gruesa del proyecto, que tiene a las actividades extractivistas en manos de las transnacionales como las bases centrales de sustentación de un crecimiento irracional e insostenible (la sobreexplotación de los hidrocarburos, el fracking, la megaminería a cielo abierto, la monoproducción de transgénicos con uso masivo de agrotóxicos, entre otros).

Pero aún con todo el poder propio de las corporaciones, con todo el apoyo del gobierno y el aval de las principales fuerzas políticas opositoras, este proyecto genocida y ecocida se enfrenta a un gran obstáculo: la resistencia de los pueblos en el mundo y en nuestro país. Son innumerables los ejemplos diarios de lucha contra esas corporaciones gigantes y contra su actividad depredadora, en todo el territorio nacional. Es la resistencia de los afectados, la organización de los movimientos sociales, la lucha firme que oponen, la que está impidiendo que se cometan más daños a la sociedad y al ambiente.

Y en ese marco de luchas y resistencias se inscriben esta semana dos días de movilización nacional e internacional: el miércoles 21 de mayo es el Día Internacional Anti-Chevron, una de las compañías más contaminantes del planeta, y el sábado 24 de mayo, el Día Mundial contra Monsanto, promotora del avance de los transgénicos y los agrotóxicos, que tanta contaminación, tantas enfermedades graves y tantas muertes están provocando. Una se lleva nuestros recursos energéticos a costa de arruinar los acuíferos y dejar territorio inhabitable.

La otra se lleva nuestros suelos fértiles y el agua virtual, a costa de contaminar acuíferos y envenenar a miles y miles de seres humanos, víctimas inocentes de ese afán sin límites de lucros desmedidos.

Y tanto en ambas fechas, como de manera permanente, desde nuestro Programa de Extensión “Por una nueva economía, humana y sustentable” manifestamos nuestra decisión de trabajar junto a numerosas organizaciones sociales, para frenar el proceso de saqueo y depredación, y promover la más amplia participación local y nacional en la búsqueda de un nuevo modo de producción y de convivencia, donde las prioridades sean de que mejore de manera sustancial la calidad de vida del conjunto de la sociedad, en armonía con la naturaleza de la cual formamos parte indivisible. La vida antes que las ganancias. Un nuevo mundo es necesario y posible. Sin Chevron y sin Monsanto.


De:
http://www.analisisdigital.com.ar/noticias.php?ed=1&di=0&no=203338

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