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En México desde hace más de quince años la sociedad empezó a preocuparse
 por los transgénicos y a cuestionar esta tecnología que se inserta en 
nuestros cultivos y de ahí en nuestros alimentos. 
Poco a poco se ha gestado una lucha que tiene un componente muy 
particular: el maíz, nuestra planta sagrada, base de nuestra 
civilización y de nuestra alimentación. 
A lo largo de estos años, por una parte, los campesinos e indígenas han 
reivindicado su derecho legítimo a sembrar e intercambiar libremente sus
 semillas; al lado de ellos, ciudadanos defienden su derecho a 
alimentarse sanamente, cada día más conscientes del estrecho vínculo 
entre la calidad de sus alimentos y la supervivencia de la agricultura 
campesina. La creatividad y la diversidad  de formas de lucha han 
caracterizado esta que se reconoce como una disputa por el maíz. 
Una de ellas es la exigencia de nuestros derechos, eso que ha llamado 
Justiciabilidad y que significa no pedirle más al gobierno, representado
 por el Poder Ejecutivo, que cumpla con nuestras demandas, sino más bien
 exigirle, a través del Poder Judicial, que respete nuestros derechos 
humanos. 
De esta manera la defensa legal contra el maíz transgénico se inició 
desde que se publicó en 2005 la Ley de Biosguridad de Organismos 
Genéticamente Modificados (LBOGM), mejor conocida como a Ley Monsanto 
porque lejos de proteger la bioseguridad fue una propuesta elaborada por
 las empresas con el objeto de liberar los transgénicos con facilidades.
 
No obstante, durante el debate gracias al trabajo de varias 
organizaciones, se logró incluir algunos mecanismos de bioseguridad como
 el Regimen de Protección Especial del Maíz y la prohibición de liberar 
transgénicos en los centros de origen.  
Al entrar en vigor el Gobierno de Fox y después el de Calderón empezaron
 a avanzar en la liberación de transgénicos pasando por alto la propia 
Ley Monsanto y los mecanismos de bioseguridad que se señalaban. Así a lo
 largo de estos años interpusimos diversos recursos legales sin lograr 
que nos fuera siquiera reconocido nuestro interés jurídico. 
Sin embargo el 5 de julio del año pasado demandamos de manera colectiva,
 utilizando un nuevo instrumento jurídico incluido en la Constitución 
desde 2010 conocido como Acciones colectivas, a las Secretarias de 
Agricultura (Sagarpa), de Medio Ambiente (Semarnat) y a las empresas: 
Monsanto, Dow Agrosciences, Syngenta y Pioneer. La presentamos 53 
personas entre las cuales se encuentran expertos en el tema, 
personalidades y 20 organizaciones de productores, indígenas, de 
apicultores, de derechos humanos, ambientalistas y consumidores. 
El objetivo es que los tribunales judiciales declaren que los límites y 
restricciones establecidos en la Ley de Bioseguridad de Organismos 
Genéticamente Modificados (LBOGM) son ineficientes, pues existe 
evidencia científica de contaminación transgénica de maíces nativos en 
diversos estados de la República. Ante la evidencia, los demandantes 
solicitamos medidas precautorias para que se suspenda la siembra de 
cultivos transgénicos a nivel nacional. 
Nuestro argumento es que la ineficiencia de los límites y restricciones 
establecidas en la LBOGM ha propiciado que se vulneren los siguientes 
derechos: a un medio ambiente sano, al acceso de recursos naturales de 
diversidad biológica del maíz, a una alimentación nutritiva, suficiente y
 de calidad, así como a derechos culturales y a la salud. 
La gran noticia fue que el Juzgado Federal Décimo Segundo de Distrito en
 Materia Civil, en el Distrito Federal, emitió una medida cautelar en la
 que ordena a Sagarpa y Semarnat, abstenerse de realizar actividades 
tendientes a otorgar permisos de liberación al ambiente de maíz 
Genéticamente Modificado (OGM), prescindir de efectuar procedimientos 
para la liberación comercial, piloto y experimental al ambiente de OGM 
de maíz; y suspender el otorgamiento de permisos de liberación 
experimental, piloto y comercial de OGM de maíz.
La medida cautelar, basada en el riesgo de daño inminente al medio 
ambiente, impide liberar maíces transgénicos en el campo mexicano, en 
tanto se resuelva el juicio de acción colectiva.  
Cumplimos hoy 10 meses de haber iniciado esta demanda y a la fecha 
llevamos 59 impugnaciones entre las cuales se encuentran las de las 
Secretarias mencionadas las cuales parece que litigan para defender el 
interés de las empresas y no a favor de quienes les pagamos. Es de 
destacar uno de los recursos de Monsanto que fue rechazado, en el que 
acuso al Juez de actuar a favor del interés de la colectividad.  
Aunque usted no lo crea:
¡Tenemos  jueces capaces de señalar que el interés de la colectividad del maíz es superior al de las empresas!
    
    
De:
http://blogs.eluniversal.com.mx/weblogs_detalle20220.html

 
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