lunes, 22 de abril de 2019

"Es complicado salir a contar cómo nos envenenan, porque el agronegocio está en todas partes"

Sabrina Ortiz y sus dos hijos tienen altas cantidades de glifosato en sangre, constatadas por la Corte, y graves problemas de salud. Su denuncia logró frenar las fumigaciones en Pergamino.

Sabrina Ortiz vive con custodia policial por decir la verdad. Esta semana, la Corte Suprema de Justicia confirmó que el agua de Pergamino, donde ella vive, está contaminada con 18 agroquímicos, de los cuales, casi la mitad, son considerados cancerígenos. Desde 2011, la mujer viene denunciando las fumigaciones en la zona que le provocaron la pérdida de un embarazo, enfermaron a sus dos hijos y la obligaron a dejar su casa. "Esto cambió mi vida. Me dejaron chaucha de soja en mi auto, balearon a mi perro, me apretaron con barras bravas. Es muy complicado salir a contar cómo nos envenenan, porque la cadena de complicidades es muy grande. Hasta los mismos médicos que te atienden son productores. Los medios locales hicieron campaña contra mí, tratándome de mentirosa, porque ellos responden a los intereses de Monsanto. El agronegocio está en todas partes".
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